Quizá sea una opinión futurista (y por ello arriesgada en este momento donde
cuatro de cada diez hogares mantienen mascotas), pero quizá habría que
prohibir TODAS LAS MASCOTAS en casas particulares de ciudades, por vivir de un modo muy alejado a su entorno natural.
Ya se está extendiendo el concepto del "mascotismo ilegal" (
como el de la imagen adjuntada) cuando se trata de animales salvajes autóctonos y exóticos, pero la domesticación
aviar, perruna o
gatuna de extrañas razas se parece mucho. Pero vamos a argumentar someramente la idea propuesta.
Pensemos que los espectáculos de circo con animales, o la misma tauromaquia, parecían aceptables (y siguen siendo) legales y habituales, aunque
crece constante e imparablemente la oposición a estas formas de esclavitud de animales, seres vivos con todos sus derechos (si bien no humanos, que conste). Sorprende incluso que muchas de las personas "amantes de las mascotas" sean las primeras y más vehementes detractoras de estos anacronismos,... sin reparar que en su mismo domicilio retienen
mascotas en circunstancias semejantes.
Los absurdos argumentos taurinos de "no criaríamos toros de raza, si no fuese para lidiarlos", o de los cazadores (otra reminiscencia injustificable) de "no habría cotos de caza, si no fuese para disparar",... desmotan la habitual y recurrente justificación de la cría masiva de mascotas.
Sin querer abundar -para evitar más ataques- en las razones psico y sociológicas que nos han llevado a las sociedades del primer mundo a esta (casi) dependencia de los
animales de compañía (¡qué terrible dilema el preferir la compañía animal a la humana!), en la ingente inversión económica (privada y
pública), en las
indicaciones médicas en pro de la salud humana (y animal), en los riesgos medioambientales, o en la desaforada deriva de demandas que rozan lo demente ("
hemos de adaptar la ciudad a las mascotas", cuando quizá las mascotas en su versión original no quieran para nada vivir en ciudades,... como también los preferirían muchos seres humanos), concluiríamos
solicitando si no hemos de revisar nuestros criterios éticos y sociales sobre la misma existencia de mascotas.