Un vasco en la Corte de Madrid

Allá fue Ibarretxe, como delegado del Parlamento Vasco, a defender en 40 minutos otorgados la decisión mayoritaria de la ciudadanía vasca.

Ibarretxe se presentó como "representante de un pueblo pacífico y civilizado", y fue recibido como un Jefe de Estado extranjero… por los medios de comunicación, que al menos reconocieron la importancia de la sesión del 1 de febrero de 2005. Las Cortes le dieron media hora (dispondría de otros 10 minutos para replicar las 4 horas de intervenciones anteriores) para exponer el Nuevo Estatuto de Euskadi aprobado en Gasteiz. El Lehendakari lo que hizo serena, ordenada y sintéticamente. Seguramente fue la primera ocasión para muchos teleespectadores españoles de oír sin intoxicaciones el planteamiento de uno de los principales promotores del Nuevo Estatuto Vasco.

Luego comenzó la ronda de partidos, con Zapatero sin límite de tiempo y duplicado con su portavoz Rubalcaba. Se repartieron los papeles: El presidente con “buen rollito”, lo que siempre es de agradecer tras su antecesor energúmeno (en la segunda acepción del Diccionario); el portavoz, al final de los grupos, repartiendo “leña”, para no perder votos ante el electorado más celtibérico (o más celtiberizado). Siguió a Zapatero un Rajoy que todavía no se ha enterado que no es presidente, con el mismo sonsonete de razones que esgrimió Fraga hace 26 años contra el Estatuto de Gernika, como luego le señalaría Erkoreka, y el habitual maniqueísmo del PP: sólo hay víctimas (que son de ellos) y victimismas (que son los demás). La vieja táctica de la rentabilidad electoral ultraconservadora, de Bush o de Aznar, que la asesina y aberrante ETA no hace sino alimentar.

Los portavoces catalanes de CiU y ERC apoyaron el Nuevo Estatuto Vasco, mientras anunciaban el suyo y desmontaban argumentos futuros. Erkoreka, de EAJ-PNV, recordó que existe un “contencioso vasco”, se quiera o no; que el cierre en falso a una propuesta vasca de entendimiento es una práctica parlamentaria española periódica desde 1808; y que la derogación unilateral del elogiado Estatuto de Gernika y su incumplimiento manifiesto han sido practicados implacablemente por todo el aparato del Estado, con sus tres poderes ejecutivo, legislativo y judicial desde el golpe de Tejero. Los representantes de EA, BNG y Nafarroa Bai apuntaron buenas razones para un cambio del modelo de Estado. Los dos portavoces de IU no pudieron, porque es imposible, convencer a nadie que se abstenían y votaban en contra de lo que Ezker Batua apoya en Euskadi: Han superado la esquizofrenia de Batasuna de Sí y NO. Por cierto, el consejero Madrazo prefirió no estar presente ante semejante papelón.

Ésta sólo es una opinión personal más, de un teleespectador vasco que hizo más que los parlamentarios españoles electos: Escuchó a todos los grupos desde el principio hasta el final, mientras que esos representantes políticos que ganan un inmenso sueldo y una inmerecida jubilación… ni hablan (parlan), ni oyen, ni siquiera calientan sus escaños. Aunque se quedaron a votar al final, prefirieron la silla de la cafetería o de otros aposentos. Fehacientemente pudimos comprobar su escandaloso absentismo laboral, a pesar de su inmejorable convenio de calendario y salario.

La sensación final que queda, ante un rechazo anunciado, es que sólo nos resta un camino, pacífico, democrático, cierto: ¡Vayamos a votar! ¡Una y otra vez! ¡Algún día, algún año, algún siglo, quizá este tercer milenio… nos dejarán decidir a nosotros mismos sin tutela de pistolas de unos ni de cañones de otros! Dennos un alivio. Por favor, Lehendakari: ¡Convóquenos a votar ya, lo antes posible, hoy mismo, lo necesitamos para comprobar que vivimos en una democracia!

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