Viajar en el Metro siempre resulta interesante, sugerente y provechoso.
Si alguien busca inspiración para escribir sobre temas de actualidad, o de lo que realmente le preocupa a la ciudadanía, sólo ha de viajar en el Metro, abrir los cinco sentidos y apreciar las grandes historias de la gente corriente. Un simple tránsito aporta percepciones, sensaciones,… y tiempo para concretar un mensaje. En un breve trayecto desde Bilbao a Getxo, hacia las nueve de la noche, he escuchado varias conversaciones de alto interés. Alguna resumía la noticia de hoy (la victoria de Obama) de modo sugerente, sintético y didáctico: bastante mejor que muchos telediarios.
Mi experiencia de observador constata que lo más jugoso para apuntar ideas originales destinadas a los géneros más literarios (narrativa o poesía), provienen de los teléfonos móviles. La excelente cobertura que ofrece Metro Bilbao en todo su recorrido es impagable. Sin entrar en detalles, una persona (tampoco desvelaré su género, pero es adivinable) tras insistir en que no podía hablar con claridad por encontrarse en un medio público de transporte, nos ha desvelado y desgranado un auténtico drama en un microrrelato digno de ser firmado por Augusto Monterroso.
Viniendo de un funeral, esa media conversación desde un extremo del hilo telefónico me ha impresionado. Y no he sido el único, porque las hojas de los libros no abanicaban y los MP3 se han acallado. Alguien hablaba con un progenitor suyo con la firmeza y la dulzura que requería una situación comprometida. De modo simple y coloquial, nos ha transmitido a todo el vagón un explícito mensaje entre líneas de su entrecortado coloquio: El amor sabe esperar cuando la razón desespera. Los pasajeros hemos comprobado que en el fondo de todas las almas hay tesoros recónditos, tanto que sólo la ternura serena acaba por descubrir.
Versión para imprimir en: mikel.agirregabiria.net/2008/enelemetro.DOC
Foto inferior del Flickr de Aitor Agirregabiria.
Si alguien busca inspiración para escribir sobre temas de actualidad, o de lo que realmente le preocupa a la ciudadanía, sólo ha de viajar en el Metro, abrir los cinco sentidos y apreciar las grandes historias de la gente corriente. Un simple tránsito aporta percepciones, sensaciones,… y tiempo para concretar un mensaje. En un breve trayecto desde Bilbao a Getxo, hacia las nueve de la noche, he escuchado varias conversaciones de alto interés. Alguna resumía la noticia de hoy (la victoria de Obama) de modo sugerente, sintético y didáctico: bastante mejor que muchos telediarios.
Mi experiencia de observador constata que lo más jugoso para apuntar ideas originales destinadas a los géneros más literarios (narrativa o poesía), provienen de los teléfonos móviles. La excelente cobertura que ofrece Metro Bilbao en todo su recorrido es impagable. Sin entrar en detalles, una persona (tampoco desvelaré su género, pero es adivinable) tras insistir en que no podía hablar con claridad por encontrarse en un medio público de transporte, nos ha desvelado y desgranado un auténtico drama en un microrrelato digno de ser firmado por Augusto Monterroso.
Viniendo de un funeral, esa media conversación desde un extremo del hilo telefónico me ha impresionado. Y no he sido el único, porque las hojas de los libros no abanicaban y los MP3 se han acallado. Alguien hablaba con un progenitor suyo con la firmeza y la dulzura que requería una situación comprometida. De modo simple y coloquial, nos ha transmitido a todo el vagón un explícito mensaje entre líneas de su entrecortado coloquio: El amor sabe esperar cuando la razón desespera. Los pasajeros hemos comprobado que en el fondo de todas las almas hay tesoros recónditos, tanto que sólo la ternura serena acaba por descubrir.
Versión para imprimir en: mikel.agirregabiria.net/2008/enelemetro.DOC
Foto inferior del Flickr de Aitor Agirregabiria.