Los descubrí hoy mismo al pasar, apresurado, hacia la Carpa de la Ciencia (pronto la crónica). Candados cerrados en la rejilla del Puente del Arenal (cuando pasó el coche de Google Street View no había ninguno). Una tradición, que no lo es, pero debería serlo. Dos enamorados prenden un candado de un puente y lanzan sus llaves al río. Poético, digno de Romeo y Julieta. Investigando un poco en Internet, resulta que esta costumbre, importada de Roma pero que llega a Seúl, imita a los protagonistas de una novela de Federico Moccia, que incluso ha creado una versión virtual, más ecológica pero que gustará menos a los fabricantes de candados. Un candado prendido en un puente. En él, dos nombres, una fecha y una declaración apasionada. Parece que también en el Puente Zubi Zuri, y en muchos otros puentes de todo el mundo. Algunos se llegan a abarrotar de candados... Abajo, más fotos del Puente del Arenal y todos los candados que allí estaban hoy hacia las 11:30.
El origen parece ser el libro de Federico Moccia “Ho voglia di te” (Tengo ganas de ti), donde el autor demostró su poder de influencia en los lectores cuando quiso crear “una leyenda romana” e introdujo una escena en la que la pareja protagonista sellaba su amor enganchando un candado a una farola del puente Milvio y tirando la llave al río Tíber.
Al poco de publicarse la novela, el puente más antiguo de Roma se cubrió de candados. El Ayuntamiento de la ciudad tuvo que habilitar varios soportes para que las parejas inspiradas por Moccia pudieran expresar su amor sin que las farolas del puente se vinieran abajo. Más fotos de candados de amor.
Al poco de publicarse la novela, el puente más antiguo de Roma se cubrió de candados. El Ayuntamiento de la ciudad tuvo que habilitar varios soportes para que las parejas inspiradas por Moccia pudieran expresar su amor sin que las farolas del puente se vinieran abajo. Más fotos de candados de amor.