Marcianos entre nosotros

Están aquí, se han infiltrado y pronto conquistarán la Tierra.

No creo en los OVNIs, pero esto es completamente diferente. No sé cómo han aparecido, ni siquiera de qué planeta son. Es probable que sean criaturas venusianas, porque la mayoría adopta una apariencia femenina. Parece que no se adaptan a “comportarse” exactamente como nosotros, lo que permite detectarlos por sus “excéntricas costumbres”, a pesar de su aspecto similar al nuestro. Durante años advertí ocasionalmente algún ejemplar suelto, pero ahora veo que se multiplican con inusitada vitalidad: A veces, basta hablar con uno de ellos para transformarse a su identidad extraterrestre.

Todo esto lo averigüé ayer por la tarde. Volviendo en el Metro vi a un joven leyendo un grueso libro. Esto es raro entre los chicos que, generalmente, sólo escuchan música o leen prensa deportiva, pero no concluyente para determinar su naturaleza alienígena. Un inconfundible detalle lo descubrió: ¡cedió su asiento a una anciana!, tras unas palabras acompañadas de una sonrisa. Al llegar a mi parada, entré en la tienda habitual para comprar pan. La misma señora de edad que pudo sentarse en el Metro, vino poco después y se adelantó disimuladamente hasta el mostrador. Cuando la dependienta le atendió antes que a los demás, la abuela indicó que ella era la última y que no tenía prisa. Comprendí que el extraño “virus” se extendía aceleradamente.

La transmisión mutante continuó su cadena. La tendera comenzó a regalar pasteles, excusándose por la larga cola que se formaba en su establecimiento en aquel horario. Al llegar a casa, en lugar de regañar a mi hijo menor por estar viendo la televisión, sólo le felicité por haber dejado la mochila en su cuarto. Él se levantó y se puso… ¡a estudiar sin protestar! Al llegar su madre, nuestro hijo le dijo inopinadamente –y esto fue evidencia definitiva de la abducción sucesiva - que ¡le había gustado mucho la merienda que ella le había preparado! A mi esposa no me hace falta observarla: hace años sé que sus dulces facciones esconden un hada venida de alguna lejana galaxia infinitamente más avanzada, educada y bondadosa.

28 palabras para Bush

Los dirigentes mundiales olvidan lo que aprenden los escolares.

Muchos educadores pensamos que el texto más bello y universal escrito por la Humanidad hasta el presente es la “Declaración Universal de los Derechos Humanos”, proclamada en New York el 10 de diciembre de 1948 por la Asamblea General de la ONU. Recordemos íntegra y literalmente dos de sus treinta artículos, para apreciar su trágica pertinencia en la actualidad.

Art. 5º: “Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes”.
Art. 6º: “Todo ser humano tiene derecho, en todas partes, al reconocimiento de su personalidad jurídica”.
A tan precisas y contadas palabras, quizá sólo cabe añadir una reflexión de Ernesto Sábato: “El imperativo de no torturar debe ser categórico, no hipotético”.

Quizá algún día

La muerte no nos roba los seres amados, sino que los inmortaliza en el recuerdo. En vida sí que los perdemos en muchas ocasiones.

Frecuentemente nos prometemos a nosotros mismos que algún día haremos una escapada con nuestra pareja como cuando éramos novios; algún día nos reuniremos con toda la familia que hace tiempo que no vemos; algún día invitaremos a algún viejo amigo que tenemos casi olvidado; algún día visitaremos esos rincones y gentes con quienes pasamos la infancia; quizás algún día…

Prometí a mi tío Txomin que “algún día” pasaría por su casa para recopilar algunos de sus innumerables dibujos (como el de la cueva del Gorbea), historias, recuerdos y vivencias que atesoraba como patriarca superviviente de nuestra extensa familia. Ya no podré cumplir mi palabra: Hace una hora me han comunicado su fallecimiento. Desde el duelo por su insustituible ausencia, vislumbro su última lección, remitida desde el más allá y esbozada con la misma maestría que guiaba su alma de artista. Claramente nos muestra un camino de compromiso inapelable y urgente para acometer esos temas pendientes, que pueden parecer menores pero que dan todo su significado a la vida.

No retrasemos las ocasiones felices y los encuentros con los seres queridos. Ya es tiempo de comprender que cada jornada, cada mañana, cada tarde y cada noche son irrepetibles. “In memoriam de Txomin Agirregabiria (12-5-2004).”