Te recuerdo joven

Un consejo para la juventud, quizá en desacuerdo con la tendencia actual, sobre la conveniencia de hallar pronto el amor.
 

Hace unos días, conversando con una familiar con padres nonagenarios, discrepábamos sobre cómo recordamos a nuestros mayores. Ella se lamentaba de la última etapa vital, ahora tan extendida y -en muchas ocasiones- con dependencia total durante muchos años. Concluía que uno de los peores efectos es que terminamos recordando a nuestros antecesores sólo en su última fase, olvidando cómo eran de jóvenes o en su madurez. 

Para alguien como yo, que perdió a su madre siendo un niño, el desacuerdo no podía ser mayor. Ciertamente que con nuestros abuelos o bisabuelos, a quienes sólo hemos conocido en su ancianidad, su memoria nos evoca únicamente sus últimos años. Pero de mis padres, recuerdo con precisión todo el recorrido que he podido compartir con ellos, desde que mis dos hermanos y yo éramos niños. De todas las reminiscencias paternas me quedo con una de las más tempranas, cuando nos cobijábamos bajo su amplia gabardina al caminar bajo la lluvia hacia la parada del trolebús número 4 en el Arenal bilbaíno. De las remembranzas maternas, prefiero aquélla de cuando, siendo muy pequeños, nos llevaba de la mano desde nuestra casa en Indautxu al Colegio de los Escolapios. 

Ahora, para nuestros hijos jóvenes saliendo de la adolescencia, el consejo de mi esposa Carmen y el mío propio es que encuentren a su amor definitivo lo antes posible, para convivir desde sus mejores edades con la persona que elijan. Anoche, cuando nos quedamos “de novios” por unas horas sin hijos, al despedirse el menor para ir a estudiar lejos y esperar a su hermana que venía de trabajar en el extranjero, nos sorprendió una exuberante tormenta nocturna a las tres de la madrugada. Carmen y yo salimos a recoger los enseres del patio, y nos quedamos a sentir el efecto del aguacero. La observé, mientras ella miraba por una ventana enrejada, y vi exactamente a la misma muchacha de 18 años que era cuando la conocí, a pesar de que median 32 años desde aquel verano. 

Ella me devolvió la mirada, con la misma complicidad y el mismo encanto. No sé cuánto más viviremos, no sé cómo seremos cuando uno de los dos muera; sólo sé que ella para mí siempre será la misma chica que encontré allá por 1973 en San Miguel de Basauri, la misma con la que me casé en agosto del 1977 cuando sólo éramos dos jóvenes de 22 (ella) y 24 años, y la misma que era cuando tuvimos a nuestros hijos. Te recuerdo joven, Carmen; siempre, porque no ha cambiado nuestro amor. 

Y a ti, lector o lectora, joven o no tan joven, te recuerdo que la felicidad está construida con dulces recuerdos y bellas esperanzas. Que nunca te falten ni unas, ni otros. Además, Unamuno advertía que “con maderas de recuerdos armamos las esperanzas”. Este verano (re)encuentra a tu amor o, al menos, colecciona recuerdos felices y construye grandes esperanzas, que son la base del equilibrio personal y la pértiga para superar las dificultades presentes y futuras.

Tus grandes cualidades

©Mikel AgirregabiriaUna técnica de mejora personal fácil de utilizar y que asegura un efecto inmediato y sorprendente.

Este método se utiliza ampliamente en cursos de autoayuda, dirigidos a escolares, jóvenes o adultos. Apenas ocupa unos minutos y promueve un cambio profundo y permanente. En primer lugar, se pide que individualmente cada asistente complete una lista con una docena de cualidades humanas que valore especialmente. Es preferible que la relación se escriba sin sugerencia alguna, pero también cabe que se subrayen doce atributos de un catálogo como el que se ejemplifica resumida y seguidamente, donde deben figurar los adjetivos en género masculino y femenino.

Abnegado (-a), Activo, Afectuoso, Agradecido, Ahorrativo, Alegre, Altruista, Amable, Ambicioso, Amistoso, Atento, Audaz, Austero, Auténtico, Aventurero, Benévolo, Bondadoso, Cabal, Capaz, con Carácter, Caritativo, Cauto, buen Compañero, Comprensivo, Comprometido, Comunicativo, Concienciado, Conciso, Constante, Cortés, Creativo, Decidido, Diligente, Disciplinado, Discreto, Educado, Elocuente, Emotivo, Enérgico, Entusiasta, de trabajar en Equipo, de buen Escuchar, Esforzado, Estudioso, Fiel, Firme, Fraternal, Generoso, Hábil, Hogareño, Honrado, Humilde, de buen Humor, Idealista, Ilusionado, Imaginativo, Ingenioso, Ingenuo, Inocente, Insistente, Inspirado, Instintivo, Intuitivo, con Inventiva, Juicioso, Justo, Laborioso, Leal, buen Lector, defensor de la Libertad, amante de los Libros, Líder, Luchador, De buena Memoria, Natural, Noble, con objetivos, Observador, Optimista, Original, Pacifista, Perseverante, con Personalidad, Persuasivo, Poeta, Popular, Pragmático, Preguntón, Previsor, Prudente, Puntual, Razonable, Realista, Rebelde, Reflexivo, Riguroso, Sencillo, con Sentido común, Sentimental, Sereno, Serio, Simpático, Sincero, Sobrio, Sonriente, Soñador, Tenaz, Tolerante, Trabajador, Utópico, Valiente, Valeroso, Vocacional, Voluntarioso,...

Una vez decididas las que personalmente consideras las mejores cualidades humanas, sólo queda aplicártelas ejercitándolas. Resumido en dos pasos:
1º Selecciona los rasgos que crees que son los cimientos de un buen ser humano.
2º Cultívalos día a día, resaltándolos y convirtiéndolos en tus más notables puntos fuertes.
El resultado siempre es infalible: Mejorarás como persona en todos los ámbitos.

Versión para imprimir en: http://mikel.agirregabiria.net/2005/cualidades.htm