Las bodas o "matrimonios de conveniencia" son algo repudiable y aparentemente anacrónico, pero se siguen produciendo fundamentalmente para obtener beneficios jurídicos, económicos o
sociales, sin que exista vínculo sentimental real entre los
contrayentes. Estos matrimonios blancos (llamados así por la expresión francesa mariage blanc), incluso se generan por decisiones administrativas que requieren determinado estado civil. Por ejemplo, para obtener el permiso de residencia en un país a personas no originarias.
Más deleznable aún, y más odioso que sea promovido por perversas decisiones administrativas, son los cada vez más crecientes casos de "divorcios por conveniencia administrativa". No sólo para eludir deudas o embargos, donde el cónyuge limpio de cargas se queda con la mayor parte del patrimonio que desean salvar.
Aún más penoso es la única escapatoria que se ofrece a parejas que se aman y con prole que ven el divorcio de conveniencia con una ruptura matrimonial falsead como la única forma de sobrevivir en épocas de crisis, haciendo que el cónyuge menos pudiente quede como madre o padre sin pareja a fin de recibir las ayudas en forma de pensiones o pisos que no recibirían permaneciendo casados como es en realidad su deseo.
A todo esto se suman las miríadas de viudas y viudos que no pueden formalizar legalmente su matrimonio... por causas administrativas que les llevarían a perder parte de sus pensiones que reciben por separado.
¿En pleno siglo XXI no hay nadie capaz de eliminar o no favorecer estas aberraciones jurídicas?