La recalcitrante interpelación que nos acosa incesantemente.
Con ocasión de la publicación de un artículo en la revista intelectual Alt+64, fundada en Burgos por un restringido grupo de universitarios autodefinidos como “nihilistas pragmáticos”, uno de sus directores -Unai Macías, hijo además de un buen amigo-, me preguntaba qué título deseaba añadir bajo mi firma. Es la cuestión que periódicamente recibimos cualquiera de nosotros: ¿Usted, qué es? Normalmente, parece circunscribirse la pesquisa a ¿en qué trabaja? o ¿a qué se dedica? Pero la pregunta literalmente abarca casi al conjunto de nuestra identidad, y sólo puede responderse con una cierta extensión. Así que acogiéndome al tópico de “me alegro que me plantee esa pregunta”, contesto concisamente. Soy o, sería más preciso decir, me siento…
1º Un ser espiritual. Alguien dotado de una quintaesencia inmortal, con algún tipo de “alma” imperecedera. Seguramente existen infinitos entes así. Uno de ellos, espero ser yo.
2º Un ser vivo. Importante propiedad la de estar vivo… de momento. Otros espíritus ya no lo están, al menos con esta forma de vida terrenal. Mis padres, por ejemplo, a quienes percibo muy cerca, ya no son seres vivos, lamentablemente.
3º Un animal. Compartir la vida nos aproxima a la flora y nos aleja del mundo mineral. Dentro de los seres vivos, pertenecer a la fauna es una categoría crucial. Creo que mi relación con un ciempiés siempre será muy superior a la que pueda establecer con una orquídea.
4º Un vertebrado. Otro nivel importante de identidad: Mi mascota preferida debería ser como mínimo un ser medular: un pez, un anfibio, un reptil, un ave o…
5º Un mamífero, lo que nos dota de una mayor posibilidad de relación y de inteligencia, aunque entre ellos siempre me he sentido sobre todo…
6º Un placentario. No tengo nada, al revés como se ha visto, contra marsupiales o monotremas, pero me afirmo como euterio, como la mayoría de los mamíferos.
7º Un primate. Entre las 17 órdenes de placentarios, sinceramente me adapto mejor a los primates, sin desdeñar a insectívoros, quirópteros, carnívoros, macroscélidos, edentados, tubulidentados, roedores, lagomorfos, sirénidos, artiodáctilos, perisodáctilos,… o proboscídeos, aunque mi tamaño pudiera confundir.
8º Un homínido. No nos engañemos, entre los primates me quedo con los homínidos, aunque sean de Neandertal o de Cromagnon. Hasta aquí supongo que coincidimos todos.
En este punto podríamos terminar, y firmar cualquiera de nosotros con el título de “Homínido”, o “Mamífero” e incluso “Vertebrado” si preferimos ser más integradores. El resto son matices que carecen de importancia: sexo, edad, religión, color, raza, formación, nacionalidad,… y no hacen a ninguna persona superior a otra. Únicamente sirven esas peculiaridades para terminar de conformarnos, de hacernos diferentes en lo accesorio, para dotar de irrepetible diversidad individual a la esencia de lo humano inmanente.
[En mi caso particular, por si alguien tuviera curiosidad, me siento en lo referido únicamente a apego geográfico: A) De latitudes medias o de zona templada, que va desde los trópicos hasta los círculos polares, determinando que cada año la naturaleza nos cambie gratuitamente el decorado en 4 estaciones diferenciadas. B) Costero, lo que marca el impacto del mar en nuestra personalidad. C) Europeo, que significa mucha historia, muchas lenguas, muchas guerras y muchas civilizaciones. D) Vasco, que origina convivir con una ancestral cultura propia en una fascinante esquina del mundo, junto a las poderosas culturas española y francesa, así como con una intensa influencia anglosajona. E) Bizkaitarra, cuyo matiz histórico, marinero y minero, es muy original, y específicamente del eje Nervión-Ibaizabal, entre Bilbao y el Abra. F) Getxoztarra, residente en este municipio único por su pequeñez, belleza y completitud. G) Arenero (no “harenero”), particularmente del barrio de Las Arenas, donde -entre la singular humedad cantábrica de las mareas de la ría- pueden presentirse los granos silíceos bajo los pies cuando se pasea por sus pavimentados muelles, desde el Puente Colgante hasta la playa de la Bola.]
Con ocasión de la publicación de un artículo en la revista intelectual Alt+64, fundada en Burgos por un restringido grupo de universitarios autodefinidos como “nihilistas pragmáticos”, uno de sus directores -Unai Macías, hijo además de un buen amigo-, me preguntaba qué título deseaba añadir bajo mi firma. Es la cuestión que periódicamente recibimos cualquiera de nosotros: ¿Usted, qué es? Normalmente, parece circunscribirse la pesquisa a ¿en qué trabaja? o ¿a qué se dedica? Pero la pregunta literalmente abarca casi al conjunto de nuestra identidad, y sólo puede responderse con una cierta extensión. Así que acogiéndome al tópico de “me alegro que me plantee esa pregunta”, contesto concisamente. Soy o, sería más preciso decir, me siento…
1º Un ser espiritual. Alguien dotado de una quintaesencia inmortal, con algún tipo de “alma” imperecedera. Seguramente existen infinitos entes así. Uno de ellos, espero ser yo.
2º Un ser vivo. Importante propiedad la de estar vivo… de momento. Otros espíritus ya no lo están, al menos con esta forma de vida terrenal. Mis padres, por ejemplo, a quienes percibo muy cerca, ya no son seres vivos, lamentablemente.
3º Un animal. Compartir la vida nos aproxima a la flora y nos aleja del mundo mineral. Dentro de los seres vivos, pertenecer a la fauna es una categoría crucial. Creo que mi relación con un ciempiés siempre será muy superior a la que pueda establecer con una orquídea.
4º Un vertebrado. Otro nivel importante de identidad: Mi mascota preferida debería ser como mínimo un ser medular: un pez, un anfibio, un reptil, un ave o…
5º Un mamífero, lo que nos dota de una mayor posibilidad de relación y de inteligencia, aunque entre ellos siempre me he sentido sobre todo…
6º Un placentario. No tengo nada, al revés como se ha visto, contra marsupiales o monotremas, pero me afirmo como euterio, como la mayoría de los mamíferos.
7º Un primate. Entre las 17 órdenes de placentarios, sinceramente me adapto mejor a los primates, sin desdeñar a insectívoros, quirópteros, carnívoros, macroscélidos, edentados, tubulidentados, roedores, lagomorfos, sirénidos, artiodáctilos, perisodáctilos,… o proboscídeos, aunque mi tamaño pudiera confundir.
8º Un homínido. No nos engañemos, entre los primates me quedo con los homínidos, aunque sean de Neandertal o de Cromagnon. Hasta aquí supongo que coincidimos todos.
En este punto podríamos terminar, y firmar cualquiera de nosotros con el título de “Homínido”, o “Mamífero” e incluso “Vertebrado” si preferimos ser más integradores. El resto son matices que carecen de importancia: sexo, edad, religión, color, raza, formación, nacionalidad,… y no hacen a ninguna persona superior a otra. Únicamente sirven esas peculiaridades para terminar de conformarnos, de hacernos diferentes en lo accesorio, para dotar de irrepetible diversidad individual a la esencia de lo humano inmanente.
[En mi caso particular, por si alguien tuviera curiosidad, me siento en lo referido únicamente a apego geográfico: A) De latitudes medias o de zona templada, que va desde los trópicos hasta los círculos polares, determinando que cada año la naturaleza nos cambie gratuitamente el decorado en 4 estaciones diferenciadas. B) Costero, lo que marca el impacto del mar en nuestra personalidad. C) Europeo, que significa mucha historia, muchas lenguas, muchas guerras y muchas civilizaciones. D) Vasco, que origina convivir con una ancestral cultura propia en una fascinante esquina del mundo, junto a las poderosas culturas española y francesa, así como con una intensa influencia anglosajona. E) Bizkaitarra, cuyo matiz histórico, marinero y minero, es muy original, y específicamente del eje Nervión-Ibaizabal, entre Bilbao y el Abra. F) Getxoztarra, residente en este municipio único por su pequeñez, belleza y completitud. G) Arenero (no “harenero”), particularmente del barrio de Las Arenas, donde -entre la singular humedad cantábrica de las mareas de la ría- pueden presentirse los granos silíceos bajo los pies cuando se pasea por sus pavimentados muelles, desde el Puente Colgante hasta la playa de la Bola.]