Otra campaña electoral más que el PP esconde tras puro humo.
El PP de Aznar se ha especializado en cortinas de bulos. Cual apicultor con unas bocanadas de fumata aleja las abejas de la cruda realidad, evita picaduras y se lleva el panal de ricos votos, aunque la democracia quede ahumada. Porque Carod-Rovira no estuvo en las Azores, ni avaló una guerra ilegítima con falsos arsenales. Ni Rodríguez Zapatero hundió el Prestige y contaminó toda la costa cantábrica. Tampoco Ibarretxe ni Atutxa acosan al poder judicial, ni ponen en entredicho su independencia. Ni siquiera Llamazares watergatiza indebidamente la “inteligencia” de la agencia CNI.
Para desviar la atención de la opinión pública, el PP incluso salpica a sus propios personajes desechables. El “arrojo” de Trillo menospreciando a la prensa con un euro prepotente no basta para despistar del transporte cicatero del Yak 42, ni sus últimas perejiladas bélicas soterran a los muertos. Tampoco los divorcios de un ministro ocultan su pésima gestión por tierra, mar y aire, ni las memorables sandeces de la “Anda Palacio” y las medallas bushianas de “Ánsar” tapan los acallados fracasos internacionales del Sáhara, Constitución Europea, Gibraltar,… por no citar los inexistentes pero prometidos contratos bélicos de Irak.
Los supuestos “éxitos económicos” de ocho imparables años tampoco nos obnubilan de que el Estado español sigue a la cola de la Unión Europea en todos los parámetros sociales, tales como desempleo, inflación, inversión en familia, salud, educación e investigación, temporalidad y en salario mínimo. A pesar del cacareado “prestigio internacional” y de pervertidas quimeras como que "España es un país sólido, creíble y en expansión con más de 40 millones de personas con alto poder adquisitivo", la inapelable verdad de esa “España (que les) va bien”, es que el 56% de las familias no “llega” a final de mes, y los sistemas de asistencia social son los más precarios de la Europa comunitaria.
Las urnas se acercan y el inexistente partido popular, apenas un organismo de poder réplica de cierto “movimiento de democracia orgánica”, alza su coro de voces bajo la batuta del “embelesamiento único”, con aplastante apoyo mediático y marketing para votantes embotados. Nuevamente se despierta el soterrado pavor inculcado por el homenajeado de la Fundación Francisco Franco, con la matraca de la conjura vasca-catalana-roja-masónica. El PP obvia un balance de gestión y se limita a repetir consignas críticas para hacer la “oposición a la oposición”, con absurdas peticiones de democratización… a los partidos genuinos: Pongan orden en el PSOE y releven a su líder, desaparezca IU, destituyan a ERC en Catalunya, abandonen el Plan Ibarretxe en Euskadi,… en definitiva, “ríndanse todos, que la quiniela está ganada”.
Pero las humaredas de las huelgas generales, de las manifestaciones pacifistas y del chapapote no se ocultan con fogatas de distracción desde triunfalistas hogueras de prensa servil. Rajoy insulta al electorado si cree que su “humo de puro” le hará ganar las elecciones mientras canta “fumando espero”, sin apurarse en debates. Mariano ha sido designado por su ventrílocuo Josemari, un político que desdeña el diálogo, con la estrambótica teoría de mejor no dialogar si se puede descalificar al adversario, o mejor no acudir al Parlamento si puedo sacarme otra foto con Bush.
El Estado estriado y estofado que deja Aznar es un establo estucado por un desbocado PP, que considera que las pensiones y las subvenciones las paga de sus arcas, por lo que debe rendírsele pleitesía. Sus absolutistas lemas están copiados del primer hombre que usó tacones para disimular su corta estatura, Luis XIV, el Rey Sol que dijo “El Estado soy yo" y "Después de mí, el diluvio”. Así pues, ¡que llueva, que llueva,… el próximo 14 de marzo!
¿Átomos o historias?
Esta perspectiva nos aporta una visión sobrenatural, que nos recuerda que nuestra misión no es poseer, sino amar, y que quien tiene una misión, ha de cumplirla.
La propia Física superó entre 1666 y 1678 la teoría corpuscular de Newton, con la teoría ondulatoria de Huygens, aplicadas ambas inicialmente a la luz y extensivas posteriormente a toda “masa” con la Física Cuántica desde Planck, Bohr, Heisenberg y Schrödinger. Incluso físicamente no somos sólo materia; también somos energía, y la ecuación de Einstein (E=m.c2) relaciona ambas magnitudes.
En lenguaje coloquial, o más líricamente, cuando vemos venir por la calle a la persona que adoramos, todos olvidamos que abrazaremos a una conjunción estructural de moléculas. En esas ocasiones, y quizá en todas, sólo existe una historia de amor, que perdurará cuando los átomos participantes se hayan dispersado por el cosmos.
Hemos de descubrir que no somos seres predestinados a dominar a otros, sino a quererlos. Comprenderemos que las únicas conquistas inmortales son las del cariño. ¡Hay tantas clases de amor y de amistad! Relaciones de pareja, familiares, laborales, sociales, espirituales,… Cultivemos todas ellas, apostando por la calidad más que buscando la simple cantidad.
No la llamemos Vida, si no podemos llamarla Amor o Amistad.
La vida no son los inestables átomos que almacenemos en forma de posesiones o patrimonio, ni siquiera los bytes de conocimiento y sabiduría que acumulamos. Si sólo son para nuestro disfrute, con nosotros perecerán. Sólo entregándonos y dándonos, sobreviviremos a nuestra muerte. La existencia es, ante todo, la relación con los demás. La vida se mide por la calidad de vínculos e interrelaciones, más que por la cantidad de objetos materiales.
Reflexionemos y actuemos. Recordemos que las ideas no duran mucho, así que hay que hacer algo con ellas. ¡Suerte con nuestras historias de amor! Descongelemos el poeta que llevamos dentro, recitando el Jeroglífico de Charles Cros, poeta y científico: “J'ai trois fenêtres à ma chambre: l'amour, la mer, la mort” ("Tengo tres ventanas en mi habitación: el amor, la mar, la muerte", pero en español se pierde la similitud fonética).
Noto como voto solo
¿Bonoloto o tocomocho? ¿Voto o No-Do?
¿Ozono gozoso o jocoso otoño? Noto tosco No-Do fogoso de coco corso, bonzo bombo sonoro, sordo coro hosco, coto de godo colono, loro dogo plomoso, foso ronco, soso foro, torno fofo, toldo gomoso, pozo hondo, hoyo roñoso, moho moroso, lodo modoso, moco poroso, codo rocoso, cono de dolo o foco mono de doloso toco-mocho de bono-loto. Son gol de hoy, voz de zoo, coz de don, rol de non, do de sor, hoz de ron, tos de col, mol de boj,…
Rollo golfo, morro de tordo tonto, monto morbo ñoño, corro colmo de rosco soplo. Tocho cromo, cloro, yodo o bromo. Todo tono rojo, toro roto, soto o tojo, poco gozo. Sólo bollo goloso de moto o bolo, pollo mocoso, mosto copto, topo o lobo, tollo corzo. Robo de modo romo, loco polo, poso de mozo bobo, pomo en ojo moro, yoyó de costo sorbo, horno de polvo, docto potro corto, hongo o sorgo.
¡Oh vos, sol doloroso, comodoro gonococo, trono de chopo cojo! Noto a bordo cobro gordo al dorso, bolso de forro o fondo, logro zorro de torso dos rombos. Copo poro, coloso sofoco de tomo y lomo hasta el gorro (moño o coño). ¡Socorro! Lloro flojo de gnomo, trozo de tropo globo. ¡So!, yo no lo soy, por los…, con dos… Noto como voto solo.
¿Ozono gozoso o jocoso otoño? Noto tosco No-Do fogoso de coco corso, bonzo bombo sonoro, sordo coro hosco, coto de godo colono, loro dogo plomoso, foso ronco, soso foro, torno fofo, toldo gomoso, pozo hondo, hoyo roñoso, moho moroso, lodo modoso, moco poroso, codo rocoso, cono de dolo o foco mono de doloso toco-mocho de bono-loto. Son gol de hoy, voz de zoo, coz de don, rol de non, do de sor, hoz de ron, tos de col, mol de boj,…
Rollo golfo, morro de tordo tonto, monto morbo ñoño, corro colmo de rosco soplo. Tocho cromo, cloro, yodo o bromo. Todo tono rojo, toro roto, soto o tojo, poco gozo. Sólo bollo goloso de moto o bolo, pollo mocoso, mosto copto, topo o lobo, tollo corzo. Robo de modo romo, loco polo, poso de mozo bobo, pomo en ojo moro, yoyó de costo sorbo, horno de polvo, docto potro corto, hongo o sorgo.
¡Oh vos, sol doloroso, comodoro gonococo, trono de chopo cojo! Noto a bordo cobro gordo al dorso, bolso de forro o fondo, logro zorro de torso dos rombos. Copo poro, coloso sofoco de tomo y lomo hasta el gorro (moño o coño). ¡Socorro! Lloro flojo de gnomo, trozo de tropo globo. ¡So!, yo no lo soy, por los…, con dos… Noto como voto solo.
Triple personalidad
“Todos nacemos príncipes y princesas”
Eric Berne (1910-1970) fue un psiquiatra de reconocido prestigio que desarrolló una teoría de la personalidad, conocida mundialmente como Análisis Transaccional (A.T.), basada en los Estados del Yo, las transacciones humanas, los juegos psicológicos y los guiones vitales. De amplia aplicación ulterior, sus técnicas resultan muy valiosas para el crecimiento y la mejora personal y grupal. Presentaremos un compendio de sus fundamentos, que podrán sernos provechosos para comprender mejor la naturaleza de las relaciones humanas. La filosofía subyacente en el A.T. parte de la premisa de que “todos nacemos bien”, como sugiere el subtítulo que Berne acostumbraba a repetir. Todos disponemos de un incalculable potencial humano que podemos desarrollar, y cada uno es principal responsable de su propia vida, decidiendo, para bien o para mal, lo que hace con ella. Podemos progresar si empleamos debidamente los recursos personales y colectivos que están a nuestro alcance.
Para el desarrollo de habilidades sociales en la comunicación, el A.T. sugiere una estructura de personalidad P.A.N (Padre-Adulto-Niño), en tres instancias o triple Estado del Yo: el Padre, el Adulto y el Niño. Son patrones diferenciados de sentimientos, pensamientos y comportamientos de diverso origen biológico e histórico y de distinta vivencia interior. Este esquema es la base de toda la doctrina de la personalidad inacabada y en proceso de desarrollo, que mostrará los modelos de comunicación y el tipo de transacciones entre estos tres personajes internos que todos llevamos dentro.
El “Yo Padre” es ese personaje que aparece cuando hablamos como creemos que lo harían nuestros padres. Es la pauta que nos asemeja a la figura parental, que grabamos de pasada experiencia familiar. Adopta dos instancias, la del Padre Influyente o Normativo que dirige y es firme en sus preceptos, o la del Padre Generoso, que ayuda, aconseja y tranquiliza, incluso en exceso con paternalismo. Las manifestaciones del Padre son frases estereotipadas, refranes, órdenes, adjetivos calificativos, juicios de valor,... como "Eso no se hace", "Porque lo digo yo", "Eso es ridículo", "No haces nunca nada bien", "Hazlo así",… con tonos de voz fuertes, como puntualizando (o bien envolvente en el Padre Acogedor). Los gestos son apuntar con el índice, desaprobar negando con la cabeza o aprobar asintiendo con la cabeza, dar una palmada en la espalda,... Las actitudes corporales son de manos sobre las caderas, mirar de arriba a bajo, cruzar los brazos sobre el pecho, meter la barbilla entre la mano, o extender los brazos para abrazar,... con expresiones faciales de fruncir las cejas, expresión de altivez o simpatía, apretar los labios, elevar las cejas, elevar los brazos al cielo... y miradas intensas, dan miedo o envuelven, culpabilizan o apoyan.
El “Yo Adulto” es el modo autónomo y pertinente de comportarse ante la realidad de cada momento. Sus manifestaciones están regidas por los estímulos y relaciones de la situación presente, con frases que expresan hechos o preguntas y respuestas con intención directa y clara: ¿Quién, qué, dónde, cuándo, cómo, por qué, para qué?", "¿Has tomado una decisión?", "¿Qué esperas de mí?", "No estoy de acuerdo", "Ésta es mi opinión, pero no es más que mi opinión", "Éstas son las ventajas y los inconvenientes", "Me siento triste cuando dices eso"... Las actitudes corporales son relajadas pero atentas, cabeza derecha, mirada discreta, voz calmada,...
El “Yo Niño” es la reliquia arcaica de nuestra propia infancia: aquel niño que fuimos. La edad típica de nuestro Niño depende de nuestra historia personal y es diferente aún entre hermanos que comparten el “Yo Padre”. Existen tres subniveles: el Niño Adaptado, que rehuye las dificultades y busca la aprobación; el “Pequeño Profesor”, creativo e intuitivo que presiente las situaciones, aunque puede equivocarse; y el “Niño Libre” que representa la creatividad y la naturalidad, que puede ser egocéntrico. Expresiones características del Estado Niño son “¿Vale...?”, “¡Qué rollo...!”, “¡Qué bien!”, “La he fastidiado”, “No sé qué más decir”,… Los tonos de voz son oscilantes, retraídos y débiles o brillantes y excitados, con gestos como bufar, hacer burla, gesticular, retorcerse las manos, rascarse, mover la punta del pie, repiquetear en la mesa, manosear un lápiz, dibujar durante una reunión,... Las sensaciones son de nerviosismo o bienestar, risas, sonrojo o palidez repentina,... con actitudes corporales como las piernas recogidas bajo la silla, los pies en la mesa, desplomado, agitado, gracioso, deprimido,... con miradas cómplices, suplicantes o sonrientes, moviendo los ojos a derecha o a izquierda, o avergonzado con los ojos bajados,...
¿Hemos reconocido a nuestros tres Yos? ¿Cuál predomina? ¡Que no falte ninguno! Lástima no poder seguir, contando qué pasa cuando nuestro Niño habla con el Padre/Adulto/Niño de nuestra Pareja (- Lo siento pero me parece que otra vez he perdido las llaves. – Siempre eres un descuidado/ ¿Has mirado en la entrada?/ Pues te fastidias), o cuando a una pregunta del Adulto de nuestro interlocutor le responde nuestro Padre/Adulto o Niño (-¿Dónde está el periódico? – Nunca sabes dónde dejas las cosas/ Creo que en la sala/ Yo no lo he perdido). Quizá continuemos otro día, pero las posibilidades de interpretación de la comunicación que ofrece el A.T. esperemos que hayan quedado expuestas.
Para el desarrollo de habilidades sociales en la comunicación, el A.T. sugiere una estructura de personalidad P.A.N (Padre-Adulto-Niño), en tres instancias o triple Estado del Yo: el Padre, el Adulto y el Niño. Son patrones diferenciados de sentimientos, pensamientos y comportamientos de diverso origen biológico e histórico y de distinta vivencia interior. Este esquema es la base de toda la doctrina de la personalidad inacabada y en proceso de desarrollo, que mostrará los modelos de comunicación y el tipo de transacciones entre estos tres personajes internos que todos llevamos dentro.
El “Yo Padre” es ese personaje que aparece cuando hablamos como creemos que lo harían nuestros padres. Es la pauta que nos asemeja a la figura parental, que grabamos de pasada experiencia familiar. Adopta dos instancias, la del Padre Influyente o Normativo que dirige y es firme en sus preceptos, o la del Padre Generoso, que ayuda, aconseja y tranquiliza, incluso en exceso con paternalismo. Las manifestaciones del Padre son frases estereotipadas, refranes, órdenes, adjetivos calificativos, juicios de valor,... como "Eso no se hace", "Porque lo digo yo", "Eso es ridículo", "No haces nunca nada bien", "Hazlo así",… con tonos de voz fuertes, como puntualizando (o bien envolvente en el Padre Acogedor). Los gestos son apuntar con el índice, desaprobar negando con la cabeza o aprobar asintiendo con la cabeza, dar una palmada en la espalda,... Las actitudes corporales son de manos sobre las caderas, mirar de arriba a bajo, cruzar los brazos sobre el pecho, meter la barbilla entre la mano, o extender los brazos para abrazar,... con expresiones faciales de fruncir las cejas, expresión de altivez o simpatía, apretar los labios, elevar las cejas, elevar los brazos al cielo... y miradas intensas, dan miedo o envuelven, culpabilizan o apoyan.
El “Yo Adulto” es el modo autónomo y pertinente de comportarse ante la realidad de cada momento. Sus manifestaciones están regidas por los estímulos y relaciones de la situación presente, con frases que expresan hechos o preguntas y respuestas con intención directa y clara: ¿Quién, qué, dónde, cuándo, cómo, por qué, para qué?", "¿Has tomado una decisión?", "¿Qué esperas de mí?", "No estoy de acuerdo", "Ésta es mi opinión, pero no es más que mi opinión", "Éstas son las ventajas y los inconvenientes", "Me siento triste cuando dices eso"... Las actitudes corporales son relajadas pero atentas, cabeza derecha, mirada discreta, voz calmada,...
El “Yo Niño” es la reliquia arcaica de nuestra propia infancia: aquel niño que fuimos. La edad típica de nuestro Niño depende de nuestra historia personal y es diferente aún entre hermanos que comparten el “Yo Padre”. Existen tres subniveles: el Niño Adaptado, que rehuye las dificultades y busca la aprobación; el “Pequeño Profesor”, creativo e intuitivo que presiente las situaciones, aunque puede equivocarse; y el “Niño Libre” que representa la creatividad y la naturalidad, que puede ser egocéntrico. Expresiones características del Estado Niño son “¿Vale...?”, “¡Qué rollo...!”, “¡Qué bien!”, “La he fastidiado”, “No sé qué más decir”,… Los tonos de voz son oscilantes, retraídos y débiles o brillantes y excitados, con gestos como bufar, hacer burla, gesticular, retorcerse las manos, rascarse, mover la punta del pie, repiquetear en la mesa, manosear un lápiz, dibujar durante una reunión,... Las sensaciones son de nerviosismo o bienestar, risas, sonrojo o palidez repentina,... con actitudes corporales como las piernas recogidas bajo la silla, los pies en la mesa, desplomado, agitado, gracioso, deprimido,... con miradas cómplices, suplicantes o sonrientes, moviendo los ojos a derecha o a izquierda, o avergonzado con los ojos bajados,...
¿Hemos reconocido a nuestros tres Yos? ¿Cuál predomina? ¡Que no falte ninguno! Lástima no poder seguir, contando qué pasa cuando nuestro Niño habla con el Padre/Adulto/Niño de nuestra Pareja (- Lo siento pero me parece que otra vez he perdido las llaves. – Siempre eres un descuidado/ ¿Has mirado en la entrada?/ Pues te fastidias), o cuando a una pregunta del Adulto de nuestro interlocutor le responde nuestro Padre/Adulto o Niño (-¿Dónde está el periódico? – Nunca sabes dónde dejas las cosas/ Creo que en la sala/ Yo no lo he perdido). Quizá continuemos otro día, pero las posibilidades de interpretación de la comunicación que ofrece el A.T. esperemos que hayan quedado expuestas.
Cicatrices
El valor de una persona se juzga por sus cicatrices.
Dicen que Dios cuando nos evalúe no analizará nuestro currículo, ni nuestras medallas, ni nuestro patrimonio. Dicen que Dios nos valorará por la memoria de nuestras cicatrices. Las cicatrices miden no sólo las heridas que hemos sufrido, sino cómo las hemos curado. La existencia seguro que nos proporcionará más o menos cortes dolorosos de infelicidad, pero las cicatrices son curaciones de vitalidad y de deseo de luchar contra la injusticia y por mejorar las condiciones de vida nuestras y de los nuestros.
La misma experiencia no es sino una cicatriz. Todos vamos acumulando cicatrices, algunas en la piel, y muchas en el alma. Causadas por errores propios o ajenos, pero su cicatrización demuestra que en todos los casos supimos vencer o sobrellevar las dificultades. Las cicatrices deben mostrarse con orgullo, porque siempre nos recuerdan un episodio de superación.
Cuentan la historia de un niño que cayó al estanque de los cocodrilos en un zoológico. Su madre se asomó al borde del pozo y pudo asir a su hijo por el brazo, cuando las mandíbulas de un reptil ya le apresaban las piernas. El caimán era muy fuerte, pero el amor de madre sacó fuerzas de flaqueza y arrebató al cocodrilo su pieza. El niño sobrevivió a las desgarradoras heridas y pudo volver a caminar. Fue noticia famosa su recuperación. Todavía en el hospital, cuando los periodistas le pidieron fotografiar sus cicatrices, el niño se remangó la manga y mostró orgulloso las marcas de las uñas de su madre, quien no soltándole había salvado su vida.
El relato anterior nos recuerda que las heridas las sanamos con la ayuda de los demás, y especialmente de nuestra familia. De hecho nuestra madre nos dejó a todos, absolutamente a todas las personas, una imborrable cicatriz, la primera, que debe recordarnos su sacrificio al darnos la vida. Es una preciosa cicatriz, visible en el centro de nuestro tronco. Frecuentemente olvidamos su bendito origen maternal, y hasta lo confundimos con nuestro yo cuando nos miramos demasiado… el ombligo.
La misma experiencia no es sino una cicatriz. Todos vamos acumulando cicatrices, algunas en la piel, y muchas en el alma. Causadas por errores propios o ajenos, pero su cicatrización demuestra que en todos los casos supimos vencer o sobrellevar las dificultades. Las cicatrices deben mostrarse con orgullo, porque siempre nos recuerdan un episodio de superación.
Cuentan la historia de un niño que cayó al estanque de los cocodrilos en un zoológico. Su madre se asomó al borde del pozo y pudo asir a su hijo por el brazo, cuando las mandíbulas de un reptil ya le apresaban las piernas. El caimán era muy fuerte, pero el amor de madre sacó fuerzas de flaqueza y arrebató al cocodrilo su pieza. El niño sobrevivió a las desgarradoras heridas y pudo volver a caminar. Fue noticia famosa su recuperación. Todavía en el hospital, cuando los periodistas le pidieron fotografiar sus cicatrices, el niño se remangó la manga y mostró orgulloso las marcas de las uñas de su madre, quien no soltándole había salvado su vida.
El relato anterior nos recuerda que las heridas las sanamos con la ayuda de los demás, y especialmente de nuestra familia. De hecho nuestra madre nos dejó a todos, absolutamente a todas las personas, una imborrable cicatriz, la primera, que debe recordarnos su sacrificio al darnos la vida. Es una preciosa cicatriz, visible en el centro de nuestro tronco. Frecuentemente olvidamos su bendito origen maternal, y hasta lo confundimos con nuestro yo cuando nos miramos demasiado… el ombligo.
Lemas electorales
Las cúpulas de los partidos eligen letárgicos temas de campaña
Un lema electoral es algo muy seleccionado, aunque no valga para casi nada. Es fácil definir lo que NO debe ser un lema electoral: No debe ser una promesa, porque luego podría comprobarse que se ha incumplido. Tampoco debe ser demasiado esperanzador, porque la realidad podría pasar factura. Finalmente nunca debe ser excluyente para no perder electorado potencial. Resultado: Emblemas modernistas de “pájaros y flores” que valen para cualquier partido en cualquier ocasión.
Si se disponen las consignas apartadas de los logotipos, nadie sabría a qué partido corresponden. Quién podría adivinar qué ideario político se defiende con divisas recientes como “Sois necesarios” o “Por las personas. Por ti. Vota XX”. Podría descartarse algún partido ultraconservador tras el eslogan de “Un alcalde para todos y todas”, cuya buena intención de equilibrio no sexista queda en entredicho por la brevedad impuesta, dado que lo aconsejable hubiese sido “Un alcalde o una alcaldesa para todas y todos”. Pero es obvio que no se derrochan imaginación, precisión, ni diferenciación en las proclamas, por no mencionar los programas detallados que no leen sino los redactores adversarios para incluir, superar y sobrepasar las ofertas contrarias.
En la inminente campaña que se avecina, y que adelantan implacablemente los partidos (excepto en Euskadi donde los montaraces partidos nacionalistas son los únicos que cumplen escrupulosamente el calendario electoral), se han avanzado algunos de los lemas, tan hueros como habitualmente como presunto signo de vaciedad ideológica. Pero no puede negarse el acierto en estas anodinas señas electorales,… si dejamos volar nuestra creatividad y leemos descuidadamente alguna letra de estas gemas electorales.
El PP elige el tema “Justos, vamos a más”, que proclama una verdad como un templo: Los que no llegamos a final de mes, crecemos junto con el PP. El PSOE prefiere “Merecemos una Espada mejor”, que insinúa que nos espera más estaca y más estafa a gran escala. IU adopta el “Vamos a recuperar tu alusión, palabra”, que promete una mayor presencia de que se remunere la ilusión. Acaso sean estas malévolas versiones únicamente “mensajes subliminales” no previstos por los programadores publicistas. Nostálgicos quedamos evocando aquel ecológico “¡Haced la Tierra fértil de nuevo! Hemos de proteger a la Tierra de la Humanidad", que podría parafrasearse con “Protejamos a la sociedad de los politicastros”.
¿Por qué toda la inagotable inventiva del marketing comercial, se desvanece ante el reto de simple lema político que condense una opción ideológica y social? Sólo cabe explicar semejante dislate porque el objetivo último no es conquistar el alma del votante, sino aburrirle hasta la saciedad para que siga acudiendo a las urnas con su papeleta elegida precariamente entre partido y partido (de fútbol), tras arduos debates (de frívolas estupideces) y siga dejando durante cuatro años más la política en manos de gobernante groseros que no se someten al Parlamento, y ni siquiera a la Prensa en plena época electoral. Añorada educación cívica, ¿dónde estás?
Un lema electoral es algo muy seleccionado, aunque no valga para casi nada. Es fácil definir lo que NO debe ser un lema electoral: No debe ser una promesa, porque luego podría comprobarse que se ha incumplido. Tampoco debe ser demasiado esperanzador, porque la realidad podría pasar factura. Finalmente nunca debe ser excluyente para no perder electorado potencial. Resultado: Emblemas modernistas de “pájaros y flores” que valen para cualquier partido en cualquier ocasión.
Si se disponen las consignas apartadas de los logotipos, nadie sabría a qué partido corresponden. Quién podría adivinar qué ideario político se defiende con divisas recientes como “Sois necesarios” o “Por las personas. Por ti. Vota XX”. Podría descartarse algún partido ultraconservador tras el eslogan de “Un alcalde para todos y todas”, cuya buena intención de equilibrio no sexista queda en entredicho por la brevedad impuesta, dado que lo aconsejable hubiese sido “Un alcalde o una alcaldesa para todas y todos”. Pero es obvio que no se derrochan imaginación, precisión, ni diferenciación en las proclamas, por no mencionar los programas detallados que no leen sino los redactores adversarios para incluir, superar y sobrepasar las ofertas contrarias.
En la inminente campaña que se avecina, y que adelantan implacablemente los partidos (excepto en Euskadi donde los montaraces partidos nacionalistas son los únicos que cumplen escrupulosamente el calendario electoral), se han avanzado algunos de los lemas, tan hueros como habitualmente como presunto signo de vaciedad ideológica. Pero no puede negarse el acierto en estas anodinas señas electorales,… si dejamos volar nuestra creatividad y leemos descuidadamente alguna letra de estas gemas electorales.
El PP elige el tema “Justos, vamos a más”, que proclama una verdad como un templo: Los que no llegamos a final de mes, crecemos junto con el PP. El PSOE prefiere “Merecemos una Espada mejor”, que insinúa que nos espera más estaca y más estafa a gran escala. IU adopta el “Vamos a recuperar tu alusión, palabra”, que promete una mayor presencia de que se remunere la ilusión. Acaso sean estas malévolas versiones únicamente “mensajes subliminales” no previstos por los programadores publicistas. Nostálgicos quedamos evocando aquel ecológico “¡Haced la Tierra fértil de nuevo! Hemos de proteger a la Tierra de la Humanidad", que podría parafrasearse con “Protejamos a la sociedad de los politicastros”.
¿Por qué toda la inagotable inventiva del marketing comercial, se desvanece ante el reto de simple lema político que condense una opción ideológica y social? Sólo cabe explicar semejante dislate porque el objetivo último no es conquistar el alma del votante, sino aburrirle hasta la saciedad para que siga acudiendo a las urnas con su papeleta elegida precariamente entre partido y partido (de fútbol), tras arduos debates (de frívolas estupideces) y siga dejando durante cuatro años más la política en manos de gobernante groseros que no se someten al Parlamento, y ni siquiera a la Prensa en plena época electoral. Añorada educación cívica, ¿dónde estás?
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