"Puede considerarse bienaventurado y no pedir mayor felicidad el hombre que ha encontrado su trabajo". |
Dicen... |
Dichoso es aquél cuya profesión coincide con su afición
El Pueblo ha hablado
Aznar pasará a la historia negra de España.
La conmoción provocada el 11M por terroristas que dicen defender el Islam fue inmensurable, nos transportó todos los horrores de la monstruosa guerra hasta cada cuarto de estar. Viendo las horrendas imágenes, oyendo a los mutilados y sintiendo todo el amargor de la infamia, ya no valían los subterfugios de “batallas victoriosas con bombas inteligentes y daños colaterales”, sino que se trataba de la más cruel realidad que no se apartaba de nuestra vida: Centenares de infelices víctimas, completamente inocentes, habían sido asesinadas o malheridas por el sinsentido del terror mundial.
Los móviles gimieron insistentemente entre las vías del tren reclamando la atención de los sacrificados, llamados por sus angustiados familiares, y encogiendo el corazón de quienes no podían contestar porque la única respuesta posible era que sus allegados habían fallecido en otro insensato episodio de cobardía bélica.
Horas después, y a pesar de las manipulaciones informativas que figurarán en todos los textos del periodismo universal como la aberración de un poder corrupto, las almas más dormidas escucharon la llamada de las urnas. Fue el despertar de la pesadilla, de un horror insufriblemente cierto: el abuso de un gobierno y de un partido que con su mayoría absoluta había apoyado una injusta guerra contra el sentir mayoritario, había especulado con nuestro futuro, había comprometido nuestro destino, había desterrado el diálogo democrático, había conculcado los derechos elementales de las minorías y había viciado todo el entramado democrático del Estado.
Aznar, sus colaboradores y el PP que representaban y les apoyó, deben pasar a la Historia por la puerta falsa del deshonor y de la ignominia por su conducta absolutista, por la insolencia de su engreída desfachatez. Quienes hemos sufrido su indigno desgobierno, merecemos su retirada inmediata y definitiva para que desaparezcan de la política del Estado los modos autoritarios. Deben quedar como el ejemplo histórico de cómo una democracia sensata reprueba y destierra para siempre jamás a los gobernantes inicuos.
La conmoción provocada el 11M por terroristas que dicen defender el Islam fue inmensurable, nos transportó todos los horrores de la monstruosa guerra hasta cada cuarto de estar. Viendo las horrendas imágenes, oyendo a los mutilados y sintiendo todo el amargor de la infamia, ya no valían los subterfugios de “batallas victoriosas con bombas inteligentes y daños colaterales”, sino que se trataba de la más cruel realidad que no se apartaba de nuestra vida: Centenares de infelices víctimas, completamente inocentes, habían sido asesinadas o malheridas por el sinsentido del terror mundial.
Los móviles gimieron insistentemente entre las vías del tren reclamando la atención de los sacrificados, llamados por sus angustiados familiares, y encogiendo el corazón de quienes no podían contestar porque la única respuesta posible era que sus allegados habían fallecido en otro insensato episodio de cobardía bélica.
Horas después, y a pesar de las manipulaciones informativas que figurarán en todos los textos del periodismo universal como la aberración de un poder corrupto, las almas más dormidas escucharon la llamada de las urnas. Fue el despertar de la pesadilla, de un horror insufriblemente cierto: el abuso de un gobierno y de un partido que con su mayoría absoluta había apoyado una injusta guerra contra el sentir mayoritario, había especulado con nuestro futuro, había comprometido nuestro destino, había desterrado el diálogo democrático, había conculcado los derechos elementales de las minorías y había viciado todo el entramado democrático del Estado.
Aznar, sus colaboradores y el PP que representaban y les apoyó, deben pasar a la Historia por la puerta falsa del deshonor y de la ignominia por su conducta absolutista, por la insolencia de su engreída desfachatez. Quienes hemos sufrido su indigno desgobierno, merecemos su retirada inmediata y definitiva para que desaparezcan de la política del Estado los modos autoritarios. Deben quedar como el ejemplo histórico de cómo una democracia sensata reprueba y destierra para siempre jamás a los gobernantes inicuos.
Al PP se le acabó el tiempo
La verdad se escurría por entre los dedos de la manipulación
El Pueblo lo soporta todo. Paga en sangre y en carne, sin demora ni regateo, con la vida, con la hipoteca y la subordinación perpetua. Recibe, a cambio, mentiras y engaños. Políticos mendaces que arrojan carroña a una prensa cómplice. Nos preguntábamos: ¿Es que no queda ni un sólo periodista profesional que inquiera a un solo policía competente, para publicar una sola verdad que responda a las acuciantes preguntas del pueblo el mismísimo día de las urnas? ¡Cuánta miseria, cuánto servilismo, cuántos intereses corrompidos!
¿Acaso el pobre pueblo sólo merecía esa burla de retraso y ofuscación? ¿Quién nos defiende de estos defensores? ¿Quién extinguió todos los poderes al servicio de la sociedad? ¿Dónde está la Fiscalía, tan ágil para condenar delitos que causan infinitamente menos alarma social? ¿Dónde quedaron los jueces estrella? ¿Dónde se esconden los directores de los prestigiosos diarios? ¿Cuándo leeremos los editoriales comprometidos? ¿Dónde se refugia el laureado estadista y el ministro de Perejil? ¿Dónde se agazapa el candidato a dedo que espera gobernar al mismo pueblo sumiso?
Alentaron la guerra lejana para el negocio cercano. La cruzada con Bush de quienes se dicen cristianos, legionarios de Cristo, pero sólo buscan lucrarse con el poder para seguir dominando y explotando a sus gentes del mismo indigno modo. La crueldad de los verdugos terroristas islamistas (a los de ETA sólo les resta anunciar su definitiva desaparición, ¿o quieren “mejorar” esto?) se empareja con la connivencia de quienes se escudan en el asesinato del pueblo para sacar provecho propio. ¡Cuánta iniquidad, cuánta perversión, cuánta inmoralidad! ¡Malditos sean todos los culpables! ¡Que hablen las urnas con el clamor de PAZ que se alza desde Bagdad y desde Madrid!
El Pueblo lo soporta todo. Paga en sangre y en carne, sin demora ni regateo, con la vida, con la hipoteca y la subordinación perpetua. Recibe, a cambio, mentiras y engaños. Políticos mendaces que arrojan carroña a una prensa cómplice. Nos preguntábamos: ¿Es que no queda ni un sólo periodista profesional que inquiera a un solo policía competente, para publicar una sola verdad que responda a las acuciantes preguntas del pueblo el mismísimo día de las urnas? ¡Cuánta miseria, cuánto servilismo, cuántos intereses corrompidos!
¿Acaso el pobre pueblo sólo merecía esa burla de retraso y ofuscación? ¿Quién nos defiende de estos defensores? ¿Quién extinguió todos los poderes al servicio de la sociedad? ¿Dónde está la Fiscalía, tan ágil para condenar delitos que causan infinitamente menos alarma social? ¿Dónde quedaron los jueces estrella? ¿Dónde se esconden los directores de los prestigiosos diarios? ¿Cuándo leeremos los editoriales comprometidos? ¿Dónde se refugia el laureado estadista y el ministro de Perejil? ¿Dónde se agazapa el candidato a dedo que espera gobernar al mismo pueblo sumiso?
Alentaron la guerra lejana para el negocio cercano. La cruzada con Bush de quienes se dicen cristianos, legionarios de Cristo, pero sólo buscan lucrarse con el poder para seguir dominando y explotando a sus gentes del mismo indigno modo. La crueldad de los verdugos terroristas islamistas (a los de ETA sólo les resta anunciar su definitiva desaparición, ¿o quieren “mejorar” esto?) se empareja con la connivencia de quienes se escudan en el asesinato del pueblo para sacar provecho propio. ¡Cuánta iniquidad, cuánta perversión, cuánta inmoralidad! ¡Malditos sean todos los culpables! ¡Que hablen las urnas con el clamor de PAZ que se alza desde Bagdad y desde Madrid!
Lo que sí sabemos
Las conjeturas no deben cegar nuestras certezas inmutables
Hemos de seguir viviendo, incluso hemos de acudir a votar, y nos sentimos en un mar de dudas, tras el océano de sangre del 11M. El dolor enturbia nuestra mente, pero de nuestra alma emergen simultáneamente las convicciones más firmes. Tuvo que ser Albert Einstein quien declarase, ante el dilema de la bomba atómica en plena II Guerra Mundial: “La paz no puede mantenerse por la fuerza...sólo se consigue mediante la comprensión”. Incluso sin la inteligencia del científico pacifista, todos sí sabemos bien que…
Con la muerte de los demás nunca nadie puede ganar nada en ningún lugar del mundo.
La violencia, la guerra, los ejércitos y las guerrillas sólo causan más masacre y horror.
La democracia, la justicia y la paz son el único camino para toda la humanidad.
Son culpables todos aquellos que buscan victorias por la fuerza de las armas.
Ninguna guerra está justificada; ni ninguna causa vale un solo muerto.
No se puede vencer sin sembrar el odio; convencer es el método.
La inocencia asesinada clama el desprecio hacia los belicosos.
La paz es verdad, justicia, solidaridad, hermandad y amor.
La guerra es la salida cobarde a los problemas de la paz.
La paz comienza justamente donde la ambición termina.
Ante las urnas que hable nuestro pacífico corazón.
La paz es un empeño que nos concierne a todos.
No hay caminos para la paz; la paz es el camino.
Jamás hubo una guerra buena o una mala paz.
La justicia elimina los obstáculos para la paz.
Votemos paz aquí, ahora, para todos, ya.
Si queremos paz, sembremos la paz.
Nadie sino nosotros traerá la paz.
Demos una oportunidad a la paz.
La paz está en nuestras manos.
No tememos a la paz.
La paz es posible.
La paz vendrá.
Dolor, preguntas y respuestas
11M: Hecatombe. 13M: Reflexión. 14M: Democracia.
¡La violencia que interrumpe tantas vidas no vividas! La tragedia que arrebata primero a los mejores, y deja a los culpables. El terror que no se atrasa ni un minuto para las víctimas inocentes. Donne relató la desolación que nos aflige como supervivientes del horror: “La muerte de cualquier persona me disminuye porque estoy ligado a la humanidad; y, por tanto, nunca preguntes por quién doblan las campanas: doblan por ti”. ¡Señor, damos a cada uno nuestra propia muerte, a nuestro término, sólo cuando hayamos ido perdiendo la costumbre de vivir!
El dolor: Triste compañía la aflicción, ese pesar que reclama soledad. Dicen, pero ahora no podemos creerlo, que la pena es la dignidad de la desgracia; que aguza la inteligencia y fortifica el espíritu; que el dolor es el gran maestro y que bajo su hálito se desarrollan las almas.
Las incesantes preguntas martilleando nuestra mente: ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Quiénes? ¿Qué dicen defender los desalmados culpables? ¿Quiénes sacarán provecho? ¿Cómo acabar con todo ello?
Y las respuestas: Necesitamos urgentemente una seguridad de verdad, una prensa de nivel, una política de altura, una justicia de calidad, una educación de excelencia.
¡La violencia que interrumpe tantas vidas no vividas! La tragedia que arrebata primero a los mejores, y deja a los culpables. El terror que no se atrasa ni un minuto para las víctimas inocentes. Donne relató la desolación que nos aflige como supervivientes del horror: “La muerte de cualquier persona me disminuye porque estoy ligado a la humanidad; y, por tanto, nunca preguntes por quién doblan las campanas: doblan por ti”. ¡Señor, damos a cada uno nuestra propia muerte, a nuestro término, sólo cuando hayamos ido perdiendo la costumbre de vivir!
El dolor: Triste compañía la aflicción, ese pesar que reclama soledad. Dicen, pero ahora no podemos creerlo, que la pena es la dignidad de la desgracia; que aguza la inteligencia y fortifica el espíritu; que el dolor es el gran maestro y que bajo su hálito se desarrollan las almas.
Las incesantes preguntas martilleando nuestra mente: ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Quiénes? ¿Qué dicen defender los desalmados culpables? ¿Quiénes sacarán provecho? ¿Cómo acabar con todo ello?
Y las respuestas: Necesitamos urgentemente una seguridad de verdad, una prensa de nivel, una política de altura, una justicia de calidad, una educación de excelencia.
ETA, mierda
Nota de un vasco que lleva toda su vida pidiendo la Paz
ETA asesina y aterroriza.
ETA ensucia el nombre de los vascos.
ETA impide la democracia entre nosotros.
Que la inteligencia nos ayude a que ETA se acabe.
Hoy sólo puede hablar el corazón: ETA es la peor mafia.
Solidaridad y cariño para las víctimas, sus familiares, Madrid y España.
Voy a donar sangre ahora. La tinta no basta para describir nuestra pena.
Remitido a las 9:30 del 11-3-2004, cuando las víctimas mortales eran cinco y todo apuntaba a ETA.
Nacionalismo incurable
Una atávica enfermedad se difunde por el mundo
Me he sentido mal viendo por Internet una sesión en el “Parlamento Vasco”, aunque algunos han decidido renombrarlo como “Callamiento Vasco” porque ilegalizan debates, incluso el propuesto sobre nuestro futuro por el Lehendakari democráticamente elegido por todos los vascos (y vascas), con el apoyo de un gobierno tripartito. Un gobierno vasco del que el PP dice que es antidemocrático, y al preguntársele ¿por qué?, responde: "¡Porque perdemos todas las votaciones, si no nos apoya el PSOE y Batasuna!".
Este mareo es un síntoma que se repite con frecuencia en los últimos años. “Quizá se me han indigestado los telediarios (actuales novelas de caballería)”, he pensado. Decido ir al médico de cabecera, y preocupado le pregunto: “¿Qué me pasa, doctor? Me levanto por las mañanas de buen humor, pero empiezo a aturdirme cuando desayuno viendo TVE, y me dan fuertes arcadas cuando leo periódicos o escucho a tertulianos de la radio. A media mañana estoy rendido si no me aíslo de los medios de comunicación hechos desde Madrid”.
Mi sabio galeno sin auscultarme me ha diagnosticado: “Se trata de una enfermedad contagiosa, persistente y crónica, contra la que no te has vacunado. Siéntate, respira y te lo diré sin ambages: No hay la menor duda, eres nacionalista”. Me he quedado un momento paralizado, y luego he farfullado: “Y eso,… ¿es grave?” Aquí mi buen doctor, un poco dubitativo, se lo ha repensado para explicar a un lego en medicina una cuestión tan técnica. Con un esfuerzo de familiaridad, me ha expuesto lentamente, como midiendo el efecto que causaba: “Depende,… en tu caso concreto, puede ser muy grave. Tu virus es el más doloroso, porque proviene de una cepa nacionalista defensiva y minoritaria. Es la que más hace sufrir al paciente. Otras variedades como el imperialismo, resultan inocuas para el enfermo, aunque infinitamente más dañinas y destructivas para la Humanidad. ¡Ah, y lo peor: Tu nacionalismo no se cura! Se puede tratar de ocultar los síntomas, pero nunca desaparecerá”.
Esta dolencia se suma al profundo dolor continuo que sufre todo el pueblo vasco por causa de la violencia, fundamentalmente por la violencia terrorista pero no es la única. Una tragedia de confrontación que hunda su origen en la dictadura franquista, en un contexto irresuelto de “problema vasco”. La inmensa mayoría de vascos y no vascos, nacionalistas o no, deseamos la paz y condenamos, desde siempre, todas las formas de violencia y de falta de respeto de todos los derechos humanos.
Los vascos no creemos nada en las victorias por la fuerza, ni bélicas ni policiales. Nuestra milagrosa supervivencia, con una lengua, un cultura, un modelo de organización y fueros propios, han sorteado el paso de los siglos y de los imperios, a través de una sucesión interrumpida de… derrotas. Hemos sobrevivido prodigiosamente gracias a nuestra adaptación y aceptación de los demás, pero sin renunciar nunca a lo nuestro, conservando nuestras tradiciones y costumbres. Hemos acreditado una inacabable historia de colaboración y cooperación en las más universales aventuras históricas con poderosos pueblos y grandes civilizaciones que han respetado nuestra peculiaridad, con quienes hemos cumplido invariablemente nuestra palabra, siempre que sus monarcas juren nuestras leyes viejas.
Ante una convocatoria electoral más del Reino de España, nuevamente acudiremos aunque nos veamos insultados por los herederos de quienes realmente rompieron la legalidad española en 1936, cuando los vascos la respetamos. Se nos presenta otra vez como desleales con una Constitución, en la que no se nos dejó ser ponentes y ante la que nos abstuvimos (fue votada en 1978 sólo por el 30% del electorado vasco, frente al 68% del español). Quienes se opusieron a la Constitución, la Alianza Popular predecesora del PP y el mismo Aznar que escribió en su contra, son quienes nos acusan de solicitar una revisión del Estatuto de Gernika, el mismo que ellos han incumplido en el proceso previsto de transferencias, tras legislar recortando el camino andado durante los primeros años de la transición.
Los nacionalistas, que defendemos una historia plagada de derrotas que nunca nos vencieron, nos sentimos erosionados, agotados, postrados y, quizá, hasta subyugados por los adversarios (incluida ETA), pero nunca rendidos. Este episodio de la historia también será superado. Que en las Cortes no exista un gobierno continuista de la ciega política de Aznar sería beneficioso para todos los demócratas y pacifistas que creemos en el diálogo, en el repudio de la violencia y en la solidaridad con las víctimas.
Me he sentido mal viendo por Internet una sesión en el “Parlamento Vasco”, aunque algunos han decidido renombrarlo como “Callamiento Vasco” porque ilegalizan debates, incluso el propuesto sobre nuestro futuro por el Lehendakari democráticamente elegido por todos los vascos (y vascas), con el apoyo de un gobierno tripartito. Un gobierno vasco del que el PP dice que es antidemocrático, y al preguntársele ¿por qué?, responde: "¡Porque perdemos todas las votaciones, si no nos apoya el PSOE y Batasuna!".
Este mareo es un síntoma que se repite con frecuencia en los últimos años. “Quizá se me han indigestado los telediarios (actuales novelas de caballería)”, he pensado. Decido ir al médico de cabecera, y preocupado le pregunto: “¿Qué me pasa, doctor? Me levanto por las mañanas de buen humor, pero empiezo a aturdirme cuando desayuno viendo TVE, y me dan fuertes arcadas cuando leo periódicos o escucho a tertulianos de la radio. A media mañana estoy rendido si no me aíslo de los medios de comunicación hechos desde Madrid”.
Mi sabio galeno sin auscultarme me ha diagnosticado: “Se trata de una enfermedad contagiosa, persistente y crónica, contra la que no te has vacunado. Siéntate, respira y te lo diré sin ambages: No hay la menor duda, eres nacionalista”. Me he quedado un momento paralizado, y luego he farfullado: “Y eso,… ¿es grave?” Aquí mi buen doctor, un poco dubitativo, se lo ha repensado para explicar a un lego en medicina una cuestión tan técnica. Con un esfuerzo de familiaridad, me ha expuesto lentamente, como midiendo el efecto que causaba: “Depende,… en tu caso concreto, puede ser muy grave. Tu virus es el más doloroso, porque proviene de una cepa nacionalista defensiva y minoritaria. Es la que más hace sufrir al paciente. Otras variedades como el imperialismo, resultan inocuas para el enfermo, aunque infinitamente más dañinas y destructivas para la Humanidad. ¡Ah, y lo peor: Tu nacionalismo no se cura! Se puede tratar de ocultar los síntomas, pero nunca desaparecerá”.
Esta dolencia se suma al profundo dolor continuo que sufre todo el pueblo vasco por causa de la violencia, fundamentalmente por la violencia terrorista pero no es la única. Una tragedia de confrontación que hunda su origen en la dictadura franquista, en un contexto irresuelto de “problema vasco”. La inmensa mayoría de vascos y no vascos, nacionalistas o no, deseamos la paz y condenamos, desde siempre, todas las formas de violencia y de falta de respeto de todos los derechos humanos.
Los vascos no creemos nada en las victorias por la fuerza, ni bélicas ni policiales. Nuestra milagrosa supervivencia, con una lengua, un cultura, un modelo de organización y fueros propios, han sorteado el paso de los siglos y de los imperios, a través de una sucesión interrumpida de… derrotas. Hemos sobrevivido prodigiosamente gracias a nuestra adaptación y aceptación de los demás, pero sin renunciar nunca a lo nuestro, conservando nuestras tradiciones y costumbres. Hemos acreditado una inacabable historia de colaboración y cooperación en las más universales aventuras históricas con poderosos pueblos y grandes civilizaciones que han respetado nuestra peculiaridad, con quienes hemos cumplido invariablemente nuestra palabra, siempre que sus monarcas juren nuestras leyes viejas.
Ante una convocatoria electoral más del Reino de España, nuevamente acudiremos aunque nos veamos insultados por los herederos de quienes realmente rompieron la legalidad española en 1936, cuando los vascos la respetamos. Se nos presenta otra vez como desleales con una Constitución, en la que no se nos dejó ser ponentes y ante la que nos abstuvimos (fue votada en 1978 sólo por el 30% del electorado vasco, frente al 68% del español). Quienes se opusieron a la Constitución, la Alianza Popular predecesora del PP y el mismo Aznar que escribió en su contra, son quienes nos acusan de solicitar una revisión del Estatuto de Gernika, el mismo que ellos han incumplido en el proceso previsto de transferencias, tras legislar recortando el camino andado durante los primeros años de la transición.
Los nacionalistas, que defendemos una historia plagada de derrotas que nunca nos vencieron, nos sentimos erosionados, agotados, postrados y, quizá, hasta subyugados por los adversarios (incluida ETA), pero nunca rendidos. Este episodio de la historia también será superado. Que en las Cortes no exista un gobierno continuista de la ciega política de Aznar sería beneficioso para todos los demócratas y pacifistas que creemos en el diálogo, en el repudio de la violencia y en la solidaridad con las víctimas.
Indecisos decisivos
El resultado del 14M descansa en los dubitativos
Si usted no es de los que dan cuerda al reloj para cuatro años aplaudiendo en mítines políticos, ni tiene el voto resuelto, puede considerarse un afortunado. Las consecuencias electorales del próximo 14M están en sus manos, al pertenecer a ese variable porcentaje del 4% que puede inclinar la balanza hacia una repetición del gobierno del PP o hacia un futuro más esperanzador.
Usted pertenece a esa clase de ciudadanía hacia la que se dirigen todas las campañas electorales. En las recientes elecciones municipales, autonómicas y forales esta colectividad dio la espalda al PP, al mantener vivo el recuerdo de la guerra de Irak o el desastre del Prestige. Ahora tras el barullo de Carod-Rovira, que ha sustituido al fetiche del Plan Ibarretxe, y con la incondicional alianza de medios progubernamentales su vacilación crece porque prensa y televisión le dicen que el PP ganará. No se lo crea, el PP ya perdió el pasado 25 de Mayo de 2003. Gobierna en la Comunidad de Madrid sólo por la trampa de los tránsfugas, en Catalunya su representación es marginal, y en Euskadi sólo intenta bloquear al Gobierno Vasco con los votos de Batasuna, que de ser apartados darían la mayoría absoluta al tripartito de Ibarretxe.
La duda lleva al examen, y el examen a la verdad. Sólo a usted corresponde resolver su incertidumbre, pero cabe sugerirle algunas ideas para su consideración. Todos los sindicatos, desde CC.OO. y UGT hasta los de implantación autonomista, dicen taxativamente que “no hay ni una sola razón por la que los trabajadores de este país voten al Partido Popular”. Si prefiere recordar vívidamente la gestión del PP sólo cabe recomendarle encarecidamente una visita a http://www.haymotivo.com/, la denuncia de los cineastas donde se recogen 32 testimonios en cortometrajes de 3 minutos. No es género de ficción ninguno de estos cortos: sólo documentales (memorables son los de Aranda, Cuerda, Coixet, Colomo, Cebrián, Chus Gutiérrez, Trueba, Olea, Rivas, Barroso, García León, García Sánchez, Gómez Pereira, Rebolledo y Víctor Manuel). Si elige informarse con detalle de las encuestas, aparte de las más o menos sesgadas publicadas por los periódicos, diríjase a la fuente oficial del CIS (Ministerio de Presidencia), y analice en su última previsión las estimaciones para su provincia: Comprobará hasta qué punto han manipulado burdamente los resultados para favorecer al PP (sólo como muestra en Gipuzkoa el imaginario segundo diputado del PP con PNV 29%, PP 20,5% y PSOE 20,3%, o en Navarra donde ni se preguntó por Nafarroa BAI con un escaño seguro).
Es verdad que el mundo avanza porque hay quienes ponen en duda los argumentos. Aristóteles decía que “La duda es el principio de la sabiduría” y Borges que “La duda es uno de los nombres de la inteligencia”. Dudar de todo o creerlo todo, son dos soluciones igualmente cómodas, porque ambas dispensan de reflexionar; pero ése no debe ser su caso. En la duda se pueden optar entre dos soluciones que conducen casi siempre a resultados equivalentes: abstenerse o decidirse por uno cualquiera de los dos extremos. Para evitarlo un proverbio jurídico aconseja que “En la duda, lo mejor es el término medio”. Considere terceras opciones si no desea una mayoría absoluta, pero recuerde que la ley electoral de Hont inhabilita los votos hacia los partidos testimoniales o minoritarios en su circunscripción, sobre todo en provincias pequeñas.
Dicen que la esperanza es pariente de la duda. ¡Indecisos del mundo: Uníos! El resto que tenemos elegida nuestra opción progresista, hemos de confiar en vosotros. ¡Ojalá que acertéis con vuestra papeleta!
Si usted no es de los que dan cuerda al reloj para cuatro años aplaudiendo en mítines políticos, ni tiene el voto resuelto, puede considerarse un afortunado. Las consecuencias electorales del próximo 14M están en sus manos, al pertenecer a ese variable porcentaje del 4% que puede inclinar la balanza hacia una repetición del gobierno del PP o hacia un futuro más esperanzador.
Usted pertenece a esa clase de ciudadanía hacia la que se dirigen todas las campañas electorales. En las recientes elecciones municipales, autonómicas y forales esta colectividad dio la espalda al PP, al mantener vivo el recuerdo de la guerra de Irak o el desastre del Prestige. Ahora tras el barullo de Carod-Rovira, que ha sustituido al fetiche del Plan Ibarretxe, y con la incondicional alianza de medios progubernamentales su vacilación crece porque prensa y televisión le dicen que el PP ganará. No se lo crea, el PP ya perdió el pasado 25 de Mayo de 2003. Gobierna en la Comunidad de Madrid sólo por la trampa de los tránsfugas, en Catalunya su representación es marginal, y en Euskadi sólo intenta bloquear al Gobierno Vasco con los votos de Batasuna, que de ser apartados darían la mayoría absoluta al tripartito de Ibarretxe.
La duda lleva al examen, y el examen a la verdad. Sólo a usted corresponde resolver su incertidumbre, pero cabe sugerirle algunas ideas para su consideración. Todos los sindicatos, desde CC.OO. y UGT hasta los de implantación autonomista, dicen taxativamente que “no hay ni una sola razón por la que los trabajadores de este país voten al Partido Popular”. Si prefiere recordar vívidamente la gestión del PP sólo cabe recomendarle encarecidamente una visita a http://www.haymotivo.com/, la denuncia de los cineastas donde se recogen 32 testimonios en cortometrajes de 3 minutos. No es género de ficción ninguno de estos cortos: sólo documentales (memorables son los de Aranda, Cuerda, Coixet, Colomo, Cebrián, Chus Gutiérrez, Trueba, Olea, Rivas, Barroso, García León, García Sánchez, Gómez Pereira, Rebolledo y Víctor Manuel). Si elige informarse con detalle de las encuestas, aparte de las más o menos sesgadas publicadas por los periódicos, diríjase a la fuente oficial del CIS (Ministerio de Presidencia), y analice en su última previsión las estimaciones para su provincia: Comprobará hasta qué punto han manipulado burdamente los resultados para favorecer al PP (sólo como muestra en Gipuzkoa el imaginario segundo diputado del PP con PNV 29%, PP 20,5% y PSOE 20,3%, o en Navarra donde ni se preguntó por Nafarroa BAI con un escaño seguro).
Es verdad que el mundo avanza porque hay quienes ponen en duda los argumentos. Aristóteles decía que “La duda es el principio de la sabiduría” y Borges que “La duda es uno de los nombres de la inteligencia”. Dudar de todo o creerlo todo, son dos soluciones igualmente cómodas, porque ambas dispensan de reflexionar; pero ése no debe ser su caso. En la duda se pueden optar entre dos soluciones que conducen casi siempre a resultados equivalentes: abstenerse o decidirse por uno cualquiera de los dos extremos. Para evitarlo un proverbio jurídico aconseja que “En la duda, lo mejor es el término medio”. Considere terceras opciones si no desea una mayoría absoluta, pero recuerde que la ley electoral de Hont inhabilita los votos hacia los partidos testimoniales o minoritarios en su circunscripción, sobre todo en provincias pequeñas.
Dicen que la esperanza es pariente de la duda. ¡Indecisos del mundo: Uníos! El resto que tenemos elegida nuestra opción progresista, hemos de confiar en vosotros. ¡Ojalá que acertéis con vuestra papeleta!
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