Animados por el circunstancial éxito pleno de anteriores pronósticos, tales como la elección de Rajoy por Aznar y las dos últimas elecciones Generales y Municipales, algunas amistades me solicitan aplicar estas supuestas dotes adivinatorias al proceso abierto de elección del Rectorado en la Universidad del País Vasco. Estas notas están remitidas a las 7:00 a.m. de la jornada de reflexión, antes de la primera vuelta que se celebrará mañana día 24-3-2004.
Los comicios serán un ejercicio de participación corporativa por la concurrencia del inmenso colectivo implicado directamente en la Universidad del País Vasco – Euskal Herriko Unibertsitatea, con derecho a voto de más de 59.000 personas entre estudiantes, profesores y Personal de Administración y Servicios. Hasta la forma de votación será innovadora con urnas electrónicas. Se aventura que, por similitud con recientes consultas celebradas en otras universidades del Estado, se producirá un alto porcentaje de asistencia del profesorado y del PAS –rozando el 80% en ambos estamentos- y una reducida respuesta del alumnado que difícilmente superará el 20%.
Los periódicos de hoy recogen el clima de incertidumbre en el resultado, derivado fundamentalmente de la novedad absoluta de la normativa que rige el proceso, así como por la abundancia de candidaturas. Los siete aspirantes a Rector dan por hecho que será necesario acudir a una segunda vuelta por la imposibilidad indudable de que ninguno de ellos supere la mayoría simple. Algún experto declara que "No hay nadie mínimamente sensato que lance un simulacro de resultados. Además, tienden a dar previsiones generadas a partir de razonamientos antiguos". La contundencia de la afirmación nos desafía a responder al reto.
La incógnita del resultado se basa determinantemente en la transición desde el anterior modelo, donde era factible negociar acuerdos entre los 300 electores claustrables, hasta el actual sistema de sufragio universal ponderado regido por los nuevos Estatutos de la UPV-EHU, según la Ley Orgánica de Universidades (LOU). Esta metodología conceden a los casi 4.000 docentes una cuota del 69% (el 51% para los funcionarios doctores y el 18% para el resto de personal docente e investigador), mientras que el PAS, con más de 1.400 personas, dispone de un 11% y los 53.000 alumnos censados, del restante 20% (reducido desde el 28% previsto por la LRU). La pasividad estudiantil resulta preocupante y denota poca motivación e insuficiente atención prestada hacia el destinatario de la acción formativa universitaria en la acelerada campaña, que -a pesar de las interferencias con las Elecciones Generales y el 11M- ha sido un modelo de “fair play”, por madurez universitaria e incluso por el relativismo de opción real de algunas listas.
El análisis de las posibilidades entre las siete candidaturas se presenta complejo. Su misma presentación fue un proceso paulatino, en el que alguno de los primeros quizá no se habría presentado de saber que serían siete al final, y alguno de los últimos tampoco si los anteriores fuesen menos. El sistema de dos vueltas condicionará decisivamente el resultado definitivo, por la previsible agregación a los dos equipos finales de figuras destacadas de las listas descartadas. El voto en la segunda vuelta puede que sea guiado tanto por preferencia como por exclusión, lo que dificulta (o quizá facilita) la profecía.
Es deducible barruntar que el acierto en el augurio se optimiza especulando con la siguiente conjetura: La candidatura ganadora final estará entre la representada por el experimentado Juan Ignacio Pérez Iglesias o la curtida Marisol Esteban Galarza, sin orden de prelación entre ambas contingencias. Esto no implica necesariamente que ambas listas pasen el corte, aunque probablemente sea así y en tal caso la puntería del vaticinio quedaría respaldada antes de la segunda vuelta. Las otras listas, sin repasarlas exhaustivamente, resultan demasiado parciales para interpretar el sentir plural de una comunidad universitaria tan múltiple como la UPV-EHU. Excesivo sesgo hacia una opción politécnica en el caso de Javier Muniozguren o hacia la periferia de Antonio Rivera; apreciable improvisación para Ander Gurrutxaga, escaso apoyo para Francisco Doñate o remarcado matiz radical para Iñaki Antigüedad. La solución es cuestión de horas.