La mejor navidad

"Navidad" es una contracción de natividad, que significa natalicio, el aniversario de un nacimiento.

Esta festividad, que luego se extendió al protestantismo y al resto del mundo, fue instituida por la Iglesia Católica en el año 345. Así se santificaba una fiesta pagana, la romana Brumalia (25 de diciembre) en honor del día más corto del año que anunciaba un nuevo sol, tras el tradicional intercambio de regalos propio de Saturnalia (17-24 de diciembre).

Es una extraña celebración, porque señala un nacimiento y no un fallecimiento. A lo largo de la Historia, lo habitual era conmemorar la fecha de defunción de las personalidades, que se conocía con exactitud a diferencia del nacimiento que no se registraba con detalle. Como la misma Pascua instituida en recuerdo de la muerte de Jesucristo en Jerusalén, dado que se desconoce el día exacto de su nacimiento en Belén.

En estos tiempos de menguadas tasas de natalidad, las mejores navidades son las que se celebran en casas que han visto incrementada su familia con algún nuevo nacimiento, como el que conmemora la Navidad. Los nacidos en los últimos doce meses son los grandes protagonistas perpetuos de estas celebraciones: Ellas y ellos, los bebés de menos de un año, son los auténticos “Personajes del Año”, mucho más merecidamente que otros personajes como el elegido por Time.

Ataque de los Papá Noel

Posted by Picasa La invasión ha comenzado...

Paradojas educativas

Carta docente dirigida al Olentzero, a Papá Noel y a los Reyes Magos.

Ahora que nuestro alumnado está escribiendo sus cartas para pedir regalos, el profesorado también ruega soluciones de quien corresponda para el próximo año 2005. Continuamente surgen preguntas que siguen sin respuesta. He aquí algunas:

1. ¿Por qué no ni un solo enseñante célebre entre tantos anónimos educadores que forman la profesión más numerosa en las sociedades avanzadas?
2. ¿Por qué cobra más el profesorado que no quiso ser maestro y que estudió para otra profesión?
3. ¿Por qué está tan mal distribuido el alumnado que requiere más atención y recursos?
4. ¿Por qué los horarios estudiantiles decrecen con la edad escolar?
5. ¿Por qué hay tantos interinos en los centros públicos y concertados, a pesar de acumular muchos lustros de docencia?
6. ¿Por qué los docentes que más horas imparten son los interinos y sustitutos?
7. ¿Por qué los grupos más difíciles se encomienda al profesorado provisional y, teóricamente, menos experto?
8. ¿Por qué comienza a ser difícil reclutar nuevos docentes en muchas áreas de conocimiento?
9. ¿Por qué los profesores y los centros que se creen mejores son los que más suspenden?
10. ¿Por qué cobran más los docentes que ya no dan clase en puestos administrativos o de apoyo?
11. ¿Por qué es tan difícil hallar especialistas en educación en los gobiernos o en los parlamentos, cuando hay tantos docentes?
12. ¿Por qué raramente son docentes los Consejeros de Educación? ¿Entre millares de docentes, nadie da la talla?
13. ¿Por qué se llama “fracaso escolar” a lo que ni es escolar porque no sólo es responsabilidad del alumnado, ni es fracaso porque no se ha intentado todo con la máxima colaboración entre familias, alumnado, profesorado, administración y sociedad?
14. ¿Por qué es tan difícil que la Educación sea una prioridad para los políticos?
15. ¿Por qué no declaramos al año 2005 el “Año de la Educación” y mediante un “Acuerdo Educativo” comenzamos una apuesta global por la mejor inversión que un país moderno puede elegir?

Contratos leoninos

Salud, dinero y amor

La canción decía “Tres cosas hay en la vida: Salud, dinero y amor. Y el que tenga estas tres cosas, que le dé gracias a Dios”.

Tras la lotería de navidad que nunca toca, se declara el día de la salud: “Mientras haya salud…”. Y ello recuerda la terna clásica de la felicidad: Salud, dinero y amor. Dos de estos elementos también aparecen entre las tres vivencias que nunca se olvidan: el primer amor, el primer dinero ganado y el pueblo donde se nació. E igualmente, amor y dinero se repiten entre las tres cosas que no pueden ocultarse: el humo, el amor y el dinero.

Muchos consideramos que el orden convencional de estos tres pilares del bienestar no es el correcto: Mejor sería primero el amor, luego la salud y finalmente el dinero. Paul Giraldy señalaba una diferencia: “El joven desea: amor, dinero y salud. Cuando llega a viejo desea: salud, dinero y amor”. Probablemente la salud no preocupa en la juventud y sí en la madurez, pero la primacía del amor y la relatividad del dinero debieran ser constantes en todas las etapas vitales.

El amor es la materia básica de la que está hecha la vida, porque la ciencia de vivir es el arte de amar. El vals de Rodolfo Sciammarella, que se remonta a 1939, insistía: “El que tenga un amor, que lo cuide, que lo cuide”. El amor además da trascendencia a la vida, con sus múltiples formas y dimensiones: amor de pareja, familiar, amistad, solidaridad,… Maurice Blondel señaló “El amor es, ante todo, lo que hace ser”.

La salud ha demostrado ser la mayor preocupación de la población según todas las encuestas, donde entre las circunstancias que más nos inquietan aparecen en los primeros puestos el fallecimiento, una larga o grave enfermedad o la invalidez, mucho antes que el desempleo o el divorcio. Con razón Emerson apuntaba que “la primera riqueza es la salud”.

El dinero es un buen sirviente, pero un mal amo; por ello, hemos de convertir al dinero en el más poderoso de nuestros esclavos. De ese modo, el dinero es algo maravilloso. Puede ser descrito como la energía de la Humanidad en forma portátil. Dispone de poderes que su amo no posee: puede acudir donde su propietario no llega, hablar idiomas que su poseedor desconoce y salvar vidas de quienes su dueño no sabe el nombre. Así mientras trabajamos en nuestra oficina, con un poco de fraternidad podemos estar colaborando mediante ONGs en escuelas, hospitales o asilos de lejanos países.

Lo cierto es que amor, salud y dinero son esenciales porque cuando nos falta alguno de estos factores no podemos pensar en otros objetivos; sólo si los hemos conseguido –en algún grado- podremos plantearnos nuevas metas. ¡Que el año 2005 nos traiga mucho amor, salud y dinero! Por si acaso no vienen por sí mismos, sería aconsejable ponerse a trabajar duramente para descubrirlos allá donde se encuentren.

El violín de Paganini

El mejor violinista de todos los tiempos fue un personaje legendario en el arte de la perseverancia.

Nicolò Paganini, nacido en Génova el 27 de octubre de 1872, fue un niño prodigio que a los 6 años ejecutaba composiciones en el violín y a los 9 años debutó ante el público. Sus célebres giras recorrieron toda Italia, Viena, París y Londres. Su obra incluye veinticuatro Caprichos para violín solo (con nuevas técnicas interpretativas del instrumento, seis conciertos y varias sonatas. Sobre Paganini se crearon innumerables leyendas que él mismo se negaba a desmentir, en parte porque le divertían y en parte porque le permitía llenar los teatros donde actuaba.

La anécdota apócrifa más extendida encierra una interesante moraleja. Cuentan que en una ocasión actuaba ante auditorio repleto de admiradores. Su intervención fue soberbia y las notas emergían del violín con una belleza incomparable. De pronto, una de las cuerdas del violín de Paganini se rompió. El director se detuvo; la orquesta paró; el público esperó. Pero Paganini continuó extrayendo milagrosos sonidos de violín Guarnerius. El director y la orquesta, admirados volvieron a tocar. Todos pensaron que era un artista sobrenatural.

Al poco, otro sonido extraño interrumpió el ensueño de la platea. Otra cuerda rota en el violín de Paganini. El director paró de nuevo. La orquesta también. Paganini siguió, como si nada hubiera ocurrido, arrancando sonidos imposibles. El director y la orquesta absolutamente impresionados retomaron la partitura. Aún faltaba lo mejor. Una tercera cuerda del violín de Paganini se desgarró. El teatro entero dejó de respirar. Pero Paganini prosiguió. Como un acróbata musical, arrebatando mágicamente todas las notas de la única cuerda remanente de aquel desbaratado violín.

Lo cierto históricamente era que el virtuosismo de Paganini embelesaba a todos. Podía interpretar obras de gran dificultad únicamente con sólo una de las cuatro cuerdas de violín (la de sol, retirando previamente las otras tres, de modo que no interfirieran durante la actuación), y continuar tocando a dos o tres voces, de suerte que parecían ser varios los violines que sonaban. Tanto asombraba al público de la época su técnica, que se llegó a rumorear que existía algún pacto diabólico en su famoso instrumento de cuerda, hoy recogido en el Museo de Génova.

A Paganini le molestaba que siempre que lo invitaban a comer le advertían que no olvidase su violín, para amenizar la sobremesa. Hasta que decidió contestar: “Mi violín no come más fuera de casa”. Paganini con aquel Guarnerius podía reproducir la voz humana y vocalizar el nombre de las personas. De ahí que dijesen que su violín encerraba el alma de mujeres de hermosa voz. Ni en su lecho de muerte se separó de aquel instrumento, creado por el famoso Giuseppe Bartolomeo de la luthería Guarneri.

Además de sus gestas y de su música, el genial violinista nos legó una lección de profesionalidad, que persevera hasta el final, como en la fábula del concierto con una sola cuerda. La vida nos va retirando recursos gradualmente a todos: algunos abandonan pronto, pero otros despiertan el Paganini que todos llevamos dentro y siguen adelante sin rendirse nunca. Victoria es el arte de continuar, cuando otros resuelven desistir. La gloria de Paganini proviene de ser el paradigma de quien persiste ante lo que parece imposible.