Espera un poco, porque cada 10 segundos se cambian de posición.
Básicamente, podríamos decir que cuando sólo hay 12 dibujos, éstos son más altos. Al pasar a ser 13, se reduce su altura. Otra explicación más extensa del enigma, puede verse aquí.
Si pudiésemos elegir entre un Ferrari Enzo, un Porsche Carrera GT, un Mercedes McLaren SLR, un Lamborghini Murcielago, un Aston Martin DB9 y un Bentley Continental GT, ¿cuál sería nuestro preferido?
Una clave musical para que los singulares jóvenes de hoy entiendan mejor a la generación de sus plurales padres.
Durante este fin de semana he estado escuchando música retro de mi infancia y juventud, reencontrada en Internet. Analizando las recopilaciones he comprendido una gran diferencia entre cómo éramos entonces y cómo somos ahora.
Antes, todos eran grupos: Los Brincos, los Pekenikes, los Pecos, los Pasos, los Mustang, los Sírex, los Bravos, los Canarios, los Relámpagos, los No, los Mitos, los Salvajes, los Ángeles, los Puntos, los Íberos, los Z-66, los Diablos, los Bravos, los Payos, los Truenos, los HH, los Huracanes, los Javaloyas, los Mismos, los Milos, los Chijuas, los Sonor, los Amaya, los Cheyenes, los Buenos, los Estudiantes, los Falcons, los Gritos, los Llopis, los Rivero, los Teen Tops, los Top-Son, los Iruñako, Módulos, Mocedades, Aguaviva, Alameda, Recuerdos, Duncan Dhu, Fórmula V, Oskorri, las Grecas,...
Cierto que abundaban más los grupos de chicos, que los mixtos o sólo de chicas. Pero la inmensa mayoría eran grupos y no solistas. Hasta Carlos Mejía Godoy iba con los de Palacaguiña. Aquí y en todo el mundo, se prefería a los conjuntos: Beatles, Rolling Stones, Abba, The Doors, The Police, The Who,…
Ahora que basta un concurso televisivo para lanzar a una nueva estrella de la canción, se estila más el cantante o la intérprete en solitario. Quizá un reflejo del excesivo individualismo actual, lejano del compañerismo de antaño. En pleno siglo XXI nos convendría recordar a todos que en el universo ningún ser vivo es singular, ninguno nace único, ni crece solo. Por el contrario, todos pertenecemos a alguna familia, a algún grupo social, y todas las personas somos de una misma especie humana.
Abundan y coinciden los sabios: Año de nieves, año de bienes; nieve en enero lleno el granero; bajo el agua, hambre, y bajo la nieve, pan.
Nada es más poético que la nieve, porque mucho nos sugiere. Se dice blanco y puro como la nieve. Incluso las primeras palabras grabadas en el primer fonógrafo de la Historia por Thomas Alba Edison en 1877 fueron: "Mary tenía un corderito blanco como la nieve" (una popular canción de cuna).
Hasta los más pétreos se conmueven al tocar la nieve, porque el prodigio de la nieve nos sorprende a todos. Se oye caer la lluvia, pero no la nieve. La nieve caída en tiempos de nieves, allá donde no es lugar de nieves eternas o perpetuas, primero viene como agua nieve. Pero luego cuaja, y se cubre un manto de nieve. La fugacidad de las primeras nieves inspira temas como el primer amor, que raramente perdura, o la efímera belleza humana cuyo candor pronto se extingue. La dulzura de la lenta licuación del hielo al derretirse esboza cómo en la felicidad, el corazón se funde cual nieve en primavera.
El mismo Shakespeare contrapuso la pureza de una nevisca con la amenaza de la maledicencia: “Sé casto como el hielo y puro como la nieve, pero no escaparás de la calumnia”. También Martín Lucero recurrió a la metáfora para certificar que “La mentira es como la bola de nieve; cuantas más vueltas da, mayor se hace”.
La inmensa paradoja de la nieve es fértil en versos, citas y proverbios populares. León Felipe condensaba algunas ideas: “Siempre habrá nieve altanera que vista el monte de armiño... y agua humilde que trabaje en la presa del molino. Y siempre habrá un sol también, un sol verdugo y amigo me trueque en llanto la nieve y en nube el agua del río”. Los clásicos latinos, observaron que la nieve permanece mucho tiempo en suelos pedregosos, pero muy poco en suelo cultivado. Un refrán polaco concluye que “no se puede exigir de la nieve más que agua”. En tiempos modernos, aprendemos que resulta fácil ir por una carretera nevada,… si marchamos tras una máquina quitanieves.
La Física desmitifica y explica por qué son blancos los copos de nieve, aunque esté formada por diminutos cristales transparentes. La razón es la misma por la que aparece blanco el vidrio triturado o el hielo picado, materias transparentes hasta que se desmenuzan. Los rayos luminosos que inciden sobre la nieve no emergen de ellos, sino que se reflejan en su interior (por reflexión interna total). Al irradiarse la luz desordenadamente en todos los sentidos, parece de color blanco. Si el espacio entre las partículas de nieve se llenase de agua, la nieve perdería su blancura y se mostraría transparente.
Así pues, la Física también aporta su contribución, cuando apunta que más puro que el blanco es lo transparente. La nieve es suma pureza por su ordenación cristalina, por su transparencia minúscula vista de cerca que se convierte en blancura vista a lo lejos.
Sigue nevando ante mi ventana, en la misma costa. Qué oportuno fue Góngora en su poema “Ándeme yo caliente. Y ríase la gente”: “Cuando cubra las montañas/ de blanca nieve el enero,/ tenga yo lleno el brasero/ de bellotas y castañas,...”. Para que éste sea un año de bienes, comencemos desde enero, haciendo nuestros deberes,… si es preciso bajo las nieves.