La inspiración es una irisación de la mente, una conspiración frente a la inercia, una incisión de la rutina y una aspiración a la admiración.
Soy un descreído de la inspiración, que no es otra cosa que trabajo anterior acumulado, capital de la mente y del corazón que vamos atesorando. La inspiración no desciende sobre el perezoso. Dicen que llega por la transpiración hasta la expiración, pero es preferible recurrir a la constante respiración y espiración, relajada y pausadamente,… mientras se trabaja infatigablemente. La inspiración nos alcanza cuando nos afanamos en nuestra labor, prestos para recoger su mandato y su mensaje.
No inspira la imaginación, ni siquiera la creatividad: Es el dolor de la experiencia quien inspira el alma; es la bondad quien mejor inspira al espíritu; es la libre voluntad de amor la que prende la inspiración de los demás. No inspira un texto o un recuerdo: inspira quien lo citó o quien lo vivió. Lo difícil no es ser inspirado por Minerva o por las musas, sino inspirar a las masas.
Para inspirar, más eficaz que el consejo es la pregunta oportuna, y aún mejor la conducta consecuente. La familia debe inspirar amor a sus hijos, adorándoles. El profesorado debe inspirar afición al estudio a su alumnado, aprendiendo y profundizando incansablemente en su materia. Los políticos mediocres, sólo predican o acusan al adversario; los mejores dirigentes, explican y demuestran; los grandes estadistas, inspiran entusiasmo con ideales y con logros.
En el fondo, la mejor inspiración es la que dirigimos hacia nosotros mismos. Nadie puede inspirarnos más que nosotros mismos. Porque se es más feliz por la pasión que se siente, que por la que se inspira. Inspiremos amor, respeto y confianza, a los demás… y a nosotros mismos. Sólo así se inspiran nobles acciones e ilustres vocaciones.
Versión final en: http://mikel.agirregabiria.net/2006/inspirar.htm
Soy un descreído de la inspiración, que no es otra cosa que trabajo anterior acumulado, capital de la mente y del corazón que vamos atesorando. La inspiración no desciende sobre el perezoso. Dicen que llega por la transpiración hasta la expiración, pero es preferible recurrir a la constante respiración y espiración, relajada y pausadamente,… mientras se trabaja infatigablemente. La inspiración nos alcanza cuando nos afanamos en nuestra labor, prestos para recoger su mandato y su mensaje.
No inspira la imaginación, ni siquiera la creatividad: Es el dolor de la experiencia quien inspira el alma; es la bondad quien mejor inspira al espíritu; es la libre voluntad de amor la que prende la inspiración de los demás. No inspira un texto o un recuerdo: inspira quien lo citó o quien lo vivió. Lo difícil no es ser inspirado por Minerva o por las musas, sino inspirar a las masas.
Para inspirar, más eficaz que el consejo es la pregunta oportuna, y aún mejor la conducta consecuente. La familia debe inspirar amor a sus hijos, adorándoles. El profesorado debe inspirar afición al estudio a su alumnado, aprendiendo y profundizando incansablemente en su materia. Los políticos mediocres, sólo predican o acusan al adversario; los mejores dirigentes, explican y demuestran; los grandes estadistas, inspiran entusiasmo con ideales y con logros.
En el fondo, la mejor inspiración es la que dirigimos hacia nosotros mismos. Nadie puede inspirarnos más que nosotros mismos. Porque se es más feliz por la pasión que se siente, que por la que se inspira. Inspiremos amor, respeto y confianza, a los demás… y a nosotros mismos. Sólo así se inspiran nobles acciones e ilustres vocaciones.
Versión final en: http://mikel.agirregabiria.net/2006/inspirar.htm