Parece imposible que hayan sido niñas y niños quienes hayan escrito los mejores alegatos contra la guerra. Antes con sólo un lápiz y unas cuartillas, ahora quizá con un blog. Probablemente, el más representativo de estos fascinantes testimonios históricos basados en relatos cotidianos de seres maravillosos que vivieron épocas que nunca deberían ser olvidadas sea el “Diario de Ana Frank”.
No fue el único de la II Guerra Mundial. Se ha publicado otro de Helga Deen, una holandesa adolescente judía también exterminada en el Holocausto. Otro original relato es “Un saco de canicas” de Joseph Joffo, sobre las aventuras de dos hermanos, de 10 y 12 años para escapar de los nazis en Paris.
En septiembre de 1991, poco antes de cumplir 11 años en la martirizada Sarajevo, Zlata Filipovic, una niña croata que había leído a Ana y que se encontraba prisionera en su propia casa, sin agua, gas ni electricidad, escribe un libro estremecedor: “El diario de Zlata”.
Ahora son estudiantes libaneses, palestinos y judíos, que se llaman Mohammad Soubra, Galya Daube, Bash o Lilu. Escriben blogs y cuelgan vídeos caseros en youtube.com, con secuencias tomadas desde balcones de Beirut o Haifa. A través de Internet y en inglés recibimos sus noticias inmediatamente. Ellos, vecinos de “pueblos enemigos” se comunican con facilidad. Comparten la triste sensación de rabia e impotencia, que también nos abruma a quienes de lejos les sentimos cerca.
Estos bloggers representan la élite formada y pacifista de sus países. Sus blogs establecen un diálogo inteligente y constructivo entre nacionalidades y opiniones diversas. Mientras los cañones y los misiles rugen ruidosa, obtusa y destructivamente. ¿Por qué no detenemos estas matanzas?
Versión final en: mikel.agirregabiria.net/2006/blogana.htm