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Apuntes de economía contemporánea (2/6)
Vivimos en un “mundo diferente”, caracterizado por siete paradigmas indicativos del cambio planetario.
1º Incertidumbre y vulnerabilidad. La vida, antes, era más sencilla, previsible, alcanzable e imaginable. El “horizonte” que veíamos en lontananza, se ha alejado y nos sentimos más indefensos ante las novedades que no podemos anticipar con certeza. Los acontecimientos locales están mucho más interrelacionados e inducidos por sucesos remotos que generan efectos inducidos globales, que asustan por la rapidez de su transmisión (por ejemplo, la tragedia del 11-M).
2º Complejidad y globalización. Vivimos en un universo crecientemente enmarañado, que lo presentimos como ininteligible. Las cuestiones que afectan a nuestra realidad próxima y a nuestro futuro familiar vienen condicionadas y configuradas por factores lejanos de ámbito mundial. Nuestra propia capacidad de interpretación de lo que acontece, sufre una “crisis de percepción” de la que somos víctimas. No “vemos” los desequilibrios sistémicos, que no captan nuestra atención como los problemas menores, más locales e inmediatos.
3º Prosperidad en la desigualdad. Ya señalamos que la renta mundial se ha multiplicado por 40 en el siglo XX, pero la desigualdad de su reparto se ha agigantado hasta un insoportable y desconocido grado histórico de injusticia e insolidaridad que mata a millones de personas de hambre y miseria.
4º Crecimiento y envejecimiento poblacional. La Humanidad se ha agrandado y sigue creciendo explosivamente. Durante diez siglos, del siglo I al siglo X, la población mundial se mantuvo en torno a los 250 millones de habitantes. A principios del siglo XX, vivían 1.600 millones de personas. Hacia el año 2010, habrá 7.000 millones de seres humanos, 8.000 millones hacia el 2025 y más de 9.000 millones en 2050. Esta pujanza poblacional contrasta con la pérdida vital de infancia y juventud en los países más desarrollados, que se “floridizan” (como en Florida) convirtiéndose en “paraísos de ancianos”. Por ejemplo, una de cada dos mujeres vascas que hoy están en la cincuentena llegará a ser centenaria, previsiblemente.
5º Integración e interdependencia económica. Si la población crece y crece, en cambio la economía se repliega bajo la “ola” de una concentración mundial con creciente interdependencia. La economía nos hace sentirnos más cercanos y cada vez más juntos. Nunca fue más verdad la frase de que para cuando desayunamos ya ha intervenido (en los productos, cacao, azúcar,…) más de medio mundo.
6º Interconexión y transparencia. Otra causa de aproximación es la información y la comunicación planetaria, que nos permite conocer con inmediatez las noticias provenientes de cualquier rincón del mundo. Ello es de un impacto decisivo, para bien… y para mal. Lamentablemente, las noticias negativas son las que mejor y más rápidamente se propagan, transmitiéndonos una impresión de que el mundo está en serio peligro.
7º Fusión de lo local y lo global. Las propiedades anteriores han generado un crisol sociocultural donde se mezclan lo particular y lo muy general, con la correspondiente confusión de raíces, que puede provocar pérdida de identidad.
Estas transformaciones han “fluidificado” el universo actual, aniquilando la inmutabilidad del proverbio romano “semper idem” (siempre lo mismo). Asistimos, en ocasiones inadvertidamente, a cambios vertiginosos en aspectos culturales, de valores vigentes, de información masiva, de nuevos conocimientos, de mentalidades emergentes,… En apenas 30 años se ha producido una profunda transformación mundial en todos los planos: personal, social, laboral, empresarial, organizacional y político. Una mutación de semejante calibre hubiese requerido siglos para completarse en tiempos anteriores.
Este “nuevo mundo” nos plantea el mayor reto de toda la historia de Humanidad: Detectar las poderosas tendencias que gobiernan nuestra época. Sólo así responderemos a una metamorfosis tan sutil como implacable, que no hace “ruido”, ni es “dramática”, que sólo se “presiente”, y que se adivina por fenómenos que están bosquejando nuestro inmediato horizonte[1]. [1] Continuará…
Versión para imprimir: mikel.agirregabiria.net/2006/economia2.doc
1º Incertidumbre y vulnerabilidad. La vida, antes, era más sencilla, previsible, alcanzable e imaginable. El “horizonte” que veíamos en lontananza, se ha alejado y nos sentimos más indefensos ante las novedades que no podemos anticipar con certeza. Los acontecimientos locales están mucho más interrelacionados e inducidos por sucesos remotos que generan efectos inducidos globales, que asustan por la rapidez de su transmisión (por ejemplo, la tragedia del 11-M).
2º Complejidad y globalización. Vivimos en un universo crecientemente enmarañado, que lo presentimos como ininteligible. Las cuestiones que afectan a nuestra realidad próxima y a nuestro futuro familiar vienen condicionadas y configuradas por factores lejanos de ámbito mundial. Nuestra propia capacidad de interpretación de lo que acontece, sufre una “crisis de percepción” de la que somos víctimas. No “vemos” los desequilibrios sistémicos, que no captan nuestra atención como los problemas menores, más locales e inmediatos.
3º Prosperidad en la desigualdad. Ya señalamos que la renta mundial se ha multiplicado por 40 en el siglo XX, pero la desigualdad de su reparto se ha agigantado hasta un insoportable y desconocido grado histórico de injusticia e insolidaridad que mata a millones de personas de hambre y miseria.
4º Crecimiento y envejecimiento poblacional. La Humanidad se ha agrandado y sigue creciendo explosivamente. Durante diez siglos, del siglo I al siglo X, la población mundial se mantuvo en torno a los 250 millones de habitantes. A principios del siglo XX, vivían 1.600 millones de personas. Hacia el año 2010, habrá 7.000 millones de seres humanos, 8.000 millones hacia el 2025 y más de 9.000 millones en 2050. Esta pujanza poblacional contrasta con la pérdida vital de infancia y juventud en los países más desarrollados, que se “floridizan” (como en Florida) convirtiéndose en “paraísos de ancianos”. Por ejemplo, una de cada dos mujeres vascas que hoy están en la cincuentena llegará a ser centenaria, previsiblemente.
5º Integración e interdependencia económica. Si la población crece y crece, en cambio la economía se repliega bajo la “ola” de una concentración mundial con creciente interdependencia. La economía nos hace sentirnos más cercanos y cada vez más juntos. Nunca fue más verdad la frase de que para cuando desayunamos ya ha intervenido (en los productos, cacao, azúcar,…) más de medio mundo.
6º Interconexión y transparencia. Otra causa de aproximación es la información y la comunicación planetaria, que nos permite conocer con inmediatez las noticias provenientes de cualquier rincón del mundo. Ello es de un impacto decisivo, para bien… y para mal. Lamentablemente, las noticias negativas son las que mejor y más rápidamente se propagan, transmitiéndonos una impresión de que el mundo está en serio peligro.
7º Fusión de lo local y lo global. Las propiedades anteriores han generado un crisol sociocultural donde se mezclan lo particular y lo muy general, con la correspondiente confusión de raíces, que puede provocar pérdida de identidad.
Estas transformaciones han “fluidificado” el universo actual, aniquilando la inmutabilidad del proverbio romano “semper idem” (siempre lo mismo). Asistimos, en ocasiones inadvertidamente, a cambios vertiginosos en aspectos culturales, de valores vigentes, de información masiva, de nuevos conocimientos, de mentalidades emergentes,… En apenas 30 años se ha producido una profunda transformación mundial en todos los planos: personal, social, laboral, empresarial, organizacional y político. Una mutación de semejante calibre hubiese requerido siglos para completarse en tiempos anteriores.
Este “nuevo mundo” nos plantea el mayor reto de toda la historia de Humanidad: Detectar las poderosas tendencias que gobiernan nuestra época. Sólo así responderemos a una metamorfosis tan sutil como implacable, que no hace “ruido”, ni es “dramática”, que sólo se “presiente”, y que se adivina por fenómenos que están bosquejando nuestro inmediato horizonte[1]. [1] Continuará…
Versión para imprimir: mikel.agirregabiria.net/2006/economia2.doc
Disco duro de 5 Mb de hace 50 años
Año 1956, lanzamiento del IBM 305 y el primer disco duro de la historia: 5 MB de capacidad y alrededor de una tonelada de peso. En tan sólo 50 años ,esos 5 MB han quedado obsoletos y ahora podemos meter más de 3.000 veces esa capacidad en un simple pendrive.
Apuntes de economía contemporánea (1/6)
La economía también puede popularizarse para que entendamos mejor el mundo y el tiempo que nos ha tocado vivir. Texto basado en la conferencia de Pedro Luis Uriarte en el Foro Rural Mundial.
Aunque parezca contradictorio con nuestra percepción generalizada, vivimos una era de esplendor económico, aunque con fuertes desequilibrios. Expliquemos esta inmensa paradoja. Varios parámetros macroeconómicos apuntarían hacia una catástrofe universal: El precio del barril de petróleo ha pasado de 15 a 75 dólares por barril, y que pronto podría alcanzar los 100 dólares/barril; un gigantesco déficit comercial de EE.UU. (>800.000 millones $); una subida generalizada y continua de los tipos de interés de la Reserva Federal norteamericana; y graves riesgos políticos planetarios críticos para el suministro de materias primas.
Esta conjunción de factores hubiesen conducido hace pocas décadas a una inevitable recesión mundial… Sin embargo, jamás se vivió una mejor situación económica, con un increíble aumento del PIB Mundial hasta superar los 44 billones de dólares, tras un quinquenio creciendo planetariamente más del 4% anual. Este último año, 2006, el crecimiento será del 5,1% (+2,2 billones $, equivalentes a dos ‘Españas’).
A pesar del crecimiento poblacional, incluso la renta per cápita mundial crece a ritmo muy alto desde el inicio del nuevo siglo, al 3,2%, superando al 2,9% de la supuesta “época dorada” (de 1950 a 1973). De seguirse a este ritmo, la RPC se duplicaría en sólo 22 años, cuando para lograrlo se necesitó todo el siglo XIX o 50 años en el siglo XX. Todo apunta a una “aceleración” en el crecimiento de la renta mundial.
La economía española, la 8ª del mundo con un PIB superior al billón de dólares, está experimentado desde 1994 un fuerte progreso, superior a la media europea. Representa, aproximadamente, el 30% del empleo creado en la Unión Europea (U.E.) en esta década.
La propia economía vasca lleva diez años creciendo aún más que la española, pudiendo completar un ciclo expansivo de casi veinte años. Ello sitúa a la Comunidad Autónoma Vasca en el décimo puesto mundial en IDH (índice de desarrollo humano), con una renta del 120% del promedio de la U.E. y en situación de prácticamente pleno empleo.
¿Por qué se está produciendo todo este crecimiento acelerado de la economía mundial y local, a pesar de unas condiciones aparentemente tan poco favorables? Sumariamente, porque la economía ha experimentado cambios estructurales muy profundos, especialmente en los últimos años. Estas mutaciones han elevado su potencial de desarrollo, dotándola de mucha mayor flexibilidad.
¿Podríamos concluir que vivimos en “un mundo feliz”? ¡No, en modo alguno! Porque persisten serias amenazas por las desigualdades y por otros gravísimos problemas irresueltos. Pero el positivo ciclo económico está produciendo una sensible mejora en la situación promediada de la Humanidad. Ahora nos resta solventar tanta injusticia e insolidaridad, sobre la base de una propicia economía planetaria presente en una nueva REALIDAD DE UN “MUNDO DIFERENTE”[1]. [1] Continuará…
Versión para imprimir: mikel.agirregabiria.net/2006/economia1.doc
Aunque parezca contradictorio con nuestra percepción generalizada, vivimos una era de esplendor económico, aunque con fuertes desequilibrios. Expliquemos esta inmensa paradoja. Varios parámetros macroeconómicos apuntarían hacia una catástrofe universal: El precio del barril de petróleo ha pasado de 15 a 75 dólares por barril, y que pronto podría alcanzar los 100 dólares/barril; un gigantesco déficit comercial de EE.UU. (>800.000 millones $); una subida generalizada y continua de los tipos de interés de la Reserva Federal norteamericana; y graves riesgos políticos planetarios críticos para el suministro de materias primas.
Esta conjunción de factores hubiesen conducido hace pocas décadas a una inevitable recesión mundial… Sin embargo, jamás se vivió una mejor situación económica, con un increíble aumento del PIB Mundial hasta superar los 44 billones de dólares, tras un quinquenio creciendo planetariamente más del 4% anual. Este último año, 2006, el crecimiento será del 5,1% (+2,2 billones $, equivalentes a dos ‘Españas’).
A pesar del crecimiento poblacional, incluso la renta per cápita mundial crece a ritmo muy alto desde el inicio del nuevo siglo, al 3,2%, superando al 2,9% de la supuesta “época dorada” (de 1950 a 1973). De seguirse a este ritmo, la RPC se duplicaría en sólo 22 años, cuando para lograrlo se necesitó todo el siglo XIX o 50 años en el siglo XX. Todo apunta a una “aceleración” en el crecimiento de la renta mundial.
La economía española, la 8ª del mundo con un PIB superior al billón de dólares, está experimentado desde 1994 un fuerte progreso, superior a la media europea. Representa, aproximadamente, el 30% del empleo creado en la Unión Europea (U.E.) en esta década.
La propia economía vasca lleva diez años creciendo aún más que la española, pudiendo completar un ciclo expansivo de casi veinte años. Ello sitúa a la Comunidad Autónoma Vasca en el décimo puesto mundial en IDH (índice de desarrollo humano), con una renta del 120% del promedio de la U.E. y en situación de prácticamente pleno empleo.
¿Por qué se está produciendo todo este crecimiento acelerado de la economía mundial y local, a pesar de unas condiciones aparentemente tan poco favorables? Sumariamente, porque la economía ha experimentado cambios estructurales muy profundos, especialmente en los últimos años. Estas mutaciones han elevado su potencial de desarrollo, dotándola de mucha mayor flexibilidad.
¿Podríamos concluir que vivimos en “un mundo feliz”? ¡No, en modo alguno! Porque persisten serias amenazas por las desigualdades y por otros gravísimos problemas irresueltos. Pero el positivo ciclo económico está produciendo una sensible mejora en la situación promediada de la Humanidad. Ahora nos resta solventar tanta injusticia e insolidaridad, sobre la base de una propicia economía planetaria presente en una nueva REALIDAD DE UN “MUNDO DIFERENTE”[1]. [1] Continuará…
Versión para imprimir: mikel.agirregabiria.net/2006/economia1.doc
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