Futuro realista
Aquel que iba a ser mi último día, se me complicó.
¡Maldito lunes!, pensé al levantarme. Ya estoy harto, a pesar de vivir en el futuro, quiero decir en el porvenir que soñaron mis abuelos, mis padres y en el que yo mismo confié, cuando era muy joven. De hoy no paso. Ahora mismo me voy a una de esas nuevas cabinas de suicidio (evolución lógica de la máquina de la eutanasia del Dr. Philip Nitschkeque). Espero superar el obligatorio test de preguntas, cuya última cuestión literalmente dice: “¿Está seguro de entender que si pulsa el botón 'SÍ’ en la pantalla siguiente usted morirá?”.
Tomo el tranvía y me voy a las afueras. Hay varios kioskos de eutanasia instalados en la ciudad, de modo que mi muerte no molestará a nadie. No creo que haya cola de espera,… pero está ocupada. El servicio de retirada de cadáveres sólo acude por las mañanas. Se me ha adelantado otro desesperado. Este ayuntamiento no cubre debidamente las necesidades de la ciudadanía. Escribiría una ‘Carta al Director’, pero no estaré para leerla. Así que nunca se queja nadie.
Nuevamente al tranvía para acudir al otro extremo de la ciudad, a otra zona apartada donde acumulan esos servicios comunitarios tan poco vistosos para el turismo. ¡Mala suerte!, esta vez veo a una ojerosa mujer forcejeando con la puerta. Me acerco. Ella me indica que quiere entrar. Decido ayudarla, pero ni tirando los dos lo conseguimos.
Cuando nos íbamos cada uno por su lado, oímos un extraño llanto. Proviene de otro servicio municipal, uno de esos buzones-bebé que se han generalizado desde el año 2000 en Hamburgo, una especie de cajero automático, donde anónimamente se abandonan bebés. Tampoco ha funcionado este BabyBox (híbrido entre contenedor, horno casero e incubadora), porque no ha acudido nadie, probablemente al no haberse pulsado el botón de usado.
La desmejorada mujer acude presurosa, y yo la sigo. Parece muy sorprendida cuando, al abrirlo, aparecen dos recién nacidos que lloran al unísono. Cogemos en brazos un bebé cada uno. Ella prefiere recoger al que estaba debajo, casi asfixiado por una segunda entrega precipitada. Me siento cansado, pero ella está agotada. Cruzamos la mirada y sin mediar palabra, nos dirigimos a mi casa. Las criaturas se han callado. ¿Qué haremos? ¿Alguno es hijo suyo? ¡Qué más da! Salí a suicidarme, y vuelvo con toda una familia. ¡Vaya forma de empezar la semana!
Versión para imprimir en: mikel.agirregabiria.net/2007/futuro.DOC
¡Maldito lunes!, pensé al levantarme. Ya estoy harto, a pesar de vivir en el futuro, quiero decir en el porvenir que soñaron mis abuelos, mis padres y en el que yo mismo confié, cuando era muy joven. De hoy no paso. Ahora mismo me voy a una de esas nuevas cabinas de suicidio (evolución lógica de la máquina de la eutanasia del Dr. Philip Nitschkeque). Espero superar el obligatorio test de preguntas, cuya última cuestión literalmente dice: “¿Está seguro de entender que si pulsa el botón 'SÍ’ en la pantalla siguiente usted morirá?”.
Tomo el tranvía y me voy a las afueras. Hay varios kioskos de eutanasia instalados en la ciudad, de modo que mi muerte no molestará a nadie. No creo que haya cola de espera,… pero está ocupada. El servicio de retirada de cadáveres sólo acude por las mañanas. Se me ha adelantado otro desesperado. Este ayuntamiento no cubre debidamente las necesidades de la ciudadanía. Escribiría una ‘Carta al Director’, pero no estaré para leerla. Así que nunca se queja nadie.
Nuevamente al tranvía para acudir al otro extremo de la ciudad, a otra zona apartada donde acumulan esos servicios comunitarios tan poco vistosos para el turismo. ¡Mala suerte!, esta vez veo a una ojerosa mujer forcejeando con la puerta. Me acerco. Ella me indica que quiere entrar. Decido ayudarla, pero ni tirando los dos lo conseguimos.
Cuando nos íbamos cada uno por su lado, oímos un extraño llanto. Proviene de otro servicio municipal, uno de esos buzones-bebé que se han generalizado desde el año 2000 en Hamburgo, una especie de cajero automático, donde anónimamente se abandonan bebés. Tampoco ha funcionado este BabyBox (híbrido entre contenedor, horno casero e incubadora), porque no ha acudido nadie, probablemente al no haberse pulsado el botón de usado.
La desmejorada mujer acude presurosa, y yo la sigo. Parece muy sorprendida cuando, al abrirlo, aparecen dos recién nacidos que lloran al unísono. Cogemos en brazos un bebé cada uno. Ella prefiere recoger al que estaba debajo, casi asfixiado por una segunda entrega precipitada. Me siento cansado, pero ella está agotada. Cruzamos la mirada y sin mediar palabra, nos dirigimos a mi casa. Las criaturas se han callado. ¿Qué haremos? ¿Alguno es hijo suyo? ¡Qué más da! Salí a suicidarme, y vuelvo con toda una familia. ¡Vaya forma de empezar la semana!
Versión para imprimir en: mikel.agirregabiria.net/2007/futuro.DOC
La pasión siempre crea adicción...
Titular deLa Vanguardia de hoy: La pasión por la tecnología crea las primeras adicciones. Sin comentarios...
Una red solidaria: HACESFALTA.OG
¿Qué es www.hacesfalta.org? Un espacio en Internet que tiene como finalidad facilitar y fomentar el voluntariado. ¿Cómo?:
- Poniendo en contacto a personas que quieren ayudar con su tiempo y talento a organizaciones no lucrativas que necesitan ayuda.
- Publicando información que sensibilice y fomente la participación.
- Poniendo en contacto a personas que quieren ayudar con su tiempo y talento a organizaciones no lucrativas que necesitan ayuda.
- Publicando información que sensibilice y fomente la participación.
Un ballenero vasco del Siglo XVII
Durante los siglos XIV y XV la ballena se pescaba muy cerca, en la costa, y los vigías de tierra alertaban de su presencia a los pescadores. En esta época el número de cetáceos que visitaban la costa era numeroso. A finales del s. XVI, y durante los siglos XVII y XVIII, los pescadores balleneros comienzan a desplazarse a Asturias, Galicia, y a la lejana Terranova de donde serían expulsados hacia Groenlandia. Estas expediciones suponen un cambio en las embarcaciones, siendo las que van a ultramar naos y galeones con tripulaciones de alrededor de 60 personas, y con posibilidad de llevar a cabo el despiece y aprovechamiento de la ballena en el propio barco.
El Aita Guria puede visitarse en Bermeo. Reservas: Tel.94 617 91 54; correo electrónico: aitaguria@bermeo.org WEB: www.aitaguria.bermeo.org
El Aita Guria puede visitarse en Bermeo. Reservas: Tel.94 617 91 54; correo electrónico: aitaguria@bermeo.org WEB: www.aitaguria.bermeo.org
Getxo: Las viviendas más caras del Estado tras Donostia 2007
Las ciudades estatales más caras en 2006 fueron Donostia, con 4.170 euros por metro cuadrado; Getxo, con 3.863 euros por metro cuadrado; y Madrid (3.728,4 euros por metro cuadrado).
Por el contrario, entre las más baratas se encontraron Almendralejo (Badajoz), con 800,2 euros por metro cuadrado, y Ontinyent (Valencia), con 836 euros por metro cuadrado. Los mayores incrementos en el precio de la vivienda libre en 2006 se dieron en Melilla (16,3%), Galicia y Aragón (12,3%), mientras que las menores subidas se experimentaron en Madrid (6,1%), Navarra (6,4%) y Comunidad Valenciana (7,2%). En el caso de la VPO, las mayores subidas se registraron en Canarias (10,6%), Aragón (7,8%), y Galicia y Navarra (7,6%). Destacan los descensos interanuales de Euskadi (6,4%) y Cantabria (1,1%).
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