La conquista del Norte

La conquista del Oeste fue una hazaña que el cine norteamericano elevó a la categoría de mito. Ahora asistimos, imperceptiblemente, a la invasión de otros puntos cardinales.

El ser humano despuntó cuando los primitivos homínidos comenzaron a emigrar. La raza humana, a lo largo de la historia y a través de sus individuos más idealistas y adelantados, ha buscado los lugares de la Tierra donde era más fácil sobrevivir. Este éxodo es tan imparable como el progreso de la humanidad, al que ha contribuido decisivamente.

La emigración es el proceso de vasos comunicantes de las sociedades. Si en una zona hay abundancia de oportunidades, ese mismo potencial de riqueza llama y reclama su ocupación por parte de sus vecinos, más o menos alejados. Las distancias se han acortado por la globalización mundial, y la información planetaria descubre para todos los paraísos y los infiernos terrenales.

Los imperios se expandieron, alcanzaron su cenit… hasta ser invadidos y superados por ‘bárbaros’ con mayor vitalidad. Aquellos procesos de violencia extrema, han ido adoptando formas modernas más pacíficas de transición por emigración donde los pueblos más pobres buscan el acceso al bienestar y a la democracia huyendo de sus países de origen, aprendiendo a convivir en libertad y, quizá pronto, regresando a sus orígenes para revitalizar sus propias realidades sociales.

Por la misma causa principal que impele a desplazarse, los emigrantes han sido y son, casi siempre, pobres. Y los humildes, en todas partes, han sido injustamente tratados y aún más injustamente comprendidos, especialmente por los desorientados en su ignorancia o envanecidos por su posición. Sólo con cultura general, talante solidario y perspectiva histórica podremos comprender la inmensa aportación que representa la inmigración. Únicamente mediante una progresiva incorporación de estos refuerzos humanos podrán prolongarse las civilizaciones donde habitamos quienes falsamente “nos consideramos” superiores.

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