Certificado de natación

Como cada año, he recibido puntualmente un reconocimiento a mis horas de natación, en playa y piscina. No se trata de una medalla, ni de un diploma. Es algo mucho más científico, certificado en un papel oficial con membrete de la Comunidad Valenciana. Pero no me envidien demasiado...

Se trata de una fehaciente "otitis de nadador", prueba infalible de mi horario acuático. [Actualización: Prosiguiendo mi carrera 'deportiva', ahora estoy tratando de conseguir un "codo de tenista". Remedio de "santo" para el "oído de nadador": Neobrufen 600, Aceoto Plus y no el conducto auditivo...]

Limpiando la barra lateral del blog...


My blog is worth $64,357.56.
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Retiramos dos elementos que nos han acompañado un tiempo: La valoración económica del blog, que dejamos en la optimista cifra de 64,357 dólares (actualización: $66,051 el 22-9-2007), y al simpático Mr. Bean. Dos elementos eliminados. Otras 'limpiezas'.

20 de julio: Día Internacional de la Amistad

El día del amigo, creado por el multifacético Dr. Enrique Ernesto Febbraro, es un día para celebrar la amistad, se instauró el día en que el hombre llegó a la Luna. En otros países, tal como los Estados Unidos, se celebra en el primer domingo de agosto, el Día Internacional de la Amistad (International Friendship Day en inglés).

El espíritu de su promotor queda descrito en dos de sus citas: "Mi amigo es mi maestro, mi discípulo y mi condiscípulo. El me enseña, yo le enseño". "Cuando llueve comparto mi paraguas; si no tengo paraguas, comparto la lluvia".

Melancolía educativa

Dos anécdotas, verídicas y tristes, en homenaje a los educadores y desde la melancolía vacacional que acompaña al entusiasmo laboral.

Hace ya muchos años, unos alumnos que me seguían con gran fidelidad, me hicieron una pregunta que, a un mismo tiempo, me halagó y me desconcertó: “Tú, con lo que vales, ¿qué haces aquí,… enseñando?” Lo más doloroso fue que la pregunta no provenía de físicos o ingenieros en formación, sino de estudiantes de último año de Magisterio y, por tanto, de próximos profesores.

El segundo caso fue más reciente, trabajando en la administración educativa. El padre de un alumno de Educación Especial, un caso de Síndrome de Down, vino a cursar una petición. El padre, creyendo plena y meritoriamente en su hijo, llegó a confiarme sus expectativas máximas, lo que le enaltecía y demostraba que era un padre ideal. Pero lo hizo de un modo que transmitía su valoración de la acción educativa. Literalmente, y en la discreción de una conversación privada sin la presencia de su hijo, me confesó: “Ya sé, que Jon (nombre ficticio) nunca podrá ser médico o abogado. Pero aspiro a que mi hijo haga un trabajo sencillo, algo como lo que hacen ustedes, los funcionarios de educación”.

La docencia no ha encontrado aún la estima profesional y social que merece entre nosotros, comenzando por el propio profesorado. Si un futuro docente no cree que ejerce un puesto crítico para el futuro, probablemente no merezca ser educador. Si una familia no considera trascendental la labor del profesorado, posiblemente esté limitando la educación de sus hijos.