Una anécdota real que nos demuestra cuánto podemos aprender de los más pequeños y humildes,… que -en definitiva- son los más sabios.Ayer fuimos Carmen y yo de visita, y al entrar en el portal de la casa vimos a una joven mujer sudamericana fregando las escaleras. En el primer rellano estaba un niño de unos siete años, sentado en un escalón y con una camiseta del
Athletic de Bilbao. Al pasar junto a él, se apartó y nos saludó muy simpático. Le pregunté si era del
Athletic, y me contestó que sí. Luego añadió su nombre, que no citaré, y concluyó manifestando algo tan evidente como grandioso:
- “Y ésta, es mi mamá”, orgullosamente señalando a su madre, quien sonrió.
Pocas veces hemos escuchado en labios de un hijo, como somos todos, refiriéndose a sus padres con tanto amor, contento, confianza, optimismo, gozo, estimación,… ¡Gracias, madre e hijo, por la lección que nos brindáis! Algunos sólo verán en vosotros a unos inmigrantes más; nosotros, la inmensa mayoría, os reconocemos como maravillosos seres humanos, de la mejor calidad que en el mundo pueda existir.