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Una niña llamada Gillian, que se aburría en clase

Gillian Lynne nació en Bromley, condado de Kent, Inglaterra, en 1926, y se convirtió en una mujer que nos enseña una lección fundamental sobre la singularidad de cada persona. Cuando era niña, los maestros de Gillian Lynne comenzaron a enviar notas a sus padres. Les advertían que su hija era inquieta e indisciplinada, se distraía a la clase y su rendimiento académico dejaba mucho que desear. Incluso llegaron a sugerir que padecía un serio trastorno de aprendizaje. 

Su madre la llevó a un psicólogo por la falta de atención en la clase, su incapacidad para concentrarse y mantenerse quieta. Tras escuchar a la madre, el doctor le dijo a Gillian que necesitaba hablar en privado con su madre un momento y ambos salieron del despacho. El doctor le pidió a la madre que observase lo que la niña hacía mientras estaba sola, y vio que estaba bailando una canción que sonaba de fondo en la radio. 

El psicólogo dijo a la madre: “Señora, su hija no tiene ningún trastorno, su hija es bailarina. Le recomiendo que la lleve a una escuela de danza”. Allí, según declaró Gillian años después, "fue maravilloso encontrarse con tanta gente que no podía estar quieta y necesitaba moverse para pensar".

Gillian Lynne demostró desde muy pequeña un especial talento para la danza, formando equipo con su amiga de la infancia Beryl Grey desde el colegio y usando la danza para superar la trágica muerte de su madre en un accidente del coche el 8 de julio de 1939, cuando Lynne tenía solamente 13 años de edad.​ Ambas amigas llegaron a ser famosas bailarinas de ballet. 

Gillian Lynne fue bailarina y, sobre todo, una coreógrafa precursora de obras donde se mezcla el jazz, la danza clásica y el teatro, y creó coreografías y espectáculos como “El fantasma de la Ópera” y “Cats”. Gillian Lynne se mantuvo activa hasta sus 88 años, como directora de producción del Birmingham Royal Ballet. Además de su éxito profesional, Gillian también es un ejemplo de las propiedades pedagógicas y terapéuticas de la danza. Esta historia nos recuerda la importancia de reconocer y celebrar lo que nos hace únicos, para luego ponerlo al servicio de los demás. Lo que parece un “problema” puede ser la semilla de un talento extraordinario.
Foto en Cats.

Educación y creatividad

Otra excepcional conferencia, subtitulada por Pedro Villarrubia de Discentia, de TED (Technology, Entertainment, Design) con Sir Ken Robinson (web oficial), experto en creatividad educativa. El título del vídeo, "Do schools kill creativity?" (¿Matan las escuelas la creatividad?) apunta cómo podemos desarrollar una escuela de excelencia donde la creatividad infantil no se apague, sino que se desarrolle, consolide y madure. 

Una de sus muchas y valiosas reflexiones: "La creatividad es tan valiosa en la educación como la alfabetización". Deliciosa la anécdota de pensar cuando Shakespeare era un niño de siete años asistiendo a una clase... Concluye con tres atributos de la inteligencia: diversa, dinámica y distintiva. Uno de los muchos chistes que desgrana en su exposición: "Si un hombre da su opinión en un bosque y ninguna mujer le oye,... ¿sigue estando equivocado?". 

Concluye con lo mejor de su discurso, con el caso del terapeuta de Gillian Lynne (post posterior ampliado), que cuando ella era tenía ocho años no le diagnosticó ninguna enfermedad como hiperactividad con déficit de atención (síndrome entonces no definido), sino que algún día sería, o mejor ya era, una perfecta... bailarina.


Otros muchos posts sobre TED..