Mostrando las entradas para la consulta Oppenheimer ordenadas por fecha. Ordenar por relevancia Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas para la consulta Oppenheimer ordenadas por fecha. Ordenar por relevancia Mostrar todas las entradas

Educación en X (Twitter)

"La educación es algo que nadie te puede quitar". - Elin Nordegren.
"Vive como si fueras a morir mañana. Aprende como si fueras a vivir para siempre". - Mahatma Gandhi.
"La educación no es la preparación para la vida; la educación es la vida misma". - John Dewey. "La gente piensa en la educación como algo que puede terminar". Isaac Asimov "Si no estás dispuesto a aprender, nadie puede ayudarte. Si estás decidido a aprender, nadie podrá impedírtelo". "Siempre pensé que la idea de la educación era aprender a pensar por uno mismo". - Robin Williams. "Nadie debería salir de nuestras universidades sin comprender lo poco que sabe". - J. Robert Oppenheimer. "La educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo". - Nelson Mandela.

Muchas más citas sobre la educación.

El abuelo que saltó por la ventana y se largó

Vídeo con la película completa.

"El abuelo que saltó por la ventana y se largó" de Jonas Jonasson es una historia extremadamente audaz e ingeniosa que sorprenderá constantemente al lector. Su autor, Jonas Jonasson, nos regala un personaje maravilloso, Allan Karlsson. Un abuelo sin prejuicios que no está dispuesto a renunciar al placer de vivir.

Momentos antes de que empiece la pomposa celebración de su centésimo cumpleaños, Allan Karlsson decide que nada de eso va con él. Vestido con su mejor traje y unas pantuflas, se encarama a una ventana y se fuga de la residencia donde vive, dejando plantados al alcalde y a la prensa local. Sin saber adónde ir, se encamina a la estación de autobuses, el único sitio donde es posible pasar desapercibido.

Allí, mientras espera la llegada del primer autocar que se presente, un joven le pide que vigile su maleta, con la mala fortuna de que el bus llega antes de que el joven regrese y Allan, sin pensarlo dos veces, se sube con la maleta, ignorante de que en su interior se apilan, ¡santo cielo!, millones de coronas en efectivo. Pero Allan Karlsson no es una persona fácil de amilanar. 

A lo largo de su centenaria vida ha tenido un montón de experiencias de lo más singulares: desde inverosímiles encuentros con personajes como Franco, Stalin y Churchill, hasta amistades comprometedoras como la esposa de Mao, pasando por actividades de alto riesgo como ser agente de la CIA o ayudar a Oppenheimer a crear la bomba atómica. Sin embargo, esta vez, en su enésima aventura, cuando creía que con su jubilación había llegado la tranquilidad, está a punto de poner todo el país patas arriba. 

Una divertida parodia de un héroe centenario que llegó desde Suecia. Su odisea nos transporta a las grandes tragedias del siglo XX. Se lee de un tirón, nos hace reír y pensar.  Tras su primera obra de 2009, "El abuelo que saltó por la ventana y se largó", Jonas Jonasson nos ha regalado otros títulos. El de 2018, "El abuelo que volvió para salvar al mundo", también vale la pena leer.

El Abuelo Que Saltó Por La Ventana y Se Largó by Mikel Agirregabiria on Scribd

Obra completa en PDF.

Amenaza nuclear

Lo que atemorizó al planeta durante décadas ya no asusta ante nuevos enemigos como el terrorismo. Pero persiste el riesgo de un holocausto nuclear.

Las armas nucleares, basadas en reacciones de fisión atómica o de fusión nuclear, cuentan desde el inicio del Proyecto Manhattan con una historia de apenas 65 años. Pero no se han jubilado. Han pasado a segundo plano, porque la “guerra fría” se desdibujó tras la caída y desintegración de la Unión Soviética. Pero aún restan más de 15.000 ingenios nucleares capaces de extinguir toda forma de vida en nuestro planeta.

El descubrimiento del neutrón por Chadwick en 1932, permitió que sólo siete meses después (el 12 de septiembre de 1933) el físico Leo Szilard, comprendiese que era posible generar inmensas cantidades de energía mediante reacciones neutrónicas en cadena. El 4 de julio de 1934, Szilard solicitó la patente de una bomba atómica, describiendo la reacción y el concepto de masa crítica. La patente le fue concedida, por lo que Leo Szilard fue el inventor de la bomba atómica. Al obtener la patente, se la ofreció como regalo al Reino Unido, confiando en que la caballerosidad británica evitaría que su invento fuese mal empleado alguna vez; sólo aceptaba que fuera usada contra los nazis si éstos la desarrollaban por su cuenta.

En los preámbulos y el desarrollo de la II Guerra Mundial, sólo hubo tres proyectos de construir una bomba atómica: el programa alemán, el francés y el angloamericano, siendo éste el único que lo concluyó a tiempo para intervenir en la última fase de la contienda, acabadas ya las hostilidades en Europa. La Alemania nazi carecía de fuentes de uranio, había perdido a sus científicos de origen judío y otros no colaboraron con el nazismo, y le faltaba de la capacidad industrial. Sus avances difícilmente hubiesen alcanzado algún resultado antes de 1950. El programa nuclear francés se vio interrumpido en sus albores por la ocupación nazi de la parte principal del país.

Con científicos alemanes expatriados, como Frisch y Peierls, el Reino Unido avanzó en el análisis teórico de la fisión rápida del uranio U-235. El 3 de septiembre de 1941, Winston Churchill decidió construir una bomba atómica, pero en diciembre el proyecto fue transferido a los EE.UU., donde el 9 de octubre de 1941, Franklin Roosevelt había autorizado la producción del arma atómica. De forma conjunta, y bajo la dirección de Julius Robert H. Oppenheimer, se puso en marcha el Proyecto Manhattan.

El 16 de julio de 1945 se detonó la primera bomba de fisión en la desértica zona de pruebas de Alamogordo (Nuevo México), con una potencia de 17,5 Kilotones (1 KT equivalente a mil toneladas del explosivo convencional TNT). Al mes siguiente, se lanzaban dos bombas atómicas sobre Japón. El 6 de agosto, la primera bomba A lanzada sobre Hiroshima causó inmediatamente 90.000 muertos. El 9 de agosto la segunda bomba ocasionó en Nagasaki la muerte inmediata de 60.000 personas, además de los miles de heridos e irradiados que fallecieron posteriormente. Las trágicas secuelas de ambas bombas, las únicas empleadas en guerra por autorización de Harry Truman, aún perduran entre los supervivientes y sus descendientes.

El 15 de agosto de 1945 finaliza la II Guerra Mundial, e inmediatamente la ventaja nuclear de EE.UU. asusta a su “aliada” (hasta entonces) la Unión Soviética. Josef Stalin entra en la carrera nuclear, con una doble vía de la tecnología propia y del espionaje. Con los datos del espía Klaus Fuchs, que les proporcionó los planos finales de la bomba de Nagasaki en junio de 1945, la URSS explosiona el 29 de agosto de 1949 en el polígono de Semipalatinsk (Kazajstán), una copia exacta de la bomba de Nagasaki que liberó una potencia de 22 KT. Dos años después, el 24 de septiembre de 1951 detonaron otro ingenio de diseño propio más refinado, de la "generación uno y medio". La Guerra Fría Nuclear había comenzado.

Pronto se suma otras potencias a la carrera nuclear. El 3 de octubre de 1952, el Reino Unido hace estallar su primera bomba atómica británica, a bordo de un viejo buque anclado cerca de la isla Trimouille (Australia). Francia, tras la debacle en la Indochina francesa (Vietnam), y la humillación de la confiscación del canal de Suez (octubre de 1956) gracias a que EE.UU. dejó sin apoyo a sus aliados, acelera su programa nuclear y el 13 de febrero de 1960 prueba su primera bomba en el Sahara argelino.

China, con asistencia inicial de la URSS, el 16 de octubre de 1964 detona su primera bomba A en el campo de pruebas de Lop Nor. Por esas fechas, Israel, había madurado su secreto programa nuclear aprovechando la transferencia de tecnología francesa. Parece confirmado que Israel en 1967, durante la guerra de los Seis Días disponía de 2 bombas atómicas que entraron en alerta. El 22 de septiembre de 1979 se produjo una misteriosa explosión nuclear en el sur del Océano Índico, que nadie se cree que fue una prueba conjunta sudafricana-israelí.

India, con asistencia civil occidental preliminar, detonó el 18 de mayo de 1974 un dispositivo atómico en el desierto de Thar (Rajastán). Tras la entrada de la India en el selecto club atómico, su vecino Pakistán tardaría años en dotarse de su primera bomba por las estrictas restricciones a la exportación de tecnologías de doble uso impuestas por las grandes potencias. El 28 de mayo de 1998 Pakistán una prueba de 5 explosiones atómicas simultáneas en las montañas del Beluchistán. La fecha se precipitó porque India había probado su primera bomba H termonuclear el 11 de mayo de 1998.

Mientras más países se dotaban de bombas atómicas de fisión atómica, bombas A, las potencias entraron en la carrera de las bombas H, de fusión nuclear con isótopos del hidrógeno. Estados Unidos probó el 1 de noviembre de 1952 la primera bomba termonuclear en el Atolón de Enewetak, en el Océano Pacífico, con una potencia de 10,4 MT. Aunque hubo un arsenal de estas "bombas H de emergencia", EE.UU. no dispuso de bombas H con normalidad hasta 1955, o quizá 1956. Como a continuación veremos, esto significa que la ventaja tecnológica real con la URSS en materia de armas nucleares se había perdido. La Unión Soviética esperaría hasta el 22 de noviembre de 1955 para probar su bomba H en Semipalatinsk, pero su obra era plenamente operativa militarmente.

Las restantes potencias militares también fueron logrando sus propias bombas H. El Reino Unido en noviembre de 1957; China en 1967 sólo 32 meses después de su primera bomba A; Francia esperó hasta principios de 1977 para instalarlas a bordo de sus submarinos nucleares. Israel parece contar con un arsenal reducido de armas termonucleares. India, tras más de 20 años sin pruebas nucleares, realizó su primera prueba termonuclear el 11 de mayo de 1998, acelerando –como se ha expuesto en líneas precedentes- la decisión pakistaní de realizar sus pruebas con armas de fisión, dos semanas después.

La distribución del arsenal termonucleares actual concentra en EE.UU. un total de entre 5.000 y 10.000 cabezas nucleares desplegadas. Rusia, heredera nuclear de lo que fuera la URSS y tras el desmantelamiento voluntario de Bielorrusia, Ucrania y Kazajstán, acumula entre un mínimo de 1.500 y un máximo de 3.500 ojivas operativas. Francia es la tercera potencia en armamento nuclear con entre 500 y 1000 artefactos nucleares. El Reino Unido cuenta con un máximo de 250 cabezas nucleares, mientras China dispone de entre 70 y un máximo de "varios centenares" de ojivas.

Israel con entre 100 y 200 cabezas nucleares desplegadas y operacionales, India con 200 cabezas nucleares y Pakistán con unas 50 armas atómicas a lo sumo, cierran el club atómico. Sudáfrica, que construyó al menos diez bombas atómicas de uranio enriquecido, es el único país de las desmanteló y renunció a su programa nuclear. La tensión actual parece concentrarse en Corea del Norte, que declaró disponer de armas nucleares el 24 de abril de 2003 (probablemente aún no militarizadas) e Irán, que dispone ya de uranio altamente enriquecido (HEU) y mantiene activo un programa de misiles.

A modo de curiosidad histórica, a principios de los años '70, Franco encargó un estudio sobre la posibilidad de construir armas nucleares. Aunque disponía de la tecnología necesaria, reservas de uranio y una zona de prueba (el Sahara), finalmente se desechó semejante proyecto. Actualmente se calcula que más de 40 países, incluido el Estado español, disponen de la tecnología y recursos para construir armas nucleares.

Ha habido varias situaciones en las que hubo riesgo del inicio de una guerra nuclear. Además de la Crisis de los misiles de Cuba, en octubre de 1962, ocasionada en respuesta al despliegue norteamericano de misiles en Turquía y a la invasión de Bahía de Cochinos, ha habido al menos otras cinco ocasiones en las que los sistemas de guerra nuclear de alguna superpotencia han entrado en alerta. El 9 de noviembre de 1979, los ordenadores del Pentágono notificaron súbitamente la existencia de un ataque nuclear soviético masivo. Todo el sistema de represalia nuclear se puso en marcha, los bombarderos despegaron y la defensa civil llegó a activarse. Sin embargo, los datos procedentes de los satélites y de los radares no coincidían, sin verse ningún misil soviético mientras los ordenadores aseguraban que había 300 dirigiéndose a toda velocidad hacia los Estados Unidos. Al final se comprobó que alguien había introducido inadvertidamente una cinta de entrenamiento como fuente de datos del ordenador central analizador de amenazas. Estos hechos trascendieron a la opinión pública e inspiraron la célebre película Juegos de Guerra.

Posteriormente el 3 de junio de 1980 se produjo otro incidente de alerta de un ataque nuclear soviético a causa de un chip defectuoso. El 26 de septiembre de 1983, sólo 25 días después del derribo de un Jumbo surcoreano civil por las Fuerzas Aéreas Soviéticas, una rara conjunción del equinoccio de otoño ocasionó un error en la red de satélites soviéticos que estuvo a punto de disparar la represalia de la URSS ante un falso ataque norteamericano. El más reciente suceso del que se tiene noticia ocurrió el 25 de enero de 1995 de un cohete suborbital noruego, de dimensiones parecidas a las de un misil intercontinental. Aunque el lanzamiento había sido notificado a la administración rusa de Yeltsin, por extravío en la comunicación este cohete real en el espacio activó la prealerta de toda la fuerza nuclear rusa.

En pleno siglo XXI pervive el peligro de un fin apocalíptico, bien por un acto de agresión desde un Estado o desde una organización terrorista, todo ello sin considerar los accidentes nucleares en instalaciones civiles. El Tratado de No Proliferación Nuclear, de 1968 y firmado hasta la fecha por 189 países, debiera avanzar en la triple dirección del paulatino desarme nuclear de las potencias atómicas, el no incremento de potencias nucleares y el uso exclusivamente civil de la energía atómica.

El riesgo de una catástrofe proviene no exclusivamente de Irán o de Corea del Norte, y haríamos bien las ciudadanías democráticas de todo el planeta en exigir “políticas de futuro” para la erradicación progresiva del armamento nuclear, tan disperso y diseminado por todos los continentes y océanos. El Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) debiera velar simultáneamente por el desarme y contra el tráfico ilícito de material nuclear, evitando no sólo que nuevos países ingresen en el tenebroso club atómico, sino animando a la salida de tal círculo a los países que apuestan por la paz (como hizo Nelson Mandela al desmantelar en Sudáfrica su armamento nuclear). Sólo así podríamos disipar la amenaza nuclear, reduciendo todos los arsenales al mínimo que bajo criterios de no-empleo por la destrucción mutua asegurada baste para esa controvertida “disuasión nuclear” que, es de reconocer, ha servido hasta la fecha para evitar una Tercera Guerra Mundial.

Versión final: mikel.agirregabiria.net/2006/nuclear.htm

2005: Año Mundial de la Física

Así como el 2000 fue el Año Mundial de las matemáticas, celebraremos la Física en el centésimo aniversario del año milagroso de Einstein. 

En apenas siete meses de 1905, un asistente técnico de la Oficina Suiza de Patentes en Berna llamado Albert Einstein, enviaba para su publicación seis artículos a la prestigiosa revista alemana Annalen der Physik. Estos trabajos, en palabras del historiador y físico John Stachel, cambiaron la faz de la Física, de la Historia y del mundo que hoy conocemos. 

Por ello, el año 2005 será el Año Mundial de la Física, iniciándose el 13 de enero con una ceremonia en la sede de la UNESCO, en París, conmemorando las geniales publicaciones de Albert Einstein entre marzo y septiembre de 1905 que modificaron “copernicanamente” la visión de la Física en el mundo: la teoría de la relatividad, la teoría cuántica (efecto fotoeléctrico) y el movimiento browniano. Será una cita mundial no sólo para todos los físicos y científicos, sino para quienes enseñan o aprenden física y para toda la opinión pública como reconocimiento a una disciplina científica que ha configurado determinantemente nuestra realidad contemporánea en sus dimensiones tecnológicas, económicas, culturales, sociales y políticas. 

En el centenario de ese Annus Mirabilis de Einstein, del que con razón se ha apuntado que "nunca, ni antes ni después, ha enriquecido tanto y en tan corto tiempo a la Ciencia una sola persona como hizo Einstein en su año maravilloso". Aquel joven Einstein, a sus 26 años, demolía con claridad y lógica impecables los cimientos de la Física conocida, para erigir un nuevo esquema con un espacio-tiempo en el que pierden su carácter de absolutos tanto el espacio como el tiempo, obligando al abandono de conceptos clásicos como la simultaneidad absoluta y el éter lumínico. Desde su Principio de Relatividad, aunque Einstein prefería la “Teoría de los Invariantes” (donde no todo es relativo, sino que son constantes el valor de la velocidad de la luz y el intervalo espacio-tiempo”), llegó en el quinto de sus seis artículos a la famosa relación masa-energía, E = m.c2. 

En aquella época su autor ignoraba el descomunal poder escondido en las entrañas de su sencilla fórmula, con innumerables aplicaciones que abarcan un espectro desde las armas atómicas y nucleares (con las terribles consecuencias que llevarían a Julius Robert Oppenheimer a exclamar que “los físicos han conocido el pecado, y éste es un conocimiento que no les abandonará”), hasta su beneficiosa utilización social o médica. Años más tarde, Einstein enunciaría el Principio de Equivalencia sobre el que construirá su Relatividad General, obra cumbre, por su originalidad y belleza, del pensamiento científico, que principió en 1907 y concluyó esencialmente en 1915. 

Películas como “Una mente maravillosa” sobre John Forbes Nash Jr. ofrecen una visión distorsionada sobre el trabajo y las cualidades de los investigadores, profesionales y enseñantes matemáticos y científicos. Para mejorar el bagaje científico-matemático acorde con las necesidades de la vida contemporánea de toda la ciudadanía, y especialmente de las generaciones más jóvenes con independencia de la opción académica escogida, debería revalorizarse la Ciencia como área curricular, adoptándose un estilo docente más experimental con espacios internos (laboratorios,…) y equipamientos externos de especialización en la divulgación científica, como los museos de ciencia, junto a exposiciones y talleres dedicados en centros educativos y universitarios, jornadas de puertas abiertas en los centros especializados, conferencias y ferias escolares de ciencia. Todo ello puede aportar un factor de incentivo científico y una perspectiva más accesible para el conjunto del alumnado, y de sus familias, para atender una necesidad palpable de nuestra civilización en la era del siglo XXI. 

Resultará muy eficaz el método histórico de divulgación de la vida de los científicos y científicas más portentosos, como Isaac Newton (probablemente el hombre más decisivo en la Historia de la Humanidad) o Marie Curie, único ser humano doblemente Nobel en Física y Química. 

También existe una rigurosa y divertida escala que ordena los experimentos más bellos de la Física, según una encuesta de 2002 entre los lectores de la revista Physics World. Se destacan, en orden cronológico, la medición de la circunferencia terrestre (Eratóstenes – siglo III a.c.), el experimento en la torre de Pisa o la caída en el plano inclinado (Galileo - Siglo XVII), la descomposición de la luz solar mediante un prisma (Newton -1665), la medida de la gravedad en la balanza de torsión (Cavendish – 1798) o el péndulo de Foucault (Foucault – 1851). Ya tendremos oportunidad de leer sobre todo ello en los próximos meses de 2005. 

El propósito básico de esta conmemoración del Año Mundial de la Física es mejorar la percepción pública que se tiene sobre la importancia de la Física para la vida cotidiana. En especial, la comunidad física mundial está preocupada por una marcada caída reciente en el interés de la juventud por estudiar Física. Si en 2000, Año Mundial de las Matemáticas, un periódico británico anunció en un titular “Las Matemáticas son sexy”, ahora en 2005 habremos de popularizar una perspectiva amena y humanista de la Física para ampliar su conocimiento medio de todo el alumnado, con independencia de su opción profesional o universitaria, e interesar a un mayor porcentaje del estudiantado universitario hacia el estudio superior de Física por su polivalencia y necesidad social. 

Ojalá aprovechemos esta oportunidad única de 2005 para popularizar el inmenso legado histórico de la Física. Un inmejorable camino será a través de biografías como la del Nobel de 1921, Albert Eisntein, y otros prodigiosos físicos. Además la Olimpiada internacional de Física (similar a las Olimpíadas de Matemáticas) se celebrará en julio su 36ª edición en la Universidad de Salamanca.
Actualización en octubre de 2020.