Adolescente Euskadi

A veces no entendemos la política, porque la complejidad de los temas sociales es creciente y las incertidumbres abundan, e incluso se fomentan desde instancias interesadas en propagar verdades… a medias. Quizá una metáfora pueda ayudar.

Sustento la teoría de que “Euskadi es un país adolescente”, ubicado en su momento crucial para la configuración de su ulterior personalidad propia, de modo autónomo e independiente. Ahora se están definiendo aspectos de gran trascendencia para la vida futura de esta pequeña y hermosa nación. Es en esta etapa cuando, desde la herencia recibida, se forja la identidad: la propia e irrepetible individualidad nacional, reconociéndose y convirtiéndose en sí misma. Este desarrollo se verifica con cambios en el esfuerzo de síntesis y descubrimiento del yo, con ciclos de sobreestimación y subestimación.

Esta joven Euskadi, formada por su plural ciudadanía, lleva su propio camino, adoptando continuas decisiones diarias, que conforman su modo de crecimiento y maduración. Cotidianamente se encuentra afrontando y resolviendo los problemas que le acechan. Es razonable que experimente periódicas crisis menores y que muestre algún rasgo aislado de perplejidad, ya que debe establecer un logro de identidad, definiendo los aspectos claves de sí misma y de su relación con los demás.

Euskadi se quiere emancipar, quiere asumir su propia responsabilidad. Se cree suficientemente fuerte para abrirse su camino en el mundo, apoyando a los demás y apoyándose en ellos. Quizá sea osada, pero sólo desde la audacia medida se puede alcanzar el éxito, cuando se ha llegado ya una fase en la que vive apasionadamente todo, y el deseo de libertad es imparable.

Al igual que un adolescente, una joven patria debe desplegar varios niveles de desarrollo previo. Sus instituciones comienzan a acometer nuevas formas y funciones (como relatan las recientes noticias de cambios en la Acción Exterior del Gobierno Vasco), al tiempo que sus modelos simbólicos de referencia se erigen y centran en esquemas propios, en todos los ámbitos (cultural, lingüístico, educativo, mediático, sindical, laboral, social, político,…). Incluso la memoria histórica y la percepción colectiva del futuro en común se transforman, se desvinculan de ligaduras anteriores mediante un proceso de ardiente búsqueda que necesita ser declarado y compartido.

Un país adolescente requiere una población rejuvenecida en espíritu, con una imagen idealista del mundo. Esta característica propia de los púberes se hace presente no sólo en la conducta práctica, sino también en la actitud y en la elección de respuestas frente a las realidades del exterior. Los jóvenes, en ocasiones, se consideran a sí mismos demasiado importantes, se encierran en sus sentimientos, sobrestiman su vivencia, y dictan sus juicios creyéndolos el "summum" de la sabiduría. Por ello es tan esencial la autoformación y la reflexión, a fin de madurar y materializar el “desideratum”. Otro factor clave es la elección del garante ético, que identifique el código de valores morales aceptado y asumido comunitariamente.

La formación de un ideal, el despertar de la esperanza, el crecimiento arraigado de las estructuras, la maduración social, y la consolidación del sentimiento de sí mismo, son las señales de transición y los hitos de cristalización del espacio propio de un pueblo capaz de persistir y evolucionar, principalmente como resultado de la Educación y de la Investigación. Porque en estas dos áreas indelegables, trascendentes, verdaderas y únicas para actuar como catalizadoras del futuro se precisa el máximo esfuerzo.

Solamente una política inteligente y asentada democráticamente es capaz de gestionar este rumbo, aplicando en cada paso aquella parte del ideal que las circunstancias hacen posible, porque “la política es la historia que se está haciendo, o que se está deshaciendo”. Y la generosidad de la política se expresa en la única respuesta humana ante el conflicto, allí donde los animales sólo encuentran dos reacciones posibles, huir o luchar, el ser humano inventa la tercera vía: la palabra, el diálogo desde la comprensión mutua, rehusando la intolerancia y el enfrentamiento propio de seres irracionales.

Euskadi ha rechazado mayoritariamente las propuestas retrógradas, que desde un estado de dependencia conducen a destinos de contradependencia, donde se adoptan comportamientos oscilantes entre luchar y huir, para caer en la codependencia, donde competir con otros en forma destructiva. La cabal ciudadanía vasca ha elegido, en su asombroso proceso de progreso desde una tradición y cultura milenarias, avanzar desde la dependencia hacia la interdependencia venidera en el escenario europeo, superando el estadio de una anacrónica e imposible independencia decimonónica.

Euskadi es el chico rebelde e inconformista; Catalunya, el hermano formal; Galiza, el benjamín. Otros primos en Europa ya se han liberado: Litunia, Letonia, Estonia, Chequia, Eslovaquia, Eslovenia, Croacia,… El Plan Ibarretxe quizá sea una buena oportunidad para construir el sueño que resuena tras cada “Gora Euskadi Askatuta”.

Me quedo con Perurena

Los lectores hemos asistido a una diatriba entre Iñaki Perurena y un antipático enclenque olvidadizo, que le citó erróneamente, según acaba reconociéndolo ante la evidencia más incontestable de la prosa contundente del harrijasotzaile navarro. El colmo de la insolencia ha sido acusar al poeta de Leitza de estar vendido a intereses por parte de un verdadero experto en el tema, que podría quedarse calladito, al menos en la prensa local, tras cambiarse por enésima vez de camisa azul y de chaqueta multicolor, como recordamos todos los vascos con memoria, y dedicarse a recrear su historieta personal para otros mercados, como es su especialidad. Frente a un culto baserritarra, y empleando a la preciada institución vasca ETB como insidiosa arma arrojadiza, el constructor de autobiografías y recuerdos falsos, pretende vanamente injuriar a todos los vascos hablando nada menos que de ajenos comisarios políticos, cuando éste es otro de sus reconocidos pluriempleos, paradigmático del "quien paga, manda".

Ha sido un debate manifiestamente desigual, porque la altura ética y moral de nuestro deportista y actor le otorga una insalvable superioridad de coherencia y dignidad, propio de quien hace treinta años y en la actualidad, pensaba y piensa lo mismo sobre la violencia, sin sacar una vergonzante tajada por ello, ni antes ni ahora. Y si las urnas no mienten, los vascos también nos quedamos con la Historia en la que cree Iñaki Perurena, y no la de un repulido amnésico, ciertamente inconfundible por el oportunismo de sus artimañas, sin otro mérito que seguir siempre al lado de los poderosos, quienes ahora contratan críticos contra el nacionalismo vasco.

Finalmente, quienes llevamos toda la vida rechazando todas las formas de violencia política, sin relatar ni enarbolar nuestra presencia en centenares de concentraciones y manifestaciones por la paz, donde no mirábamos quiénes estábamos ni nos movíamos para salir mejor en ninguna foto, le agradecemos al mendaz y asustadizo oponente de nuestro harrijasotzaile su última reconversión, como siempre desinteresada. Pero que se ponga a la cola, como poco enigmático converso que es, y no pretenda dar lecciones de coherencia en Euskadi, ni a señalar que la dignidad trae problemas, como sabemos demasiado bien los vascos, y probablemente mejor que nadie Iñaki Perurena, una de las figuras más queridas y representativas del sentimiento vasco, pacífico y democrático.

Conducción segura

Recientemente he estrenado un coche con cambio de marchas automático. No es el primero para mí, pero nuevamente me ha confirmado que esta opción, muy escasa en nuestro país a diferencia de los grandes mercados automovilísticos (EE.UU., Japón,...), podría mejorar muy notablemente la seguridad de nuestras carreteras, al tiempo que simplificar y facilitar el uso del coche a determinados colectivos que tradicionalmente han encontrado dificultades para acceder al permiso de conducción. A propósito, podría expedirse un carnet especial que habilitase sólo para conducir coches automáticos.

Los modernos cambios automáticos pesan poco, consumen y aceleran similarmente en igualdad de condiciones. Incluso los favorables datos de catálogo son mejorables, porque para obtener las cifras exactas de consumo y prestaciones los modelos, manuales o automáticos, son conducidos por pilotos expertos. En la práctica, y para el 99% de los conductores (y ya sabemos que casi todos nos consideramos buenos conductores), el cambio automático significa mejores prestaciones con menor consumo, y muchísima mayor comodidad, descanso y, sobre todo, seguridad sin distracciones. Además, las averías de todo el sistema de transmisión (embrague y caja) e incluso el desgaste de los frenos se reducen. Y todo esto apenas cuesta más, según les demostrarán en los concesionarios. Por último, dejen de exponer esas ridículas excusas de que les gusta sentir que controlan el coche,… porque también podrían regular el avance del encendido y otros parámetros históricos de conducción que es mejor dejar en manos de la técnica.

Una recomendación: Prueben un coche automático y se convencerán. Los nostálgicos pueden adquirir un cambio automático secuencial… y verán lo pronto que se olvidan de mover la palanquita. La seguridad adicional que aporta un cambio automático, que nunca falla en un adelantamiento y que incrementa la velocidad del reflejo de frenado, podría colaborar a que el tráfico dejase de ser la primera causa de mortalidad hasta los 35 años.

Una cuestión de bolas es el golf: Darle a la esfera pequeña sin tocar la grande

"Está comprobado que en las empresas, los trabajadores juegan al futbol; los mandos intermedios prefieren el tenis o el padel, y los directivos se apuntan al golf. Dicen que cuanto mas arriba están, más pequeñas tienen las pelotas."
Dicen por ahí...

Días de Parlamentos

Estos últimos días desde el pasado lunes 30 de julio han sido, ciertamente, jornadas parlamentarias. Personalmente cada vez me interesan más las Juntas Generales de Bizkaia, en Gernika, y el Parlamento Vasco, que otras instancias más alejadas, donde mi representatividad queda demasiado diluida. Junto al Roble Sagrado, donde siempre creo escuchar el “Gernikako Arbola” de Iparragirre, José Luis Bilbao presentó su programa para el decisivo y próximo período. El nuevo Diputado General afirmó que “lo que no tenga rentabilidad social deberá esperar para cuando la coyuntura mejore”, al tiempo que defendió la “Propuesta para la Convivencia” por tratarse de “la mejor propuesta, la verdadera, la que busca la paz para todos” presentada por el Lehendakari Ibarretxe, al que comparó con el admirable presidente brasileño Lula da Silva.

Mientras tanto, en Eusko Legebiltzarra de Vitoria-Gasteiz, Juan María Atutxa y la Mesa del Parlamento Vasco proseguían su denodada defensa, no de un partido político, sino de la soberanía de la Cámara Vasca, elegida democrática y libremente desde Euskadi, y que sufre una furiosa e inaceptable intromisión en su autonomía como poder independiente, desde un Tribunal Supremo supeditado al PP gobernante en el Ejecutivo del Estado, mediante subterfugios que sólo pretenden desviar la atención de la opinión pública.

En las Cortes de Madrid, Aznar, a quien no se puede negar su contumacia, repetía machaconamente la vieja cantinela adaptada a los “tiempos modernos”: “¡Váyase, Sr. Zapatero!”. El careto del ¿líder? de la oposición, Rodríguez Zapatero, parecía presagiar que abandonará la política antes de las anunciadas ausencias de Pujol, Arzalluz y Aznar. Francamente, si frente a un personaje chaplinesco y en un curso como éste no puede lograr mejores resultados, que venga Marín y le sustituya. El Berlusconi español le atizó de lo lindo con el “libro gordo” de los infinitos pactos mutuos suscritos, y de tanto sucursalismo como reina en ambos partidos llegó a acusarle de gestionar mal la filial del PP llamada PSOE, en Navarra y otras localidades, hasta que uno y otro se dieron cuenta que se estaban descubriendo (en sus ansias de bipartidismo) y que les habíamos calado. Francamente, de Aznar ya sólo nos interesa su dedo ungidor, para que nos desvele su ejemplar preferido del delfinario que cultiva para ejercer de nuevo patrón popular, aunque el PP de tanto hacer “oposición a la oposición” quizá pase a ser directamente “oposición”. Iñaki Anasagasti lo hizo excelentemente, como reconoce desde su legítima discrepancia ideológica Eduardo Haro Tecglen en EL PAÍS, con la mejor intervención parlamentaria en las formas, y demostrando que algunos quieren que no sea fábula el cuento en el que ni siquiera se podía decirle al Rey que iba desnudo.

Por último, en la Asamblea de Madrid han acabado con las frágiles urnas de cristal a… ladrillazos. Recomponer la limpieza democrática no será tarea fácil, porque sólo quedan añicos de la credibilidad en unos y otros, que cada día parecen más cimentados en arcilla opaca y resbaladiza. Ahora que han abolido la caza del zorro en Inglaterra y Gales, parece que corretean libremente otras clases de raposos en el país de los toros. Y todo esto mientras los medios de comunicación “serios y pagados por todos”, como TVE, censuran hasta galas musicales donde “Las niñas” (sevillanas ellas) cantan depravadas consignas, que muchos coreamos, con el estribillo de “Decimos no, no a la guerra, que la guerra es mu perra”.