Por razones profesionales y personales viajo con frecuencia desde Getxo hasta Donostia. Siendo positivo puedo señalar que actualmente existen algunos tramos… sin obras, aunque raramente en el corredor del Txoriherri y son casi inexistentes en Gipuzkoa. El trayecto ofrece emociones inigualables como decenas de kilómetros con doble señalización horizontal con líneas blancas y amarillas que cada automóvil elige a capricho. Después de avanzar con limitaciones de 70 Km/h, con muros de cemento actuando de arcén inexistente y carril único con vehículos en sentido contrario durante gran parte del recorrido, se llega a las cabinas de peaje.
Podría esperarse que no cobrasen, incluso que nos pagasen por aventurarnos a viajar por semejantes vericuetos, pero no es el caso: hay que pagar. Entonces llega la guinda final si hemos cambiado el anterior y eficaz sistema de telepeaje por el nuevo VIA-T. Las posibilidades son múltiples: generalmente no es detectado, pero puede pitar y dar ticket, o ni lo uno ni lo otro. Finalmente bajamos la ventanilla con la tarjeta de crédito, pero la empleada nos pide que extraigamos el módulo entero del telepeaje o nos aprendamos sus 15 dígitos. Protestamos y ella también se queja. Incluso nos sugiere: “Escriba una carta a los periódicos denunciando que el sistema lleva meses sin instalarse en todas las cabinas y funciona pésimamente”. Quede así expresado nuestro descontento, por parte de los usuarios y del personal de las dos concesiones INTERBIAK y BIDEGI.
La multiplicidad de obras y tramos provisionales se puede aceptar por aquello del mantenimiento, la nueva autopista Eibar-Gasteiz y el futuro tercer carril, aunque se podría haber planificado con menores molestias diurnas y nocturnas. El retraso de meses en la implantación efectiva del telepeaje universal es injustificable.