La grandeza de la insignificancia

Circula por Internet en forma de cadenas de e-mails una presentación maravillosa para reiniciar nuestra vida.

Recibo, de varios remitentes, una presentación PowerPoint titulada “La grandeza del mar” de autor desconocido. Junto a unas espléndidas imágenes marinas, contiene un edificante texto que reproduzco aquí levemente modificado.

¿Sabéis por qué el océano es tan grande, tan inmenso, tan poderoso, y por qué tiene la humildad de colocarse a algunos metros por debajo de todos los ríos? Porque supo recibir el mensaje de ellos, y así se hizo grande. Si el mar quisiese ser el primero, verse el más elevado, estar por encima de todos,… no sería un mar, sino sólo una isla. Toda su agua se iría para los otros y quedaría aislado.

La pérdida es una parte de la vida. La derrota es una parte de la vida. La muerte es una parte de la vida. Es imposible que vivamos sin ellas. Necesitamos aprender a perder, a caer, a errar y a morir. Es imposible ganar sin saber perder. Es imposible andar sin saber caer. Es imposible acertar sin saber errar. Es imposible vivir sin saber morir. Si aprendemos a perder, a caer, a errar… nadie nos podrá controlar, a nada temeremos. Porque lo peor que nos podrá suceder es caer, errar o perder. Y esto ya lo sabremos.

Bienaventurados quienes ya consiguieron ganar con la misma naturalidad con la que aprendieron a perder, quienes supieron andar tras superar el caer. Aprendamos a recibir con sencillez el acierto y el error, el triunfo y la derrota, la vida y la muerte.

Una lectura matutina así impulsa un reset del enfoque habitual y manido de buscar incesantemente la victoria, sufrir el desencanto de la derrota y que nuestras ilusiones se vayan desgastando por la erosión continua de la vida. “Nada existe en el mundo que sea insignificante” (Schiller), porque “lo insignificante es tan importante como todo lo demás” (Whitman). Aceptemos el principio de “derrotado siempre, pero abatido nunca”, porque “podremos ser destruidos, pero vencidos nunca”. Sólo desde el fracaso se puede resucitar. Parafraseando a Simón Bolívar, “el arte de vivir (él dijo de vencer), se aprende en las derrotas”.

Artículo ilustrado en: http://mike.agirregabiria.net/2005/grandeza.htm

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