¡Qué bello es vivir!

Aprendiendo de nuestros mayores que vivir es algo mágico e irrepetible. Gabriel Celaya lo resumió: “Vivir es fácil y, a veces, casi alegre”.

A veces, los educadores escuchamos de algún joven que no merece la pena vivir. Siempre nos sorprende y nos conmueve. En dos días seguidos, he oído dos declaraciones muy sentidas. Una, de desesperanza, de abandono, de renuncia, de deserción, por parte de una persona adolescente, en plenitud de salud, inteligente, capaz y con todo el futuro abierto. Simplemente se encontraba ante una situación que no controlaba, un pequeño contratiempo intrascendente, que pronto superará si no cae en la desesperación y no consuma algún error irreversible.

Pocas horas después, un viejo amigo me comentaba cómo su nonagenario padre se debate entre la vida y la muerte en un hospital. Sufre todo tipo de dolencias y achaques desde hace años, que han limitado toda su movilidad y le mantienen semiinconsciente. Pero cuando despierta y reconoce a su hijo, muy cabal, sólo le susurra: “Txetxu, qué bonita es la vida”.

No es el primer anciano que lo pregona. Son muchos los que proclaman: “Cada día creo que vivir me gusta más”. Quizás haga falta toda una vida de experiencia para comprenderlo. Con razón dicen que vivir es sentir, sin amarguras, todas las edades, hasta que llega la muerte. Sólo con la edad entendemos que vivir es recordarse, que vivir es decidir constantemente qué vamos a ser, ya sea en la siguiente década, en el próximo año o en el minuto postrero.

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Versión final en: mikel.agirregabiria.net/2006/vivir.htm

1 comentarios:

Anónimo dijo...

El error primordial del hombre moderno consiste en medir el valor de las cosas por el placer y el dolor que le producen, lo cual le hace intolerable al sufrimiento porque no sabe supeditar el placer y el dolor al valor mismo, a la belleza del proyecto, del fin que se persigue, del ideal de vida.
http://www.fgbueno.es/hem/2005f08.htm

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