Este ambiente festivo podría aprovecharse para que se encontrasen en alguna playa y amistosamente charlasen entre sí los políticos de diferentes partidos, y ojalá que hasta los pertenecientes a sectores enfrentados del mismo partido, lo que siempre es más peliagudo. Comentarían como “personas en bañador y con la barriga al aire” lo difícil de que está que nuestros jóvenes encuentren trabajo fijo y vivienda pagable, o los problemas para educar a nuestros menores y cuidar a nuestros mayores, procurando que todos disfrutemos esta corta existencia terrenal. Con suerte, después de un mes en este plan, todos comprenderíamos que nos complicamos innecesaria y mutuamente la vida, que ya de por sí comporta demasiadas tristezas y penas. Volveríamos con las pilas cargadas para, en lugar de aporrearnos recíproca y nuevamente, aprestarnos a socorrer entre todos a los más desvalidos, dialogando y aunando criterios para resolver democrática y pacíficamente tantas necesidades humanas insatisfechas.
Ha llegado el verano: ¡Dennos un respiro, por favor! Todos lo agradeceríamos, incluidos los más empecinados peleones. Recuerden que Ortega decía que “los únicos que no descansan jamás, son los necios”.
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