El presidente prepotente, más preeminente que prominente, procedente de su precedente, debía designar a su descendiente preferente. Sólo la "libreta azul" conocía el secreto de la "esfinge presidencial". La historia recuerda a aquel monstruo híbrido con rostro y busto de mujer, cuerpo y garras de león y alas de águila, que vivía en una montaña alzada sobre la ciudad de Tebas y que devoraba a los viajeros cuando transitaban por sus dominios camino de Atenas, tras plantearles un jeroglífico que nadie conseguía resolver. El misterio era "¿Qué animal tiene cuatro patas por la mañana, dos a mediodía y tres por la noche?".
Edipo, en uno de sus viajes, se encontró con la Esfinge que le planteó el enigma. Cuando iba a ser devorado resolvió el problema con la consabida respuesta: "el hombre", que comienza gateando, después camina erguido y en la ancianidad utiliza un bastón. La Esfinge, al verse vencida, se sintió tan ofuscada que se arrojó al vacío desde lo alto del peñasco.
La versión actual de la adivinanza es: ¿Qué presidente comenzó con el cuádruple apoyo de su partido y de los nacionalistas catalanes, vascos y canarios, siguió con el respaldo doble de sí mismo y su partido para terminar arrastrándose con los tres candidatos? Cuantos más electores den con la respuesta correcta, menos ciudadanía se comerá la esfinge, que asusta más por su apariencia que por su inteligencia. Confiemos que nuestra suerte sea mejor que la de Edipo, que venía de matar a su padre Layo y se disponía a desposarse con su madre Yocasta, según la trágica versión de Sófocles.
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