Recordando a los hijos, lejos en los arrabales de capitales lejanas, buscándose la vida y pagando una vivienda muy cara, con hipotecas que nunca se acaban. Pocos nietos, algunos en casa, con futuro incierto que la escasa educación no despejaba, pero tampoco era esto lo que más le atormentaba. Él se informaba: las radios por la mañana, y en las comidas los telediarios de la Primera y de las privadas. Hasta algunos titulares de la prensa local en el bar comentaban, y allí, como el Aznar pregonaba, estaba lo que más le torturaba: Las Vascongadas.
¿Vas con gafas?
Recordando a los hijos, lejos en los arrabales de capitales lejanas, buscándose la vida y pagando una vivienda muy cara, con hipotecas que nunca se acaban. Pocos nietos, algunos en casa, con futuro incierto que la escasa educación no despejaba, pero tampoco era esto lo que más le atormentaba. Él se informaba: las radios por la mañana, y en las comidas los telediarios de la Primera y de las privadas. Hasta algunos titulares de la prensa local en el bar comentaban, y allí, como el Aznar pregonaba, estaba lo que más le torturaba: Las Vascongadas.
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