Ha amanecido Catalunya tras el 16N claramente más nacionalista y más de izquierdas. Más nacionalista porque los 10 escaños perdidos por CiU son recuperados con uno más por los 11 adicionales de ERC, y con un PSC de Maragall mucho más… federalista asimétrico. Y despunta Catalunya más de izquierda porque la derecha pierde 7 escaños (10-3), que gana la izquierda (11+6-10).
Fracasan tres partidos, en mayor o menor grado: El Partit dels Socialistes de Catalunya porque pierde 10 escaños, desde los 52 anteriores, y partía desde expectativas superiores. Le ha perjudicado el barullo del PSOE con unos barones extremeño-manchegos que, sin lograr avanzar sus regiones, insisten en “arreglar” las autonomías ajenas para recibir el aplauso envenenado de algunos medios con gran contento de su adversario político. La petición de Ibarra de que continúe Aznar, ha sido el mejor caballo de Troya para su “colega” Maragall. La segunda contrariedad electoral corresponde a Convergència i Unió, que también pierde 10 escaños respecto de los 56 iniciales, lo que significa un rapapolvo por su ‘entente’ con el PP, pero puede consolarse sabiéndose contra pronóstico el partido hegemónico tras 6 legislaturas en el poder y tras el difícil relevo de un histórico Pujol por Mas. El tercer fracaso es el del Partido Popular que, aunque gana 3 escaños y votos, pasa a ser el 4º partido en Catalunya y ve desaparecer toda su influencia, porque es el único partido que no cuenta en ninguna quiniela, quedando marginado como el reducto españolista (11,9% del electorado parecido al de Iniciativa per Catalunya Verds) en un panorama cada vez más catalanista y más de izquierdas.
Como inmediata conclusión sólo caben dos gobiernos articulados en torno a un nacionalismo más remarcado de CiU + ERC, o a un pacto de izquierda acentuadamente catalanista con PSC + ERC + ICV. La ciudadanía catalana ha hablado con claridad, y por ello el partido estrella ha sido Esquerra Republicana de Catalunya, soberanista y de izquierdas. Su líder Joseph Lluís Carod-Rovira ha planteado inmediatamente una condición a sus posibles socios: Avanzar hacia una propuesta de “Libre Asociación con el Estado” como en el denominado “Plan Ibarretxe”. Desde esta perspectiva existen muchas diferencias y algunas semejanzas entre Catalunya y Euskadi. Destaquemos únicamente alguna realidad incontrastable: la política bronca y frentista de la España homogénea e imperial de Aznar es posible que sea su granero de votos en algunas regiones centralistas, pero no confunde a casi nadie en la periferia y está descohesionando el Estado. ¿No fue Aznar quien ha dicho hace unos días que el electorado catalán no pide la reforma del Estatut? Pues sólo lo pide el 88%. A la gran protagonista del día, Catalunya, sólo queda recordar la frase bíblica: ¡Levántate, anda y… asóciate libremente!
El PSOE de Rodríguez Zapatero debiera aprender alguna lección de las urnas, porque su confusión política no proviene tanto de su ideología como de su estrategia: Si realmente acabase con su etapa de “oposición útil” (nos tememos que para el PP), podría seguir una táctica más cercana a los territorios confiando en sus ejecutivas periféricas, y frenando a sus barones ensalzados por la prensa derechista, aparte de desautorizar a los agentes declaradamente aznaristas como Redondo Terreros. Incluso podría reconsiderar su “firmeza” ante el imparable nacionalismo democrático vasco, porque parece responder más a la orden del PP de “¡Firmes!” (en su doble acepción de firmar todo y ponerse en posición de obedecer al PP), que a la solidez de sus argumentos e historia reciente (léanse los programas electorales del PSOE en la transición). Si no reconduce su brújula el PSOE, que vaya buscando adjetivos en el diccionario para su larga travesía por el desierto y ponga un anuncio de “Se busca líder de recambio: Empleo temporal”.
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