A favor de las consultas populares frecuentes.
Durante el caluroso verano pasado fuimos testigos de un divertido suceso ocurrido en plena vía pública. Un honorable anciano, vestido como un gentleman inglés que acudiese al hipódromo de Ascot, se desmayó en el Puerto Nuevo de Getxo y cayó al suelo, siendo prontamente atendido por varios paseantes. Una jovencita sugirió suministrarle agua, un joven propuso abanicarle, otro hombre indicó que mejor sería esperar a una ambulancia y, finalmente, una señora de edad apuntó darle un traguito de brandy de la cafetería próxima. Siguieron argumentando, insistiendo unos y otros, hasta que el propio desfallecido se incorporó parcialmente y atajó la discusión con una perentoria solicitud: ¡Cállense todos, y hagan caso a la dama! Nadie mejor que el interesado sabe qué le conviene en cada momento.
Lo mismo acontece con la mayoría de los temas sociales y políticos. Quizá nos iría mejor a todos si desde los gobiernos nos “informasen” menos y nos preguntasen más. A las familias, a los pensionistas, a los pobres, a los jóvenes, a los enfermos, a los presos, a los inmigrantes, a los televidentes,… Los políticos sí atienden y son sensibles a las presiones de los poderes fácticos, de los poderosos, de la banca,… pero descuidan excesivamente al electorado, a menudo incluso a su misma militancia interna, hasta que se acerca el tiempo de urnas y hay que movilizar nuevamente a las bases para llegar al conjunto de los votantes. Ahora, en pleno tiempo preelectoral, tras la hibernación cuatrienal, se encienden todos los cerebros de las cúpulas con propuestas magníficas… que volverán probablemente a dormitar tras las votaciones y los nombramientos.
Nos convendría a todos, seguramente incluso a los propios dirigentes, menos propaganda continua, menos adoctrinamiento simplón, menos críticas ajenas, menos autoritarismo y, a cambio, más democracia para dar protagonismo al pueblo, mejorar la interactividad social, fortalecer la sociedad civil, y –en definitiva- escuchar y auscultar a la ciudadanía mucho más y mucho mejor que sólo con una papeleta cada cuatro años.
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