Rajoy en el armario

El candidato espera heredar sin esfuerzo tras su designación digital.

Es un caso extraordinario, por no decir antirreglamentario: al futuro mandatario lo mantienen en un santuario como usufructuario hereditario o comisario embrionario. Fuera del escenario parlamentario o partidario. Sin ideario ni comentario diario en el telediario, sin calendario ni horario, sin dietario ni recetario lapidario de legionario legendario.

Como un gregario funcionario bibliotecario en su honorario acuario estacionario. Alejado del incendiario calvario planetario contestatario y consuetudinario. Como un secundario sedentario del autoritario primario, sin debate con el revolucionario adversario contrario.
¿Es un presidiario solitario o el arrendatario beneficiario del suntuario balneario? ¿Un innecesario correligionario o un placentario empresario plenipotenciario? ¿Un estrafalario becario o el fedatario del incensario inmobiliario? ¿Un precario voluntario o el consignatario copropietario del inventario bancario y del talonario multimillonario?
Seguramente es el refractario emisario del publicitario rutinario, el sectario secretario del anticuario antiparlamentario, el arbitrario destinatario del insolidario anticomunitario, el depositario del prioritario diccionario reaccionario y monetario, el reglamentario intermediario del falsario visionario temerario, el subsidiario supernumerario del cesionario mercenario, el fiduciario vicario del cuaternario dimisionario, el rudimentario sicario testamentario del totalitario.

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