La derecha, española o italiana, sólo cuando manda interpreta la política como cosa seria. En la oposición se desesperan, se burlan de la democracia y se muestran como lo que son: ridículos papanatas.
La penúltima reyerta del impresentable Martínez-Pujalte, incrédulo del 11-M y portavoz adjunto del PP en el Congreso, escenifica todo un modelo de lo que un parlamentario NO debe ser. Chulesco, bronquista, bufón y burlesco. Quienes le votaron sabrán si les personifica. U otros personajes como el senador popular Bonet, quien afirmó: "Algunos recordamos que Pavía entró a caballo en el Congreso, Tejero con una pistola y el señor Zapatero con un tren de cercanías".
Estar en la oposición exige sangre fría, inteligencia, cortesía, mesura y altura de miras. Siempre es legítima la defensa de posiciones alternativas, pero con sesera y… paciencia. La peor derecha de la meseta añora los años sesenta y setenta, los de la reserva espiritual de Europa. Bien harían en cambiar de receta y de vereda, en desaparecer de estas reseñas. Como en la Asamblea de Madrid donde los peperos se esposan y boicotean la sesión parlamentaria.
Los extremos “se pegan”, en su doble sentido. Se oponen y se asemejan. Porque en Euskadi ya vimos otras contiendas de leyenda patética, de batasunos y populares, los unos echando cal y los otros votando con el codo. Respeto y orden en los Parlamentos que pagamos y nos representan. Acierta quien les expulsa. Bien por Marín,… y por Atutxa.
Versión final en: mikel.agirregabiria.net/2006/derecha.htm
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