La educación de Natascha Kampusch

Escolarizada hasta los 10 años, secuestrada durante ocho años y medio, resurge una Natascha cultivada, madura y educada que previsiblemente superará el Bachillerato sin mayores dificultades.

El drama de Natascha ha sido espeluznante, por culpa del criminal secuestrador que la retuvo en cautiverio. Por sus propios medios y sin la menor ayuda exterior, Natascha, logró quedar libre el pasado 23 de agosto. Cuando comparece ante los medios de comunicación, ansiosos por conocer los detalles de su rapto, sorprende a todos por su mirada, talento, carácter y lucidez. Expertos y espectadores nos hemos asombrado de su inteligencia cultivada, su perfecta dicción y deslumbrante retórica, así como de la notable fuerza de voluntad de esta joven. Características todas ellas que, en ese mismo grado, raramente exhiben sus coetáneos europeos que han disfrutado una existencia normalizada, sin aislamiento y una escolarización más convencional.

Ello puede llevar a preguntarnos qué podríamos mejorar de nuestros sistemas educativos y sociales, al tiempo de desear a Natascha una completa recuperación en su socialización plena tras su traumática adolescencia, confiando que su entereza, voluntad y buen juicio se lo facilitarán. El caso de Natascha cuestiona, en alguna medida, no sólo nuestros sistemas de seguridad, sino que ponen en tela de juicio nuestros sistemas educativos e incluso sanitarios, dado que estuvo ocho años sin (necesidad de) que la viera ningún médico. Por el contrario, parece revalidarse el peso de los medios de comunicación unidireccionales impresos y audiovisuales, a los que sí tuvo acceso, y que le permitieron formarse autodidácticamente conectándola con el mundo exterior. Parece que teléfono o Internet no tuvieron efecto alguno, dado que le fueron inasequibles por completo.

Cabe aducir que un caso aislado no debe extrapolarse. Que sólo la fortuna impidió que una enfermedad se cruzase en la salud de Natascha, y que un delito irresuelto no refuta la eficacia policial. Pero la dimensión escolar provoca una reflexión obligada: ¿Cómo el interés personal de Natascha, junto al seguimiento de un raptor, pudo compensar o superar la acción convergente de variados profesionales, influyentes condiscípulos, costosos recursos didácticos y todo un complejísimo sistema educativo?

Convendría un análisis exhaustivo sobre el profundo efecto educativo alcanzado mediante la lectura de libros, periódicos y revistas, radio y la televisión, así como las conversaciones con un único contertuliano que era su sicótico carcelero. Obviamente la educación incluye aspectos trascendentales ajenos a la mera instrucción, como una adecuada socialización y la adopción de valores, pero el esfuerzo y capacidad de Natascha parece que ha sabido suplirlos. El caso de Natascha puede alentar colateralmente las fórmulas de “homeschooling”, si sus defensores verifican determinadas posibilidades incluso en tan tardías etapas críticas de la adolescencia.

Merecería la pena un estudio comparativo de las ventajas y carencias en la educación de Natascha, que pudiese conducir a mejoras en los resultados académicos y personales del conjunto del alumnado. Probablemente, se detectaría el inmenso efecto beneficioso derivado de un cúmulo de factores como una lectura diaria, de un continuado interés por aprender, de una perseverancia férrea,… y de unas condiciones de vida reguladas, manteniendo hábitos regulares cotidianos. Quizá el dato clave para su sobresaliente formación, fue que Natascha asumió pronto y en persona la responsabilidad de su propia educación. Comprendió desde el principio la trascendencia de su proceso educativo, algo que progenitores y profesorado no siempre logramos inculcar en nuestros hijos y alumnos.

Natascha, junto con el deseo natural de viajar y de recuperar el tiempo perdido, ha manifestado su voluntad de aprobar la prueba de bachillerato para proseguir sus estudios universitarios a fin de ser abogada, periodista, psicóloga o actriz. Natascha mantiene intacto su idealismo y esperar colaborar en proyectos de la envergadura de combatir el hambre en África o erradicar la tragedia de las mujeres raptadas y violadas en Ciudad Juárez (México). Deseamos y auguramos un feliz futuro a Natascha, dado que durante su encierro acreditó un inmejorable talante y un envidiable tesón de superación.
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Versión final en: mikel.agirregabiria.net/2006/natascha.htm

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente artículo, Mikel. También me ha sorprendido la aparente frialdad de esta chica. La necesidad de comprender las cosas por uno mismo es el mejor estímulo. No hay nada como el hambre para movernos ;-)

En cualquier caso, es posible que Natascha haya alcanzado una gran madurez intelectual mediante la auto-educación, pero una simple entrevista en televisión no creo que nos permita evaluar su madurez social.

Y no olvidemos que para moverse en la vida es más importante (al menos, más útil) la madurez social que la intelectual.

Mikel Agirregabiria dijo...

¡Gracias por el comentario, José, y saludos a mi inolvidable cybereuskadi.com.

Anónimo dijo...

Leído en Diario de Noticias del 9-9-06.

Anónimo dijo...

Hola Mikel, justo hoy leia la entrevista y me pregunte algunas cosas parecidas, ¿como es posible que en tantos años no haya necesitado un medico, dentista, ginecologo? o algo mas complejo como una intervencion quirurgica? adonde se necesite acreditar la identidad de la persona y su padre o tutor.
Tambien me preguntaba sobre su educacion, como puede estar bien instruida?? leia mucho, estudiaba sola? que hacia 16 horas por dia en un sotano?? Pienso que algo en la historia no cierra.
Lo sorprendente es que son cosas que el periodista no le pregunto!!
Bueno si tienes alguna informacion extra me encaria conocerla.
Saludos desde Buenos Aires.

Anónimo dijo...

Nuestra Natascha


12 Septiembre 2006

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“La clôture du lieu sadien a une fonction:
elle fonde une autarcie social”
(Roland Barthes, Sade, Fourier,Loyola,
Editions du Seuil, 1971)

La noticia de la inesperada reaparición, al cabo de 8 años de cautiverio, de la joven austriaca de 18 años Natascha Kampusch, secuestrada en 1998, cuando solo tenía 10 años, se ha convertido en un fenómeno mediático y memético.

Los medios de comunicación impresos y digitales, y las cadenas de televisión, en una precipitada aproximación al trasfondo psicológico del extraño caso, calificaron unas frases benevolentes de Natascha sobre su ya suicidado secuestrador, como claro ejemplo del muy impreciso Síndrome de Estocolmo, mientras algunos comenzaron a hurgar en aquellos aspectos de la forzada convivencia entre ambos (secuestrador y secuestrada) que podrían ser más escabrosos, una convivencia asumida, sin más, como una tópica relación entre amo y esclava.

La enorme perplejidad causada por la extraña convivencia de los dos protagonistas, a lo largo de 8 años, y que ha provocado enfáticos y apresurados diagnósticos, lanzados a vuela pluma, por los “expertos” habituales, convocados con urgencia, ha sido sintetizada, con brevedad, distanciamiento y elegancia, por el psiquiatra Juanjo M. Jambrina en su blog TierraLibertad.Blogspot.com: “No sé. No me atrevo a nada. Todo será más simple de lo que se cuenta. Un tipo aburrido y enormemente patológico. Una cotidianeidad uniforme, monótona. Una convivencia basada en el secuestro y el aislamiento. Una niña que se hace mujer a oscuras. ¿Cómo se come?

En principio, lo que sí podría afirmarse es que no hubo tortura, porque lo propio de la tortura es la destrucción del lenguaje (Elaine Scarry, The Body in Pain, Oxford University Press, New York, Oxford, 1985), y Natascha, en su intervención televisiva, demostró estar en posesión de un discurso bien estructurado, impregnado de racionalidad y emoción, y con precisas referencias a ciertos valores éticos.

Lo que hubo fue el enclaustramiento forzado en un mínimo espacio físico, cerrado a cal y canto y aislado del mundo, del breve espacio corporal de una niña de 10 años, a la que le fue negada bruscamente la presencia de muchos “otros” espacios corporales (en su familia, en la escuela, en la calle) presencias sustituidas por la única presencia del secuestrador, un “cuerpo extraño” para ella, que intentaba convertirla en “cuerpo disciplinado” y disponible. En el mínimo espacio cerrado donde fue recluida Natascha, dos cuerpos representaron, durante ocho años, el juego dialéctico del poder y de la sumisión, es posible que incluso con un cierto grado de alternancia. (Pera, C. Pensar desde el cuerpo. Ensayo sobre la corporeidad humana, Editorial Triacastela, 2006).

La remodelación psicobiológica de una adolescencia femenina y, sobre todo, el proceso de su educación (en un mínimo escenario claustrofóbico, con dos actores que formaban una conflictiva sociedad, aislada del mundo circundante y que pretendía ser autárquica) plantea muchas interesantes preguntas, la mayoría sin respuesta, hasta el momento. Éstas son algunas:
- ¿Cómo se ha podido desarrollar, en tan adversas circunstancias, el proceso de construcción de la identidad personal de Natascha?
- ¿Cuáles han sido las fuentes de información y de qué apoyos críticos dispuso para su elaboración como conocimiento? En este sentido, ¿cuál pudo ser la ayuda prestada por el secuestrador?
- ¿Qué periódicos, revistas y libros pudo leer? ¿Cuáles fueron los temas de conversación con su secuestrador?
- ¿Se sintió indispuesta o enferma alguna vez? ¿Cómo se recuperó? ¿Fue atendida en alguna ocasión por un médico?

En último término, como ha señalado muy acertadamente Mikel Agirregabiria (blog.agirregabiria.net) el problema básico que plantea la reaparición pública de una Natascha tan bien educada, es entender cómo fue posible llevar a buen término una educación tan eficiente en circunstancias tan excepcionales, tan alejadas de los métodos educativos habituales. Al mismo tiempo, el buen resultado de este inusual proceso educativo subraya el extraordinario valor que posee la voluntad personal del que aprende en el proceso del aprendizaje.

Parece ser que la bien educada Natascha Kampusch -como la Natacha de Alejandro Casona (Nuestra Natacha, 1935)-, cuya proyecto vital era dedicarse a la reeducación de los jóvenes a los que la vida había maltratado, quiere también implicarse en proyectos educativos que fomenten los valores de la solidaridad y del altruismo.

Anónimo dijo...

Natascha Kampusch a la historia dijo

Natascha Kampusch se terminará convirtiéndose en un arquetipo, en un paradigma o ejemplo paradigmático, valga la figura de repetición. Igual que Anna Keller, el niño lobo de Trufaut.. y así.

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