Universitarios de ayer y de hoy

Hace 30 años terminaba la universidad apenas el 15% de la juventud; ahora más del 60% inicia estudios de grado superior.

Quienes ya hace más de tres décadas éramos profesores universitarios hemos asistido a una radical transformación del alumnado que accede a la universidad. Un análisis profundo de tal mutación exigiría múltiples tesis doctorales y ensayos sesudos. Quizá una descripción más anecdótica y liviana denote para la ciudadanía media cómo se ha pasado de aquella selecta minoría preferentemente masculina al actual alumnado universitario más plural y con mayoría femenina.

Tomemos un momento paradigmático de la actividad académica: los exámenes. Antes el estudiantado acudía con pocos elementos, que aún se mantienen. Un bolígrafo que no fallase, un reloj para distribuir el tiempo, el carné y la materia, más o menos dominada. Ahora, sin considerar aparatos informáticos inexistentes anteriormente, la mesa del examinando está repleta de nuevos cachivaches, que dejan el pupitre sin espacio para los folios de la prueba.

Parecen ser imprescindibles los siguientes objetos: varios bolígrafos, lápices, rotuladores y subrayadotes con sus correspondientes estuches, uno o dos botellines de agua, algún caramelo o chocolatina, un paquete de pañuelos de papel, el móvil (apagado, se supone), la calculadora, unos auriculares del mp3,.. y uno o varios muñequitos de formas variadas (tanto chicas como chicos) que cuidadosamente se depositan en alguna esquina específica con misión de talismán. Posiblemente todo ello sea reflejo de las amplias mesas de casa donde se supone que estudian; o un síntoma de infantilismo tardío producto de la sobreprotección familiar,… y social.

En todo caso, nuestra juventud es “buena gente” que va a su ritmo, personas serenas y tranquilas que no pierden ni el ánimo ni el humor por tomarse un par de años más en cursar o abandonar una o varias carreras. Definitivamente, no es que ‘sean así’: es que ‘así les hemos hecho’ los adultos, especialmente quienes somos progenitores o docentes de todos los niveles.
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Versión final en: mikel.agirregabiria.net/2006/hoy.htm

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Estuve recorriendo y leyendo tu blog (que no conocía) y te digo que me ha gustado mucho. Con este último post me he reído porque tienes razón...gracias a Dios en mi caso no fue así, mi hijo se recibió en tiempo y forma de profesor y licenciado en Filosofía y a los 30 ya está terminando su Doctorado. En cuanto a los post anteriores: Muy bueno el de la venganza y las palabras de Borges... siempre genial! Los consejos para el nuevo alumnado con sus 11 reglas me parecieron muy buenas de tener en cuenta y reales...En cuanto a la Confianza creo que como vos decías desde siempre se inculcaba eso mediante frases y refranes y esa es la Gran Sabiduría de la Humanidad hecha práctica. bueno un beso y seguiré visitándote...

clara estrella (mardelplata argentina)

Anónimo dijo...

Publicado en "Diario de Noticias" de Navarra, el 7-10-2006.

Anónimo dijo...

Tremendamente cierto que los jóvenes no son así, son como les hacen los que se "ocupan" de su educación y formación.

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