El arte de educar


Este relato, divulgado en un vídeo, está basado en una obra titulada “Tres cartas de Teddy”, escrita en 1976 por Elizabeth Ballard.

El primer día de clase, la profesora de 5º de Primaria se presentó ante su clase, recorrió con la mirada a todo su alumnado y solemnemente les dijo… una mentira piadosa: “Que les iba a tratar a todos por igual”. Sin embargo, eso era imposible porque en la primera fila, aburrido y sentado junto a ella, estaba Teddy. La maestra ya conocía a Teddy desde el año pasado, y había visto que no jugaba con sus condiscípulos. Teddy venía desaliñado, pedía salir al baño continuamente y podía ser muy molesto en clase. El cuaderno de Teddy era un desastre, y aparecían tachados en rojo los pocos ejercicios que traía realizados de casa.

Al revisar los historiales de todos sus alumnos, la tutora se llevó una sorpresa con el de Teddy. Su profesora de 1º lo mencionaba como un excelente alumno y buen compañero. La de 2º curso reiteraba su aprecio, pero comentaba que la enfermedad terminal de su madre le estaba afectando. La tutora de 3º indicaba que la muerte de su madre había sido un duro golpe para Teddy. Su profesora de 4º apuntaba que el desinterés de Teddy por lo que sucedía en clase era total y concluía que estaba muy retrasado.

La profesora comprendió a Teddy y se entristeció aún más cuando al llegar la navidad todos sus alumnos le llevaron algún obsequio cuidadosamente envuelto en papel de regalo. Todos… excepto Teddy, que llevó una arrugada bolsa de supermercado. Con temor sobre lo que contuviese, la profesora lo abrió en medio de clase: Una vieja pulsera a la que faltaban algunas piedras de bisutería y un frasco usado de colonia. Algunos niños se rieron, pero la tutora se puso el brazalete y se humedeció con perfume la muñeca. Aquel día, Teddy se quedó hasta que los demás alumnos se fueron y le confesó a su maestra que “Hoy usted huele como mi madre”. Aquella noche en su casa, la profesora lloró durante más de una hora.

Desde aquel día, aquella docente dejó de enseñar y se dedicó a educar. Prestó una especial atención a Teddy, y pronto se vio gratificada con su progreso. Al año siguiente, recibió una nota de Teddy donde le decía que ella era la mejor profesora que él había conocido. Seis años más tarde, le llegó una carta donde repetía que no había descubierto mejor profesora en todo el bachillerato. Años más tarde, otro documento reiteraba que ella seguía siendo su educadora favorita, y en la firma figuraba un tal Doctor Theodore.

La historia no acaba así. Teddy le pidió que fuese su madrina de boda. Ella aceptó y se engalanó con la pulsera incompleta y aquel perfume que a él le recordaba las últimas navidades con su madre. Después de la ceremonia, Teddy dijo estas palabras al oído de su maestra: “¡Gracias por creer en mí, por confiar en que yo podría ser diferente!”. Su profesora, con lágrimas en los ojos, le susurró: “Teddy, yo te agradezco que tú me convencieses de que yo podía ser diferente. Hasta que te conocí, no aprendí a educar”.
Los educadores, los progenitores, los adultos nunca sabemos el impacto que puede tener en el futuro nuestras acciones,… o nuestras omisiones. Consideremos esta realidad, e intentemos influir positivamente en la vida de los demás, especialmente de los más jóvenes. Enseñar quizá sea la última artesanía, algo que ha evolucionado con el paso de los siglos, pero que sigue requiriendo profesionalidad y vocación.

Versión para imprimir en: mikel.agirregabiria.net/2007/pigmalión.DOC

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Pídale que sea padre/madre...pídale que sea educador/a, pídale que sea formador/a, pídale que sea confidente,que sea juez, que sea polícia, que sea mediador/a, que sea misionero/a....quítele autoridad, quítele reconocimiento social,hágale responsable social,déjenlo indefenso sus autoridades..Aún asi, como un milagro, la inmensa mayoría se arropa en esa palabra tan vacía: "profesionalidad" y asumen todo lo anterior con la esperenza de que su acción sea relevante. que el paso por la vida de sus niños/alumnos sea relevante, y que su presencia en ellos los haga mejores personas.( y luego, quizá recuérdenle sus "excesivas vacaciones..."

Anónimo dijo...

Educación
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Yo también soy educador, de secundaria concretamente, y no puedo estar mas de acuerdo con lo que dices.

Anónimo dijo...

Yo tambien tengo el recuerdo de una profesora asi su nombre Victoria.
Esta profesora es la excepción maravillosa a la regla muy simple: son funcionarios y punto.

Supongo que en ningún caso han pensado en la formación de los profesores
que en la mayor parte de los casos, es mas que deficiente.
Si nuestros hijos deben pasar mas tiempo con ellos exijo que se optimice su formación sobre todo a nivel psicológico.
Cualquiera que quisiera acceder a la educación de nuestro futuro debería superar primero al menos dos pruebas:
Test de inteligencia; valorar la capacidad de análisis ante cualquier eventualidad normal en un colegio. Inteligencia emocional.
Test psicológico. Prevería abusos de autoridad humillaciones a los niños, injusticias.

Quizás los profesores salvo honrosas excepciones, son culpables de la actitud agresiva de ciertos alumnos, ¿Cómo?
Se lo que digo, la mayor parte se ocupa de humillar a sus alumnos de formas graves para la mente de un niño.
Ridiculizándole delante de otros, desmoralizándolo, injusticias, insultos.
Seria largo puntualizar. Los resultados, los niños crecen y se rebelan, o acosan a otros, o las dos o en el "mejor" de los casos son victimas

¿La culpa de los padres y de los niños?
Y el colmo es estudiar en Cataluña sin ser ni saber catalán te llaman castellano, como si fuera una tara un mal a eliminar, ¿exagero? No, soy cantabra no andaluza.

Anónimo dijo...

Muy bien por la profesora de 5to grado que observo a Teddy diferente al resto del colectivo de alumnos y trabajo con el.Pero que pobre trabajo docente en las profesoras de anos anteriores se limitaban a llenar un exxpediente sin atender el cambio del alumno por asuntos personales y no trabajar con el.Ser profesor no es solo el pararse en un aula y recitar un contenido para que este lo asimile el alumno.Ser profesor es impartir contenido,lograr que ese contenido lo interprete y analice el alumno, sepa aplicar razonar
ejercitar mente,prepararlo para sus anos venideros.Y sobre todo ser profesor es trabajar directo con el alumno, al conocer de estos situaciones,dificultades etc, no dejar que estas influyan en el aprendizaje.Un alumno como Teddy del cual sus profesoras anteriores a 5to grado solo se dedicaron a impartir contenido sin atender dificultades;el resultado de este alumno en un futuro se manifiesta de rechazo a la sociedad y por consiguiente,su reaccion negativa.
La prefesion de Educadora hay que sentirla,de lo contrario paga el inocente

Anónimo dijo...

Lo que aprendí...


Mikel Agirregabiria Aguirre: No sabe Ud. cómo influyó en mí esta narración. Soy maestra jubilada del nivel básico, pero también fui asesora - conductora, facilitadora, como solían llamarnos por allá por los 90 y tantos; cayó en mis manos y la difundí entre mis alumnos de Licenciatura del Centro de Actualización del Magisterio, Unidad Los Mochis, Sinaloa, México; después de la lectura - que siempre nos hacían llorar- hacíamos una reflexión, y puedo asegurarle que nos sensibilizó mucho a cambiar de conducta.

Gracias.

Ma. de Jesús Mártir Velázquez

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