Aunque existen diversas teorías sobre los pendientes de los piratas, la más acreditada señala que un gran aro de oro significaba valor y temeridad por haber atravesado el cabo de Hornos. Conocido en los siglos XVIII y XIX como el cabo de las Tormentas, situado en el extremo meridional de América del Sur, fue cruzado por primera vez por Francis Drake en 1578. Escollos, bajíos, vientos huracanados, lluvias y nieve durante casi todo el año, o una espesa bruma cuando las tempestades calmaban, convertían a aquel cabo en un lugar impracticable, incluso para los más experimentados navegantes. Los naufragios estaban a la orden del día. Por ello, se convirtió en signo de suerte y pericia entre la marinería haber logrado cruzar con vida aquel infierno. Orgullosos de ello, y para que la hazaña quedara reflejada de por vida, los marineros, comerciantes, piratas y corsarios se colgaban en una de las orejas un pendiente en forma de anillo.
A este distintivo se podían unir otros dos, que simbolizaban el paso por el cabo de Buena Esperanza, al sur de África, y el cabo de York, en Oceanía.
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