Semáforos injustos

Los novísimos postes de luces con temporizador desvelan sus secretos.

Los semáforos son tan cotidianos que han sigo objeto de abundantes chistes. Los más inocentes se basan en la posición enfrentada de las parejas de semáforos, donde uno se pone rojo porque el otro le mira… mientras se cambia. En Lepe, los hacen más altos para que nadie se los salte, o incluso dicen que tienen cuatro colores: el verde para pasar, el amarillo para reducir, el rojo para frenar,… y después el ‘negro’ para que te limpie el parabrisas.

En Getxo desaparece la luz ámbar, de precaución, porque peatones y conductores saben el tiempo de espera que les corresponde. Los modernos semáforos instalados han superado la función básica de transmitir señales, como indica su etimología griega, derivada de sema- (signo) y -foro (lugar). Dotados con leds, diodos electro-luminiscentes de menor consumo y mayor duración, además del color y la posición del foco encendido añaden otras informaciones gráficas, como el tiempo remanente antes de cambiar la preferencia de paso y la velocidad a la que debemos cruzar.

Observando un ciclo completo, se comprende quién se lleva la parte del león entre coches y viandantes: A los automóviles se les otorga 55 segundos, casi un minuto, mientras a los peatones se nos concede unos miserables 20 segundos. Ya sabemos que siendo la calzada para los automóviles, ello les debe dar cierta preferencia en tiempo, pero muchos conductores y conductoras parecen ignorar que las aceras son en exclusiva para los peatones, al aparcar reincidente e impunemente sobre ellas.

Lo peor es la recomendación del ‘muñequito’ verde, aquí no lleva falda como en Lugo, sobre cómo hemos de atravesar el paso de cebra. Desde de primer segundo nos sugiere que empecemos a correr como desesperados, nada de andar o pasear, a fin de que no nos atropellen los rugientes vehículos que observan más el icono coloreado que a las personas de todas las edades que hemos empezado a practicar el nuevo deporte semaforil.

Versión para imprimir en: mikel.agirregabiria.net/2007/semaforos.DOC

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Para encontrar el primer semáforo, tenemos que remontarnos hasta la Inglaterra del siglo XIX, donde enfrente del parlamento británico de Westminster, el ingeniero J.P. Knight montó una especie de regulador del tráfico para la avenida principal y la calle 105. Este aparato funcionaba con gas, emitiendo una luz roja o verde, al igual que lo hacía la señalización de los ferrocarriles. Hasta que un fatídico día, el invento explotó y mató a un policía que rondaba por allí.

¿Pero porqué son los colores así? Desde el inicio de su uso en la señalización del ferrocarril, se ha ido extendiendo a todo tipo de señalización, y la más frecuente que nos encontramos actualmente son los semáforos. El rojo y el verde se empezaron a utilizarse por ser dos colores bastante diferentes, con una buena visibilidad a grandes distancias y que en la mayoría de casos de daltonismo, no es posible confundirlos.

El uso del ámbar no comenzó hasta 1914, cuando William L. Potts lo introdujo en los reguladores del tráfico por carretera, con la función que conocemos (algunos) actualmente.

Y como curiosidades, dándome la licencia de hacer un poco de copia, decir que en Nápoles los colores se leen al contrario, el verde para parar y el ámbar y rojo para pasar; Valencia es la ciudad con más semáforos por habitante, Cleveland fue la primera ciudad en contar con un semáforo entre la señalización de sus calles, en 1914 y a España no llegaron hasta 1929, fecha en la que se instaló en primer semáforo en nuestro país.

Anónimo dijo...

Publicado en Noticias de Navarra, el domingo 18-3-2007.

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