Anécdotas filiales (I): Estudiar merece la pena

Los hijos, cuando crecen y se van independizando, comienzan a recoger vivencias de alto valor formativo, para ellos mismos y para otros. Hoy mismo, nuestro hijo pequeño que está comenzando a trabajar como arquitecto técnico nos agradecía nuestros esfuerzos por su educación, cuando atravesó la adolescencia (no hace mucho, porque recientemente ha cumplido 21 años).

Estando en su caseta en la obra de un alto edificio en construcción, con todas las comodidades (aire acondicionado, nevera, ordenador,...), ha venido un joven fontanero para completar la instalación del baño anexo. Al entrar en la oficina climatizada, desde un exterior a más de 40º, y verle cómodamente sentado ante sus planos, el obrero sólo ha podido exclamar:
- "Jo*er, yo también debía haber estudiado"...

0 comentarios:

Publicar un comentario