De quién se aprende más

Existe una lógica inevitable en los aprendizajes: El tiempo de las ‘clases’ y la relación docente-discente son factores decisivos y primordiales.

Si reflexionamos un minuto sobre la persona que más ha influido en nuestra vida, de quien más hemos asumido su visión vital, seguramente habrá un acuerdo mayoritario en torno a alguien con quien hayamos convivido, trabajado o vivido durante un largo período de nuestra vida. También depende de nuestra capacidad de aceptación de sus enseñanzas, para lo cual es conveniente una relación de aprecio mutuo.

Por las razones expuestas, en la mayoría de las personas los padres y hermanos, o los parientes cercanos han sido las personas que más poso nos han transmitido. También algunos profesores, pero la parcelación en etapas educativas de corta duración ha impedido que cale en profundidad la labor de un único docente que se destaque sobre los demás.

Otro ámbito de aprendizaje a lo largo de la vida es el trabajo. Aprendemos de los colegas, de los jefes y de los colaboradores. Aquí también el tiempo de contacto es determinante. En general, puede suceder que haya una tendencia a formarse más del superior inmediato, siempre que haya voluntad bilateral de enseñar-aprender y que se base en el respeto recíproco.

En síntesis, aprendemos fundamentalmente de la familia, con mayor peso que las amistades o los colegas. De nuestros antepasados (de abuelos, padres y tíos) y de nuestros descendientes (hijos, sobrinos y nietos), de nuestros coetáneos (hermanos y primos), pero sobre todo… de los cónyuges.

Nuestras parejas, especialmente tras una convivencia de años, nos conocen mejor que nadie, saben de nuestras fortalezas y de nuestras debilidades. Sus consejos, sus ideas, sus refrendos, son continuos y trascendentales. La duración, intensidad y voluntariedad de esta relación elegida la hacen imbatible como la mejor fórmula de aprender, día a día y hora a hora. Por todo ello, ¡gracias, amados consortes!

Versión para imprimir en: mikel.agirregabiria.net/2007/aprendemos.DOC

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Ederra, Mikel. Ederra.

Anónimo dijo...

"Hay muchos padres que, por su comportamiento y hábitos, envenenan las tiernas mentes de su progenie, bebiendo, jugando por dinero y mintiendo descaradamente frente a ellos.

Cuando el padre le pide al hijo que le diga a alguien que llamó a la puerta, que él no está en casa, está plantando la semilla de la deshonestidad.

No agobien los delicados cerebros con toda clase de problemas, informaciones que nunca utilizarán, hechos que enredan las fibras de la Verdad. No siembren odio o desprecio en la mente virgen de los pequeños hacia ninguna clase social casta, fe o culto. Enseñen a los niños el hábito de la plegaria diaria, cuando se levantan por la mañana y cuando se van a dormir al terminar el día. Háganlo también ustedes mismos. Descubrirán que proporciona calma y contento.

Trabajan asiduamente por el bien de sus hijos; ahorran para liberarlos de la ansiedad; sacrifican sus propias comodidades para asegurarse de que ellos pasen sus días con confort. La intención es legítima, pero la comodidad no es todo. ¿Practican la fraternidad, la tolerancia, la ecuanimidad, la caridad y la compasión? Estas son las armaduras que protegen a la mente de la aflicción y del dolor.

Primero los padres, luego los maestros, más tarde los compañeros de juegos y los amigos y, por último, los líderes que rigen la obediencia de millones, todos tienen que estar constantemente autoexaminándose, para comprobar si son ejemplos dignos de ser seguidos por los niños de esta tierra.

Estos ejemplos dan forma al carácter y, por lo tanto, conforman el futuro del país. Los mayores deben venerar al maestro, para que el niño pueda venerarlo; cuando el maestro visita sus casas, hónrenlo, para que su hijo pueda honrarlo y obedecerlo.

Esto también inducirá al maestro a volverse digno del trato honroso que recibe; lo hará consciente de su rol. Deben tratar a los niños pequeños con Amor y cuidado e impregnar la atmósfera de la escuela con la fragancia de la Divinidad.

Los corazones de los niños no están contaminados por los deseos sensoriales. Los maestros, los padres, los amigos y los mayores los corrompen con su conducta y ejemplo. Empañan su inmaculada naturaleza. Si sólo se les permitiera crecer en la adecuada atmósfera espiritual, si se les permitiera acercarse a Dios, se volverían buenos, justos, humildes y puros.

Esto no significa que serán débiles sino, por el contrario, serán fuertes, con todo el vigor de la Verdad , serán un patrimonio inestimable para la Nación y no como ahora, en que a las escuelas se les niega la atmósfera espiritual, lo que a su vez, contribuye para que se conviertan en obstáculos en el camino del progreso y en problemas para ellos mismos, así como para la Nación. Esta es la razón por la cual he intervenido en el campo de la educación y he establecido colegios para la Nueva Era , tanto para niños como para niñas, en diferentes Estados."
Sathya Sai Baba

Anónimo dijo...

Publicado en DEIA, el lunes 21-1-2008.

Anónimo dijo...

Publicado en el Diario de Noticias de Navarra, el martes 22-1-2008.

Anónimo dijo...

Ciertamente!

Anónimo dijo...

Hola Mikel, yo por ser Madre Soltera, no lo tuve bien, de esto va para 24 años, tenía trabajo, estudiaba, y aprendía a vivir, de cosas por las que yo vivía, y cosas que aprendía ( de mis profesoras... nada que decir ), exceptuando algún que otro Profesor, que conocí, en mis segundo tiempo de querer prepararme, siendo ya mayor, sí algo aprendí de el, que perseverar, y dar la cara, es imprescindible, para todo, de mí Madre, y hermanas (pues me quedé sin Padre siendo muy niña ), aprendí, el concepto de respetar a todos, si queremos ser respetados.

Cuando tuve a mi hijo, pasé tiempos muy malos, antes de poder colocarme, dado que en casa todos trabajaban, y en esos tiempos,
no había guarderías asequibles, y qué me apoyasen en buscar trabajo,
tenía que recoger al niño, al mediodía, y a las cinco, eso es lo que hacían por mí, las monjas que cuidaban sólo de mí niño, a cambio de un buen dinero... porque ni siquiera comía allí, ahí, no deberían de comer, ni los cerd...

Y fue cuando mí hijo crecía, cuando me fui dando cuenta, de ¡ cuanto le Amaba !, que daría la vida por él... y así todos los días de mí vida... y
la de mi Familia, que son, quienes junto conmigo, hemos hecho de mi hijo, un hombre, y hoy trabaja, como un burro, por unos euros. Pero es lo que hay... de momento, aquí en Andalucía se paga muy mal... pero él junto con su chica, ya viviendo juntos, están consiguiendo, hacer realidad parte de sus sueños, sólo deseo, que todos los que deseen, se cumplan como hasta hoy... sólo quiero eso, para todos los jóvenes.

Marivi. ( Venga de quién venga ).

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