Amar, u odiar, a todo y a todos

La vida es más sencilla de lo que algunos pretenden hacernos creer.

Se huelen, se sienten, pero todavía faltan unos días para que nos alcancen las esperadas vacaciones. Al llegar a estas fechas de julio, ya pedimos vacaciones. La rutina agota. Y más esta usanza del conflicto incesante que repiten machaconamente los medios de comunicación convencionales. La crisis, pues sí, la hay; pero además no dejan de recordárnosla. La confrontación política, que sí, existe; pero no insistan aún más. Las buenas noticias del mundo real se evaporan en medio del cenagal de la animadversión que parece vende los malos periódicos. Alguna noticia feliz, asoma tímidamente, y de inmediato suscita el odio de los buitres contertulios, que le ponen pegas (¿la liberación de Ingrid Betancourt fue pagada?).

La política sólo despierta el interés general cuando se lanzan descalificaciones, cuando la ofensa (o la envidia) se vierten inmisericordes. El regreso de Josu Jon Imaz, que -discreta y desafortunadamente- se aparta de la política activa (esperemos que sólo por un tiempo), se convierte en más noticia aireando el rencor de su caduco y trasnochado predecesor, quien flaco favor hace a su propio partido. Los codazos y las reyertas intestinas de los partidos, de izquierda y derecha, son celebrados y sus víctimas exhibidas con el descaro y desgarro de las guerras fraticidas. El viaje al centro del PP, que podría ser celebrado por todos –sobre todo si se materializa en algún grado-, es mostrado como desorientación y debilidad. Las graves contradicciones, éticas, políticas e incluso aritméticas, de formaciones descarriadas como EHAK son esgrimidas como argumentos lógicos, por unos y por otros, en lugar de traspasarlas al archivo de las enfermedades psicosociales para su prevención y erradicación con la mejor vacuna: una buena educación.

Justamente esta receta, una profunda y cuidada educación para todos, es la gran ausente del panorama público. Su carencia es palpable en los personajes de relumbrón. Los grandes políticos, los buenos estudiantes, los mejores profesores, las personas más inteligentes, las mujeres y hombres cabales, parecen enmudecer en este corral del desorden y del resentimiento. No son buenos tiempos para el amor, la poesía, el consenso, el acuerdo, el encuentro,… Brillan espadas refulgentes de odio, y nos ciegan con sus salpicaduras de rencor. La enemistad se extiende y se diversifica. Tras detestar a personas (por su origen, por su color, por todo aquello que no han podido elegir), se está empezando a aborrecer los idiomas, las banderas, los colores de unas camisetas deportivas,…

Sólo se odia lo que se desconoce. Más aún, sólo detestan los analfabetos emocionales, los confundidos sin autoestima, los incultos maleducados, los minusválidos del corazón. ¿Cómo no apreciar a quienes son nuestros semejantes, hechos de la misma carne y la misma sangre que nosotros, sin importar sus circunstancias? ¿Cómo no amar las lenguas que aún perviven aunque nos sean extrañas? ¿Cómo no respetar y reconocer los símbolos que otras personas aprecian? ¿Cómo no vibrar con las hazañas deportivas de superación de los seres humanos (aunque sea la monserga del omnipresente y cacareado fútbol)?

Quien odia algo, por nimio que sea su aborrecimiento, demuestra que no ama nada; su comportamiento denota que odia todo y a todos, incluido a sí mismo. El rencor es una prueba infalible de insatisfacción personal. Quien es capaz de amar, de verdad, a una sola persona, es incompetente para odiar a nadie. Quien goza realmente con una o varias lenguas, admira las que aún desconoce. Quien se reconoce en una o varias enseñas, reverencia las de los demás. Quien ha aprendido a amar, nunca querría, sabría, ni podría odiar. Sólo hay dos opciones a escoger: Amar (a todo y a todos) u odiar (a todos y a todo). Con un poco de sabiduría y sentido común, no resulta difícil la elección.

Versión para imprimir: mikel.agirregabiria.net/2008/amar.DOC

3 comentarios:

Anónimo dijo...

MUY BUENO Y REFRESCANTE......

ME HA AGRADADO MUCHO , ESTA REFLEXION SUYA...ES MARAVILLOSA , ENTRE TANTOS ARTICULOS QUE LLEVAN A LA DISCUSION Y AL ENOJO...REALMENTE SI EN EL MUNDO HUBIERA MAS AMOR Y MENOS ODIO O NINGUN ODIO... TODO MARCHARIA A LAS MIL MARAVILLAS ENTRE LAS GENTES Y ENTRE LOS PUEBLOS... SIEMPRE ABOGO POR EL AMOR Y LA PAZ, PUES NO PUEDE HABER PAZ Y LIBERTAD SIN AMOR,.. YO DEBATO EN ESTOS FOROS , CASI SIEMPRE ´´POLITICAS´´ ME RECONFORTA SU ARTICULO... PATRIA, PAZ, LIBERTAD Y VIDA ....

ROSA

Anónimo dijo...

Los hablantes eligen la lengua dijo

Hace unos días se publicó en la edición online de un diario muy público, y supongo que también en otros medios nacionalistas/independentistas de izquierdas, una noticia de eufórico titular: "El euskera resucita". ¡Pues mira tú qué bien! El euskera resucita -eso dice la noticia-, mas es una resurreción temporal y sin futuro, efímera flor de un día (quizá de unos cuantos lustros o décadas) a la que están dando efímera lozanía las imposiciones lingüísticas que se están llevando a cabo en el País Vasco, ya que se trata de una flor que brota ya muerta y sin vida y sin futuro, como brotan todas las imposiciones, porque todas las imposiciones nacen ya muertas. Y eso mismo es lo que está pasando también en Cataluña con la imposición, también a la fuerza, que se está haciendo allí del catalán.

No ha habido nunca ninguna lengua que haya sido impuesta. Son siempre los propios hablantes los que se apropian de las lenguas. Para realizar su elección, los hablantes fijan sus preferencias en lenguas que se hablan en países altamente desarrollados y dotados de una alta capacidad de influencia sobre el resto de los países. Siempre ha sido así, por eso del auge actual del inglés.

Los nacionalistas funcionan con la falsa idea de que las lenguas siempre han sido impuestas por el más poderoso, y eso es caer en un craso y contumaz error, o simplemente en una persistente y falaz mentira, si lo que se propone con ese tipo de planteamientos falsos es manipular la opinión. Son los hablantes los que eligen la lengua que quieren hablar. Son los hablantes los que se apropian de lenguas que se hablan en países influyentes y altamente desarrollados.

Cataluña -al igual que su calco en este tipo de imposiciones: Euskadi- no cuenta actualmente con el poderío que tuvieron otros países cuando su lengua se difundió -o se está difundiendo aún, como ocurre con el inglés de EE. UU.- por otros territorios. Tampoco la influencia mundial, universal y planetaria que tuvieron, o siguen teniendo, esos países en el periodo en que su lengua se difundió -o se sigue difundiendo- por muchas zonas del Planeta.

En el País Vasco, al igual que en Galicia -aunque ésta en menor medida hasta ahora-, están siguiendo el ejemplo impositor de la Comunidad Autónoma de Cataluña, dominada por un nacionalsocialismo arbitrario y totalitario. Un tripartito nacionalsocialista que, simplemente, se está dedicando a imponer su lengua: hasta impidiendo que los niños se expresen en el patio de recreo en otra lengua que no sea el catalán.

Las imposiciones nunca funcionaron: ahí está la Historia para demostrarlo. Entre los independentistas catalanes, por la forma en que están funcionando estas imposiciones que ahora están matando al español, se ha ido generando un ambiente de excesiva euforia: se piensan que dentro de no mucho tiempo todo el mundo terminará hablando catalán en Cataluña. Están tan ciegos que no ven la verdadera realidad: el idioma catalán está muerto. Las imposiciones del presente lo están matando ya en el futuro. Ya sólo falta enterrarlo.

En cuanto a la ilusa llamada al boicot hecha por algunas Plataformas catalanas en contra de Air Berlin por negarse esta compañía a emplear en sus vuelos el catalán que les trataban de imponer, ésta no surtirá ningún efecto: la mayoría de los viajeros son alemanes o de otras nacionalidades, no españoles. Se trata pues, de una lucha por nada para casi todo el mundo, de una lucha estéril, salvo para els quatre gats independentistas.

Cada vez se están adhiriendo más instituciones, organizaciones y personas de todo tipo al "Manifiesto por la Lengua Común". Uno de los firmantes que ha suscrito el manifiesto ha sido el poeta Antonio Gamoneda, amigo de Zapatero, pero al presidente no le ha gustado nada, porque no está de acuerdo con ese manifiesto que han sacado un grupo de intelectuales y escritores de izquierdas. La Real Academia de la lengua Española -vete a saber por qué- se ha negado a firmar el Manifiesto. Iker Casillas, uno de los héroes de la selección española de fútbol que acaba de proclamarse campeona de la Eurocopa 2008, también ha firmado el Manifiesto por la Lengua Común.

Anónimo dijo...

Muy buena reflexión, Mikel!!

"Quien ha aprendido a amar, nunca querría, sabría, ni podría odiar."

Qué razón llevas!!

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