El primer hombre de Albert Camus

Una reciente Conferencia de Joaquín García Roca nos alertó sobre esta obra, "El primer hombre", obra inconclusa y póstuma de Albert Camus que llevaba en el coche donde murió en accidente a los 47 años. Su narración nos hizo un nudo en la garganta a todo el auditorio. Cuenta cómo Camus rompió el destino de exclusión al que estaba -aparentemente- predestinado y condenado.
Sin padre ni hermanos mayores, Albert Camus fue "el primer hombre" en su propia travesía que le llevó al Premio Nobel de Literatura. Pero no estuvo solo. Hubo dos grandes maestros (Louis Germain en primaria y posteriormente Jean Grenie) que guiaron su destino. Camus nació en un paupérrimo barrio de Argelia, huérfano de padre (muerto en la Primera Guerra Mundial). De su progenitor, Albert, sólo una fotografía y una significativa anécdota: su señalada repugnancia ante el espectáculo de una ejecución capital. Creció con una madre analfabeta y casi totalmente sorda, y con una abuela tiránica. Apasionado del fútbol, jugaba de portero porque en esa posición se gastan menos los zapatos. Sólo al ingresar en el Liceo supo que había... ricos. Camus describió aquella etapa infantil, donde la precariedad fue absoluta: "La infancia... ese secreto de luz, de cálida pobreza".
Camus realiza allí sus estudios, alentado por sus profesores, especialmente Louis Germain en la escuela primaria, a quien guardará total gratitud, hasta el punto de dedicarle su discurso del Premio Nobel. Al recibirlo menciona a Germain, su primer maestro: "Sin usted, sin la mano afectuosa que le tendió al niño pobre que era yo, sin su enseñanza y su ejemplo, no hubiese sucedido nada de todo esto".
Cuando
Camus era niño en Argel, por un momento, y... en la escuela, "sintió que existía y era objeto de la máxima consideración". De aquel maestro reconoce que "recibí el único gesto paternal meditado y racional que viví de niño" (su padre había muerto en la guerra). Sigue Camus: "Y en clase, al menos, la escuela alimentaba el hambre de dignidad".
En 1924, Louis Germain juzgó que el niño al que daba clases gratuitas estaba listo para presentarse a examen y recibir una beca para seguir estudiando. Se calzó las polainas de las grandes ocasiones y lo llevó al Liceo. Antes de la prueba, le regaló un croissant. Fue el primero en enterarse de los resultados. Cuando vio a su alumno Camus de 9 años, soltó una frase que cifraría un destino: "Bravo, mosquito". Albert Camus había aprobado. Al despedirse de aquel maestro, camino del Liceo en París, Camus supo que "nunca encontraría mejor ni más sabio profesor que aquel cuyo corazón lo sabía todo"...
El primer hombre (descargar íntegramente en PDF) de Albert Camus puede leerse abajo (mejor a pantalla completa con FullScreen). El relato sobre "La escuela" ocupa el capítulo 6bis, desde la página 58 hasta la 74.
CamusAlbert-Elprimerhombre

1 comentarios:

bonhamled dijo...

Excelente post y situación. Un escritor con fondo es aquel que demuestra su alineamiento sin orgullo ni verguenza con el pasado hasta hacerle crear semilla de futuro. Siempre sorprendente y enriquecedor Camus.

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