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Ahora que vivimos una crisis, sentimos más algunas necesidades peor atendidas. Esto, en su desgracia, puede permitirnos apreciar más lo que tenemos y lo que somos, porque como hace 24 siglos ya decía Artajerjes I, "De cuántos gustos nos priva la abundancia si no vivimos la experiencia de la necesidad". Además, a gran necesidad, gran diligencia, porque el poder está muy cerca de la necesidad. Así nace el deber que no es sino una necesidad voluntaria, y la mejor carta de nobleza del ser humano. En la necesidad se reconoce la amistad y se agudiza el ingenio. Y el valor nunca es mayor que cuando nace de la necesidad.
Por último, no confundamos los muchos y fútiles deseos con las pocas y genuinas necesidades. Quizá, la única necesidad insoslayable es la necesidad de amar, el impulso de salir de uno mismo y entregarse a los demás. Porque cuando se ama de verdad, aunque sólo sea a la pareja,... ya no se puede dejar de amar al resto de la humanidad.
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