Muchos educadores apostamos por la mejor tecnología en las aulas, para modernizar la educación con todas las posibilidades contemporáneas, muchas de las cuales son potencialmente muy valiosas en los procesos de emoción, cognición y lenguajes Sin embargo, sabemos y conviene proclamarlo que lo esencial son las actitudes personales, los modelos vividos, la ejemplaridad cercana. Todo ello es profundamente humano, basado en la comunicación interpersonal que puede lograr entusiasmar al alumnado con una buena pedagogía conjunta del profesorado... y de las familias.
Como educadores que toda nuestra vida profesional hemos sido, y como adalides de las tecnologías de la comunicación y el conocimiento, siempre advertimos de una gran metáfora entre la educación y la guerra del Vietnam, que concluyó en 1975 justamente cuando iniciamos nuestra etapa docente en la universidad formando (en Matemáticas y en Ciencias) a nuevo profesorado.
Las numerosas películas sobre la guerra del Vietnam, como "El cazador" de 1978 dirigida por Michael Cimino o "Apocalypse Now" de Francis Ford Coppola en 1979, muestra la potencia militar y estética cinematográfica de los conocidos helicópteros Bell UH-1 Iroquois (en uno de los cuales tuvimos la oportunidad de volar durante algunas maniobras en nuestro servicio militar en el verano de 1975 en Madrid) u otros como los Boeing CH-47 Chinook (con los que nos fotografiamos en Araca-Gamarra en 1977).
Toda aquella tecnología, la militar estadounidense en su época de apogeo, no sirvió para ganar la guerra del Vietnam, cuando el sentimiento de injusticia de la guerra se fue abriendo y la televisión rompió el confort de los cuartos de estar estadounidenses con la brutalidad de la guerra. El resto lo hizo la diferencia de motivación entre quienes defendían su suelo y quienes bombardeaban desde la estratosfera con los B-52 o con los C-123 planeando para lanzar el agente naranja.
Quedaron grabadas en la memoria de quienes éramos conscientes en 1975 aquellas imágenes históricas y algunas especialmente impactante fueron recogidas en "El cazador", como el lanzamiento al mar de algunos Bell UH-1 Iroquois desde la cubierta de un portaaviones para acoger a más personas en la retirada apresurada tras la caída de Saigón.
La tecnología, por sí misma, ni gana guerras, ni educa mejor, aunque bien empleada y moviendo emociones e inteligencias puede ser motivadora y decisiva en muchos de los procesos de aprendizaje a lo largo de toda la vida. La tecnología de cada época marca su desarrollo. La televisión en los '70 aportó la cruda realidad de la muerte en Vietnam, primero de los 60.000 soldados "propios" y pronto de la desolación general, con víctimas entre 3,8 y 5,7 millones de personas, la mayoría de ellas inocentes civiles de todas las edades.
La educación es la actividad humana más esencial y que debiera ser constante a lo largo de la vida de todas las personas, aprovechando todos los recursos y metodologías disponibles. Todo movido por el motor poderoso del aprendizaje: el deseo de amar y convivir con nuestros semejantes y buscar cooperativamente la felicidad personal, familiar y colectiva.
2 comments:
¡Ay, Mikel, cuando una simple flor no es capaz de conmover, qué más puede emocionarnos!
Es irónico ver que tantas tecnologías sofisticadas e innovadoras nos vuelvan cada día más y más ignorantes, frívolos, inhumanos....
La guerra es una atrocidad indescriptible. No quiero pecar de dramática pero al paso que vamos talvés nuestra cuarta guerra mundial sea con palos y piedras. Eso si sobrevivimos..!
Hola Mikel... Gracias por ser parte de mi blog...
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