La "Carta por la Compasión" es una llamada mundial a esa virtud tan mal comprendida como es la compasión. Esta cualidad, la más bella del alma humana, es la que nos impide convertirnos en piedra y la que nos ensalza a ser verdaderamente humanos. Quizá los más grandes saben disfrutar de las dos excelsas claves de la felicidad: la pasión y la compasión. La promotora de la Carta, Karen Armstrong, nos define el genuino sentido de la fe, de creer, de la religión (como se escucha en el minuto 3:30 del vídeo): "Yo digo que la religión no es de creer las cosas. Es la alquimia ética. Se trata de comportarse de una manera que te cambie, que te dé indicios de santidad y de lo sagrado".
Karen Armstrong nos ofrece la auténtica dimensión de la religión, que es la acción por el bienestar de los demás, y no unos dogmas que se malinterpretan para alentar los enfrentamientos y los conflictos. Impresionante es su referencia en el minuto 16:10 al encuentro entre Aquiles y Príamo, uno de los pasajes más conmovedores de la Ilíada (Canto XXIV). Apela a la compasión con la que el anciano rey Príamo, humillado, acudió al campo enemigo al encuentro del vencedor Aquiles, para suplicarle la devolución del cadáver de su hijo Héctor, a fin de que no vagase durante toda la eternidad al no haber sido debidamente enterrado.
Tres citas breves sobre la compasión. La primera de Hugo Fóscolo: "¡Oh, compasión!: tú eres la única virtud. Todas las demás son virtudes usureras". Otra de Tenzin Gyatso, el 14º Dalai Lama: "Si deseas la felicidad de los demás, sé compasivo. Si deseas tu propia felidad, sé compasivo". Para concluir estos breves pensamientos, una reflexión del poeta y político australiano Adam Lindsay Gordon: "La vida es, en su mayor parte, espuma y pompas de jabón; pero existen dos cosa que son sólidas como el mármol: la compasión ante la desgracia ajena y el valor ante la desgracia propia".
La Carta por la Compasión (leer en la imagen inferior) proclama un principio adoptado por todas las religiones y todos los códigos morales. Tanto que, a menudo, se le llama La Regla de Oro en todas las religiones monoteístas. La Regla de Oro requiere que usemos la empatía - la imaginación moral - para ponernos en el lugar de los otros. Debemos actuar con ellos como querríamos que ellos actuaran con nosotros. Debemos negarnos, bajo cualquier circunstancia, a llevar a cabo acciones que les causarían daño. Presencia de "Carta por la Compasión"en las distintas redes sociales, como en Facebook y en Twitter. Más conferencias TED subtituladas (ya hay muchas charlas traducidas).
Karen Armstrong nos ofrece la auténtica dimensión de la religión, que es la acción por el bienestar de los demás, y no unos dogmas que se malinterpretan para alentar los enfrentamientos y los conflictos. Impresionante es su referencia en el minuto 16:10 al encuentro entre Aquiles y Príamo, uno de los pasajes más conmovedores de la Ilíada (Canto XXIV). Apela a la compasión con la que el anciano rey Príamo, humillado, acudió al campo enemigo al encuentro del vencedor Aquiles, para suplicarle la devolución del cadáver de su hijo Héctor, a fin de que no vagase durante toda la eternidad al no haber sido debidamente enterrado.
Tres citas breves sobre la compasión. La primera de Hugo Fóscolo: "¡Oh, compasión!: tú eres la única virtud. Todas las demás son virtudes usureras". Otra de Tenzin Gyatso, el 14º Dalai Lama: "Si deseas la felicidad de los demás, sé compasivo. Si deseas tu propia felidad, sé compasivo". Para concluir estos breves pensamientos, una reflexión del poeta y político australiano Adam Lindsay Gordon: "La vida es, en su mayor parte, espuma y pompas de jabón; pero existen dos cosa que son sólidas como el mármol: la compasión ante la desgracia ajena y el valor ante la desgracia propia".
La Carta por la Compasión (leer en la imagen inferior) proclama un principio adoptado por todas las religiones y todos los códigos morales. Tanto que, a menudo, se le llama La Regla de Oro en todas las religiones monoteístas. La Regla de Oro requiere que usemos la empatía - la imaginación moral - para ponernos en el lugar de los otros. Debemos actuar con ellos como querríamos que ellos actuaran con nosotros. Debemos negarnos, bajo cualquier circunstancia, a llevar a cabo acciones que les causarían daño.
1 comments:
Maravillosa carta a la compasión y excepcional video. Gracias de verdad. Saludos
Publicar un comentario