El espíritu de Rayuela

Se han cumplido 50 años desde el 28 de junio de 1963, fecha en la que se publicó Rayuela (ver en Wikipedia), la celebérrima  novela surrealista del escritor argentino Julio Cortázar. El autor tenía pensado titular al libro Mándala (literalmente, aquello que rodea a un centro) en referencia al símbolo tibetano o budista circular (véase abajo) que se encuentra desde el comienzo de la humanidad. Sin embargo, titularlo de ese modo a Julio Cortázar le sonaba pretencioso y decidió llamarlo Rayuela. A la vez se comenta, de forma alegórica, esa facilidad con la que uno alcanza "el Cielo" en el juego de la Rayuela, siendo el Cielo esa quimera autoimpuesta de Horacio Oliveira, emigrante argentino y "alter ego" del autor que busca siempre algo que no está seguro qué es.

Rayuela reivindica la importancia del lector, le hace protagonista del relato, le ofrece una interacción inusual en un relato de narrativa.

Siempre conviene releer, una vez más, novelas de referencia como Rayuela. En orden convencional, desde el capítulo primero al quincuagésimo sexto, o a saltos, o alearoriamente comenzando por cualquiera de sus capítulos. Y, quizá mejor, usando alguna guía de lectura (como ésta).

 Recordemos el primer párrafo y unas líneas del segundo, de arranque, de esta antinovela, viaje o un juego, novela de novelas, novela-reto,..., algunas de las formas en las que se ha definido esta obra:

"¿Encontraría a la Maga? Tantas veces me había bastado asomarme, viniendo por la rue de Seine, al arco que da al Quai de Conti, y apenas la luz de ceniza y olivo que flota sobre el río me dejaba distinguir las formas, ya su silueta delgada se inscribía en el Pont des Arts, a veces andando de un lado a otro, a veces detenida en el pretil de hierro, inclinada sobre el agua. Y era tan natural cruzar la calle, subir los peldaños del puente, entrar en su delgada cintura y acercarme a la Maga que sonreía sin sorpresa, convencida como yo de que un encuentro casual era lo menos casual en nuestras vidas, y que la gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo de dentífrico.

Pero ella no estaría ahora en el puente. Su fina cara de translúcida piel se asomaría a viejos portales en el ghetto del Marais, quizá estuviera charlando con una vendedora de papas fritas o comiendo una salchicha caliente en el boulevard de Sebastopol. De todas maneras subí hasta el puente, y la Maga no estaba. Ahora la Maga no estaba en mi camino, y aunque conocíamos nuestros domicilios, cada hueco de nuestras dos habitaciones de falsos estudiantes en París, cada tarjeta postal abriendo una ventanita Braque o Ghirlandaio o Max Ernst contra las molduras baratas y los papeles chillones, aun así no nos buscaríamos en nuestras casas. Preferíamos encontrarnos en el puente, en la terraza de un café, en un cine-club o agachados junto a un gato en cualquier patio del barrio latino",...
 
Quizá haya que haber vivido, aunque sólo fueran unas semanas, en el Barrio Latino de París, siendo joven, para comprender todo el calado de cada frase.

Por si alguien no la encuentra en su biblioteca, como nos ha sucedido o porque dejaste aquel ejemplar tan querido, el libro completo puede leerse en enlaces como el de este de literaberinto.  

[Rayuela, además del juego infantil, metáfora del crecimiento, y de esta novela, también designa a la plataforma educativa de Extremadura, que bien merecerá un post muy pronto]

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