Cuento de la verdad y la mentira

"La gente no quiere oír la verdad incómoda porque no quieren que se destruyan sus ilusiones".
Apuntó Friedrich Nietzsche. Por ello prefieren cómodas mentiras frente a verdades inquietantes.

Jean-León Gérome, el pintor y escultor francés (autor de Pigmalion y Galatea, ver abajo y leer en otros posts sobre el escultor que se enamoró de su estatua) escribió algo allá por 1.900 que hoy puede ser un himno. Cuenta la leyenda que un día la Verdad y la Mentira se cruzaron:

- “¡Buen día!”, dijo la Mentira. “¡Buenos días!”, contestó la Verdad.

- “¡Hermoso día!”, comentó la Mentira. Entonces la Verdad se asomó para ver si era cierto, y lo era. Entonces “¡Hermoso día!”, contestó la Verdad.

- “¡Aún más hermoso está el lago!”, dijo la Mentira. 

Entonces la Verdad miró hacia el lago y vio que la Mentira decía la Verdad, y asintió. Luego corrió la Mentira hacia el agua y dijo “el agua aún está más hermosa, nademos”. La Verdad tocó el agua con sus dedos y realmente estaba hermosa y confía en la Mentira. 

Ambas se quitaron la ropa y nadaron tranquilas, un rato después salió la Mentira, se vistió con las ropas de la Verdad y se fue.

La Verdad fue incapaz de vestirse con las vestimentas de la Mentira y comenzó a caminar sin ropa y todos se horrorizaban al verla. Es así como, aún hoy en día, la gente prefiere aceptar la Mentira disfrazada de Verdad y no la cruda Verdad al desnudo.

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