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Cuarenta años de matrimonio: Bodas de rubí

Mikel y Carmen 20150904
La primera impresión es definitiva, afirman. Incluso puede ser eterna, añadimos. Como el recuerdo de aquella fecha, hoy hace exactamente cuarenta años, la boda entre Carmen y quien suscribe en la Basílica de Begoña de Bilbao y el banquete en el ya desaparecido Club Marítimo del Puerto Viejo de Algorta. 

Más aún perdura y más nítido, más fresco que mi recuerdo de esta mañana, la impresión de hace 44 años que me causó ver a mi esposa por primera vez, en verano de 1973,... en San Miguel de Basauri. Lo más sensorial fue el olor de tu pelo, negro azabache, largo, suelto (ver en nuestra primera foto),... mientras me mostrabas el libro de Dostoyevski, Los hermanos Karamázov, que me mostrabas como última de tus lecturas junto al viejo aparador de la primera habitación del chalet de Iberduero donde vívías.

Aquella misma tarde de verano de 1973, tú con 18 supe intuir que cumpliríamos muchos años juntos, sin paréntesis, sin discontinuidades, sin dejarnos de amar ni un solo minuto. ¡Ojalá sean así cuarenta años más en la tierra!
Cuarenta años de matrimonio: Bodas de rubí 
La música de 1977 envejece peor que nosotros, pero vale la pena rememorarla,...
Entradas de nuestro aniversario en 20092010201120122013,201420152016,...

Lugares donde hemos vivido...

Freedom
Conviene saber dónde ha vivido cada persona para saber su origen y su recorrido. Lanzamos este meme a quienes nos leen y comentan, para que contéis vuestro itinerario vital por la geografía del mundo... En nuestro caso, si contabilizamos sólo aquellos donde hayamos pernoctado un mes, al menos, serían ordenados de mayor a menor:
  • 18 años en Las Arenas, Getxo, Bizkaia, Euskadi. Han sido los últimos desde 1989, excepto los veranos en Pilar de la Horadada,... Se supone que esta cifra puede aumentar al ser nuestra residencia actual,... Getxo es el municipio que elegimos para vivir y donde se han criado nuestros hijos (y ha nacido el primer nieto).
  • 17 años en Bilbao. Lugar de nacimiento y donde vivimos los primeros de nuestra vida, en domicilios familiares ya vendidos, alternando entre el hogar de nuestros padres en Indautxu (c/Gregorio de la Revilla, 20) y la casa de nuestros abuelos paternos en el Casco Viejo (c/ Cruz, 6, el mismo gran piso con terraza donde había nacido José Antonio Agirre y Lekube). Pero los veranos de aquellos años los pasábamos en Ubidea,... También Bilbao es el municipio donde más tiempo hemos trabajado: 20 años de los 35 que llevamos hasta la fecha, siendo otros 8 años en Iurreta (1991-1998) y 7 en Vitoria-Gasteiz (uno en la mili entre 1976 y 1977 y otros seis entre 1985 y 1991 en Educación, Cultura y Presidencia del Gobierno Vasco). Fueron en Bilbao 9 años de 1975 a 1985 (excepto la mili) en la Escuela Universitaria de Magisterio (y simultáneamente en el Colegio Azkorri entre 1977-1982 de Getxo), y los últimos 11 años en la Delegación de Educación de Bizkaia (y en Industria entre 2002 y 2005).
  • 11 años en Leioa (primera residencia desde que nos casamos en agosto de 1977 hasta 1989, aunque siendo en Avda. Santa Ana, junto a Las Arenas, su influencia era Getxo. En este municipio estudiamos nuestra primera carrera, en la entonces Universidad de Bilbao (ahora UPV-EHU).
  • 4 años en Pilar de la Horadada (Alicante), residencia de vacaciones desde 1988, donde confiamos vivir parte de nuestro retiro... si lo conseguimos. Esperamos estar allí dentro de muy poco, y su añoranza nos ha sugerido escribir este post.
  • 3 años en Ubidea, lugar de verano durante el trimestre vacacional de nuestra infancia. Es "nuestro pueblo", aunque allí éramos veraneantes. Allí vivimos entrañables vivencias que siempre nos acompañarán y algunas de las cuales hemos relatado.
  • 2 años en Vitoria-Gasteiz, en periodos de servicio militar en 1974 (último trimestre) y desde Julio de 1976 a Septiembre de 1977, entre Araca y Gamarra (algunas fotos). También algunas noches anteriores a exámenes en el Centro Asociado de la UNED.
  • 6 meses en Madrid, en diversos períodos del servicio militar (trimestre veraniego de 1975 en Fuencarral, formación en Ingeniería (varios semanas en distintos veranos), oposiciones en 1981,...
  • 4 meses en Roquetas de Mar (Almería) en los veranos de 1978, 1979,..., y 1985.
  • 3 meses en Tudela (Navarra), el inolvidable verano de 1963 con los tíos Julián y Maite, y los primos...
  • 3 meses en Amurrio (Álava), un maravilloso verano (¿de 1962?) con la familia materna en casa del primo de mi madre José Luis, su mujer e hijas,...
  • 2 meses en Gorliz (Bizkaia), con los tíos Ángel y Mariví, y los primos, en varios veranos en torno a 1970,...
  • 2 meses en París (Francia), en diversos períodos, dos en 1973 hasta el año pasado 2009,...
  • 1 mes en Rennes (Francia), Cambrils, Ibiza, Mallorca, Gran Canaria, Tenerife, Galizano (Cantabria), Playa de la Franca (Asturias), Hortigüela (Burgos), Llanes (Asturias), San Miguel de Basauri (Bizkaia),...
  • Total: 57 años y algunos meses. Los links en negrita llevan a referencias relativas a los lugares donde hemos vivido...
Tokina 11-16
¿Por qué no listáis los lugares donde habéis vivido? Resulta interesante. Fotos recientes de Aitor Agirregabiria, tomadas en Sopelana (muy cerca de Getxo) y en Bilbao.

Te recuerdo joven

Un consejo para la juventud, quizá en desacuerdo con la tendencia actual, sobre la conveniencia de hallar pronto el amor.
 

Hace unos días, conversando con una familiar con padres nonagenarios, discrepábamos sobre cómo recordamos a nuestros mayores. Ella se lamentaba de la última etapa vital, ahora tan extendida y -en muchas ocasiones- con dependencia total durante muchos años. Concluía que uno de los peores efectos es que terminamos recordando a nuestros antecesores sólo en su última fase, olvidando cómo eran de jóvenes o en su madurez. 

Para alguien como yo, que perdió a su madre siendo un niño, el desacuerdo no podía ser mayor. Ciertamente que con nuestros abuelos o bisabuelos, a quienes sólo hemos conocido en su ancianidad, su memoria nos evoca únicamente sus últimos años. Pero de mis padres, recuerdo con precisión todo el recorrido que he podido compartir con ellos, desde que mis dos hermanos y yo éramos niños. De todas las reminiscencias paternas me quedo con una de las más tempranas, cuando nos cobijábamos bajo su amplia gabardina al caminar bajo la lluvia hacia la parada del trolebús número 4 en el Arenal bilbaíno. De las remembranzas maternas, prefiero aquélla de cuando, siendo muy pequeños, nos llevaba de la mano desde nuestra casa en Indautxu al Colegio de los Escolapios. 

Ahora, para nuestros hijos jóvenes saliendo de la adolescencia, el consejo de mi esposa Carmen y el mío propio es que encuentren a su amor definitivo lo antes posible, para convivir desde sus mejores edades con la persona que elijan. Anoche, cuando nos quedamos “de novios” por unas horas sin hijos, al despedirse el menor para ir a estudiar lejos y esperar a su hermana que venía de trabajar en el extranjero, nos sorprendió una exuberante tormenta nocturna a las tres de la madrugada. Carmen y yo salimos a recoger los enseres del patio, y nos quedamos a sentir el efecto del aguacero. La observé, mientras ella miraba por una ventana enrejada, y vi exactamente a la misma muchacha de 18 años que era cuando la conocí, a pesar de que median 32 años desde aquel verano. 

Ella me devolvió la mirada, con la misma complicidad y el mismo encanto. No sé cuánto más viviremos, no sé cómo seremos cuando uno de los dos muera; sólo sé que ella para mí siempre será la misma chica que encontré allá por 1973 en San Miguel de Basauri, la misma con la que me casé en agosto del 1977 cuando sólo éramos dos jóvenes de 22 (ella) y 24 años, y la misma que era cuando tuvimos a nuestros hijos. Te recuerdo joven, Carmen; siempre, porque no ha cambiado nuestro amor. 

Y a ti, lector o lectora, joven o no tan joven, te recuerdo que la felicidad está construida con dulces recuerdos y bellas esperanzas. Que nunca te falten ni unas, ni otros. Además, Unamuno advertía que “con maderas de recuerdos armamos las esperanzas”. Este verano (re)encuentra a tu amor o, al menos, colecciona recuerdos felices y construye grandes esperanzas, que son la base del equilibrio personal y la pértiga para superar las dificultades presentes y futuras.