Leemos en el blog de José L. Redrejo: "... los 16 libros de mi hijo de 6 años me costaron 238,70 euros , lo que son casi 40.000 pesetas (en realidad serán más porque aún falta un cuadernillo). Eso sin contar el material escolar que incluye cosas como un paquete de 500 folios... Así que yo me pregunto, señores maestros, señores políticos y señores libreros: ¿Es normal que un niño de 6 años en 2º de primaria necesite 17 libros, paquetes de 500 folios y un largo etcétera de material escolar? ¿Es normal que uno de los libros, “Sendas 2 Santillana” cueste 82,50 euros, bastante más de lo que vale alguno de los mejores libros de ingeniería que tienen bastante más enjundia y mucho menos mercado? En resumen ¿cómo pueden permitir, fomentar o continuar con esta vergüenza que todos los años crece, haciendo imposible pasar libros entre hermanos e incrementando el número de cuadernillos por niño y su precio?"... Éste es un tema sobre el que hemos opinado en reiteradas ocasiones, sobre los libros de texto, pesadas mochilas, lacra de apuntes,... Siempre con una misma conclusión: "La información sobre papel es pesada, incómoda, no se afianza por su sobreabundancia y escaso uso"... Además, el avance en la potencia de los ordenadores ultraportátiles y su reducción de tamaño, peso y costo... anuncia una pronta sustitución con unas mínimas condiciones previas, tales como conectividad omnipresente, fiable y libre, y formación de todos los agentes educativos (familias, profesorado,...) para explotar la Web 2.0.
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Apuntes de economía contemporánea (6/6)
Riesgos y esperanzas para un crecimiento económico mundial que permitiría mejorar las cotas de bienestar de toda la humanidad.
Sin considerar hechos impredecibles (catástrofes naturales que afecten a zonas sensibles del planeta o un escenario de guerra global), existe un alto consenso de que el crecimiento mundial va a proseguir con intensidad. Un “escenario pesimista” sólo cuenta con una baja probabilidad, que algunos expertos reducen al 10%. Estos criterios alertar sobre cuatro tipologías de riesgo, que conjuntados -en mayor o menor grado- producirían una profunda recesión mundial.
Las cuatro latentes amenazas estratégicas serían: Un colapso del dólar (que afectase a todos los mercados mundiales de cambio), una subida muy alta de los tipos de interés, un desabastecimiento energético que genere problemas globales de oferta y de precio, y una grave crisis de las bolsas mundiales. Este escenario catastrófico es posible, pero muy improbable. Sin embargo, existen otros cinco factores, no meramente coyunturales, que pueden condicionar o limitar el progreso de la economía y el avance hacia una sociedad más próspera y más justa.
Los cinco factores limitadores del progreso mundial pueden ser: 1º La ralentización del crecimiento del comercio mundial, con la aparición de políticas proteccionistas que impidan resolver la problemática de los países pobres, mediante la exportación de sus productos agrícolas y materias primas; 2º El incumplimiento fragante de los objetivos de desarrollo del milenio… que condene a decenas de países, y a una parte significativa de la población mundial, a un horizonte sin esperanza; 3º La falta de aceptación del gran peso que tienen ya ganado los países en desarrollo en la economía mundial, y de la necesidad de que su influencia deba crecer en correspondencia en todos los foros multilaterales; 4º El fracaso de la construcción de la Unión Europea como algo más que un “club económico”, impidiendo que juegue un necesario papel, moderador y progresista, en el concierto mundial; y 5º Una grave crisis (interna o provocada) en el crecimiento de los países clave de Asia.
A modo de conclusión, el mundo, en términos económicos, ha dado un salto de gigante en el siglo XX, y el crecimiento de la Economía Mundial se está acelerando en el Siglo XXI. Estamos atravesando la mejor situación económica que ha conocido nuestra generación… con muchas posibilidades de que ésta continúe en los años próximos. A pesar de este indudable progreso, que contribuye a que hoy vivamos en un mundo mejor, existen graves problemas globales (y también nacionales) a los que todavía no se ha dado solución. Pero disponemos de una posibilidad de resolverlos, porque por primera vez en la Historia, una generación cuenta con la tecnología y los medios para progresar con decisión… y para poder liberar a toda la Humanidad de la lacra de la miseria, construyendo un nuevo mundo de claro progreso y de justicia redistributiva.
Todos hemos de añadir a esas ingentes y crecientes capacidades, un firme propósito y un compromiso definitivo a escala mundial, estatal, local y personal. Sucede que, cuando el Siglo XXI ha comenzado a rodar, en recientes palabras de Ricardo Lagos, ex-Presidente de Chile, “no podemos aceptar que las desigualdades sean el fundamento de la Historia que estamos construyendo. Necesitamos un ‘Proyecto Mundo’, es decir, la plataforma desde la cual la humanidad se proponga avanzar… cualquiera que sea su religión, su plan político o su cultura”.
La humanidad ha de asumir un desafío gigantesco: Transformarse, más aún, para crear una realidad de progreso, de la que todos los seres humanos seamos partícipes y beneficiarios. Tenemos el reto de avanzar hacia un desarrollo solidario, que es factible si asumimos la obligación moral y el compromiso de lograrlo.
Versión para imprimir: mikel.agirregabiria.net/2006/economia6.doc
Sin considerar hechos impredecibles (catástrofes naturales que afecten a zonas sensibles del planeta o un escenario de guerra global), existe un alto consenso de que el crecimiento mundial va a proseguir con intensidad. Un “escenario pesimista” sólo cuenta con una baja probabilidad, que algunos expertos reducen al 10%. Estos criterios alertar sobre cuatro tipologías de riesgo, que conjuntados -en mayor o menor grado- producirían una profunda recesión mundial.
Las cuatro latentes amenazas estratégicas serían: Un colapso del dólar (que afectase a todos los mercados mundiales de cambio), una subida muy alta de los tipos de interés, un desabastecimiento energético que genere problemas globales de oferta y de precio, y una grave crisis de las bolsas mundiales. Este escenario catastrófico es posible, pero muy improbable. Sin embargo, existen otros cinco factores, no meramente coyunturales, que pueden condicionar o limitar el progreso de la economía y el avance hacia una sociedad más próspera y más justa.
Los cinco factores limitadores del progreso mundial pueden ser: 1º La ralentización del crecimiento del comercio mundial, con la aparición de políticas proteccionistas que impidan resolver la problemática de los países pobres, mediante la exportación de sus productos agrícolas y materias primas; 2º El incumplimiento fragante de los objetivos de desarrollo del milenio… que condene a decenas de países, y a una parte significativa de la población mundial, a un horizonte sin esperanza; 3º La falta de aceptación del gran peso que tienen ya ganado los países en desarrollo en la economía mundial, y de la necesidad de que su influencia deba crecer en correspondencia en todos los foros multilaterales; 4º El fracaso de la construcción de la Unión Europea como algo más que un “club económico”, impidiendo que juegue un necesario papel, moderador y progresista, en el concierto mundial; y 5º Una grave crisis (interna o provocada) en el crecimiento de los países clave de Asia.
A modo de conclusión, el mundo, en términos económicos, ha dado un salto de gigante en el siglo XX, y el crecimiento de la Economía Mundial se está acelerando en el Siglo XXI. Estamos atravesando la mejor situación económica que ha conocido nuestra generación… con muchas posibilidades de que ésta continúe en los años próximos. A pesar de este indudable progreso, que contribuye a que hoy vivamos en un mundo mejor, existen graves problemas globales (y también nacionales) a los que todavía no se ha dado solución. Pero disponemos de una posibilidad de resolverlos, porque por primera vez en la Historia, una generación cuenta con la tecnología y los medios para progresar con decisión… y para poder liberar a toda la Humanidad de la lacra de la miseria, construyendo un nuevo mundo de claro progreso y de justicia redistributiva.
Todos hemos de añadir a esas ingentes y crecientes capacidades, un firme propósito y un compromiso definitivo a escala mundial, estatal, local y personal. Sucede que, cuando el Siglo XXI ha comenzado a rodar, en recientes palabras de Ricardo Lagos, ex-Presidente de Chile, “no podemos aceptar que las desigualdades sean el fundamento de la Historia que estamos construyendo. Necesitamos un ‘Proyecto Mundo’, es decir, la plataforma desde la cual la humanidad se proponga avanzar… cualquiera que sea su religión, su plan político o su cultura”.
La humanidad ha de asumir un desafío gigantesco: Transformarse, más aún, para crear una realidad de progreso, de la que todos los seres humanos seamos partícipes y beneficiarios. Tenemos el reto de avanzar hacia un desarrollo solidario, que es factible si asumimos la obligación moral y el compromiso de lograrlo.
Versión para imprimir: mikel.agirregabiria.net/2006/economia6.doc
Libros de texto: Sí y no
1º No al alumnado con “Libras de textos”: Según un reciente estudio científico realizado entre escolares de toda la Unión Europea, se ha constatado que los niños y niñas de 11 años (con un peso medio de 43 kilos) cargan cada día mochilas con un peso promedio de 9,3 Kg., que determinados días llegan a alcanzar los 11,5 Kg. Ello representa entre el 21,6% y el 26,7% de su peso corporal y equivaldría a que un hombre adulto (de 80 Kg.) transportase cada día entre 17 y 21 Kg. de peso o una mujer (de 60 Kg.), 13 y 16 Kg., lo que supera los límites legales que establece la normativa laboral vigente. Es decir, nuestros escolares soportan literalmente una carga libresca muy superior a la que admitiríamos para los trabajadores.
Igualmente es recomendable reducir el uso generalizado de cuadernos exclusivos para cada área, evitando los de tapa dura y prefiriendo los de anillas con adición de hojas, para colaborar junto a la administración de los libros de texto disponibles en las bibliotecas de aulas, a la reducción del peso de las mochilas escolares, que serán preferentemente de arrastre, prohibiéndose los diseños menos ergonómicos para las edades escolares.
2º No al profesorado “Libre de textos”: El pleno respeto a la “libertad de cátedra” debe compatibilizarse con el seguimiento docente de un libro de texto por asignatura, coordinándose y comprometiéndose los equipos directivos y docentes con la selección de un texto único por materia en cada curso académico, mantenido durante varios años y que constituirá el referente curricular y memoria para el alumnado de cada etapa escolar.
Los libros de texto, junto a otros recursos didácticos interactivos por Internet, deben permitir la superación del indeseable abuso prematuro de apuntes que se ha producido. La metodología de fotocopias en los niveles de Enseñanza Primaria y Secundaria debería erradicarse, anulándose la extendida lacra omnipresente de apuntes, a menudo manuscritos, enmendando o sustituyendo al Libro de Texto. Según CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos), la entidad que gestiona los derechos de unos 6.000 autores en el Estado, anualmente se fotocopian 2.504 millones de páginas de libros literarios o didácticos, la mayoría de modo ilegal, siendo la enseñanza el ámbito donde abunda más la reproducción indiscriminada. En el sistema educativo se hacen al año 1.531 millones de páginas. De ellos, 698 millones corresponden a la Universidad, ¡528 a las enseñanzas medias y 305 millones de páginas a Infantil y Primaria!
3ª Sí al “Libro de texto” obligatorio, compartido y de seguimiento fiel por el profesorado y el alumnado. En los niveles de enseñanza Primaria y ESO, el libro de texto debiera ser de reconocido seguimiento como elemento central de la enseñanza y del aprendizaje, y de uso preferente en la Enseñanza Secundaria post-obligatoria, Bachillerato o Formación Profesional. Los libros de texto y de consulta son y seguirán siendo el núcleo vertebral de la dotación de recursos didácticos del alumnado de los niveles obligatorios de enseñanza. Su incomparable validez como recurso básico debe ser resaltada, siempre que se instituya como elemento esencial por la metodología docente mediante una aplicación rigurosa de todas sus inmensas posibilidades. La dotación anual de libros de texto supone un enorme volumen de conocimiento, y desgraciadamente de despilfarro económico en numerosas ocasiones por el bajo uso que algunas prácticas didácticas le otorgan en la actual realidad escolar.
Los libros de texto deberían ser compartidos y gratuitos, como sucede ya en algunas comunidades autónomas, así como en casi toda Europa (excepto Irlanda, Portugal y algunos estados alemanes). Esta recomendación se fundamenta en el objetivo de reducir costes compartiendo recursos, y no en la negativa a la cofinanciación del esfuerzo educativo. La trascendencia del “recurso didáctico por excelencia” debe asegurarse por igual para la totalidad del alumnado, con independencia de su situación familiar. Los libros de texto deberían ser gestionados por la comunidad escolar de cada centro, y puesta inmediatamente a disposición de todo el alumnado, pudiendo ser reutilizados en cursos posteriores. Sólo debería abonarse su coste si su utilización o desgaste no fuesen correctos. En cualquier caso, urge una Directiva Europea que fije el régimen de los precios fijos en el mercado del libro, cuya comercialización es muy singular. Los acuerdos entre la Administración Educativa y las empresas editoriales podrían mejorar significativamente los materiales, adaptarlos y digitalizarlos, así como abaratar los inmensos costes sociales que actualmente suponen con un aprovechamiento manifiestamente mejorable.
Igualmente es recomendable reducir el uso generalizado de cuadernos exclusivos para cada área, evitando los de tapa dura y prefiriendo los de anillas con adición de hojas, para colaborar junto a la administración de los libros de texto disponibles en las bibliotecas de aulas, a la reducción del peso de las mochilas escolares, que serán preferentemente de arrastre, prohibiéndose los diseños menos ergonómicos para las edades escolares.
2º No al profesorado “Libre de textos”: El pleno respeto a la “libertad de cátedra” debe compatibilizarse con el seguimiento docente de un libro de texto por asignatura, coordinándose y comprometiéndose los equipos directivos y docentes con la selección de un texto único por materia en cada curso académico, mantenido durante varios años y que constituirá el referente curricular y memoria para el alumnado de cada etapa escolar.
Los libros de texto, junto a otros recursos didácticos interactivos por Internet, deben permitir la superación del indeseable abuso prematuro de apuntes que se ha producido. La metodología de fotocopias en los niveles de Enseñanza Primaria y Secundaria debería erradicarse, anulándose la extendida lacra omnipresente de apuntes, a menudo manuscritos, enmendando o sustituyendo al Libro de Texto. Según CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos), la entidad que gestiona los derechos de unos 6.000 autores en el Estado, anualmente se fotocopian 2.504 millones de páginas de libros literarios o didácticos, la mayoría de modo ilegal, siendo la enseñanza el ámbito donde abunda más la reproducción indiscriminada. En el sistema educativo se hacen al año 1.531 millones de páginas. De ellos, 698 millones corresponden a la Universidad, ¡528 a las enseñanzas medias y 305 millones de páginas a Infantil y Primaria!
3ª Sí al “Libro de texto” obligatorio, compartido y de seguimiento fiel por el profesorado y el alumnado. En los niveles de enseñanza Primaria y ESO, el libro de texto debiera ser de reconocido seguimiento como elemento central de la enseñanza y del aprendizaje, y de uso preferente en la Enseñanza Secundaria post-obligatoria, Bachillerato o Formación Profesional. Los libros de texto y de consulta son y seguirán siendo el núcleo vertebral de la dotación de recursos didácticos del alumnado de los niveles obligatorios de enseñanza. Su incomparable validez como recurso básico debe ser resaltada, siempre que se instituya como elemento esencial por la metodología docente mediante una aplicación rigurosa de todas sus inmensas posibilidades. La dotación anual de libros de texto supone un enorme volumen de conocimiento, y desgraciadamente de despilfarro económico en numerosas ocasiones por el bajo uso que algunas prácticas didácticas le otorgan en la actual realidad escolar.
Los libros de texto deberían ser compartidos y gratuitos, como sucede ya en algunas comunidades autónomas, así como en casi toda Europa (excepto Irlanda, Portugal y algunos estados alemanes). Esta recomendación se fundamenta en el objetivo de reducir costes compartiendo recursos, y no en la negativa a la cofinanciación del esfuerzo educativo. La trascendencia del “recurso didáctico por excelencia” debe asegurarse por igual para la totalidad del alumnado, con independencia de su situación familiar. Los libros de texto deberían ser gestionados por la comunidad escolar de cada centro, y puesta inmediatamente a disposición de todo el alumnado, pudiendo ser reutilizados en cursos posteriores. Sólo debería abonarse su coste si su utilización o desgaste no fuesen correctos. En cualquier caso, urge una Directiva Europea que fije el régimen de los precios fijos en el mercado del libro, cuya comercialización es muy singular. Los acuerdos entre la Administración Educativa y las empresas editoriales podrían mejorar significativamente los materiales, adaptarlos y digitalizarlos, así como abaratar los inmensos costes sociales que actualmente suponen con un aprovechamiento manifiestamente mejorable.
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