- la recuperación de las expectativas de graduación para todo el alumnado (un potente "síndrome Pigmalión"), con una sustancial mejoría en el conocimiento interpersonal de quienes conviven en el centro;
- la irrupción casi generalizada del "aprendizaje basado en proyectos" (como se siente en los "txokos" de las tardes);
- una "flipped classroom" en dos tramos (como exactamente pueden ser las acciones de "refuerzo" que es cuando se aprende,... bien en casa o bien en esos talleres y grupos de tarde);
- la generación de un PLE (Entorno Personal de Aprendizaje) reforzado y tejido que interconecta mejor al alumnado (incluso con su mismo profesorado, aparte otras figuras mentoras);
- la reordenación de aulas y escenarios de aprendizaje, dentro, cerca o fuera del aula, con recursos metodológicos e instrumentales (como los digitales) aún poco explotados;
- la ampliación de horas de aprendizaje formal, informal y no formal, bajo supervisión docente en una acción convergente,... con participación más activa del alumnado, profesorado, familias,...
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Hauspoa, semilla de innovación educativa
¿Cómo aprender? De los errores,... - Diana Laufenberg
- «Seguimos viendo a la educación como si se tratara de ir a la escuela en busca de información y no como un aprendizaje emprírico que potencia la voz del estudiante y acepta el fracaso…»
- «El momento de la revelación más impresionante se da cuando uno les pide a los niños que usen su propia voz para hablar por sí mismos y uno ve lo que desean con ansias compartir»
- «Es lo peor que podemos hacer: pedirle al alumnado que nunca se equivoque. Pedirle que siempre den la respuesta correcta; eso no les permite aprender.»
- «Las cosas que el alumnado responde cuando uno pregunta dispuesto a escuchar son extraordinarias»
Indefensión aprendida
Una docente es capaz de inducir indefensión aprendida a un grupo de alumnos en sólo cinco minutos. Al desanimar a su alumnado baja su rendimiento significativamente, en unos minutos.
Post que estuvo en borrador desde el 14-1-2014.
Recuperado retrospectivamente siete años después.
Del "Hombre del Tiempo" al "Hombre del Futuro"
El "Hombre del Tiempo" es un personaje presente en todas las cadenas de televisión, con un programa repetido varias veces por día y donde sus previsiones son seguidas por millones de televidentes. Desde 1956 fue Mariano Medina quien personificó entre nosotros esta figura. Luego le han sucedido muchos hombres y muchas mujeres (la primera fue Pilar Sanjurjo) en este puesto que no puede faltar en ninguna programación. Sus instrumentos de predicción y de presentación han mejorado aceleradamente en estas pocas décadas. Ni los aciertos de los años '60 ó '70 se parecen en nada a la precisión actual, ni los gráficos accesibles desde Internet que hoy disponemos nos recuerdan a la pizarra negra donde Mariano Medina dibujaba con tiza las isobaras.
A todos nos interesa el tiempo meteorológico, pero no es lo que más buscaríamos en una "bola de cristal" que adivinase el futuro con rigor. Existe otro "tiempo", el tiempo físico más "fundamental" (chiste para físicos o gente culta) que el tiempo atmosférico. Por ejemplo, hay algo que preocupa y que haría felices a todos los padres y madres: Vislumbrar el futuro de sus hijas e hijos. Para ello, ya existe un profeta científico que podríamos llamar el "Hombre del Futuro".
El prodigioso "Hombre del Futuro", que mayoritariamente es mujer, es accesible a casi todas las familias. Se puede hablar con él (o ella) y preguntarle cómo será del porvenir de nuestra prole, o más colectivamente de nuestra infancia o juventud contemporáneas. Todavía no son muy eficaces en adivinar con total seguridad cómo serán los años venideros de aquellos a quienes analizan. Algunos, los más optimistas (con el "síndrome de Pigmalión" y que creen en la ingenuidad del Emilio de Rousseau), son quienes más aciertan. Y no es casual, sino causal. Estos "Hombres del Futuro" son legión, casi una secta, y reciben el nombre colectivo de... profesorado. Confiad en ellas y en ellos, dejadles hacer, y con casi absoluta seguridad mejorarán significativamente todos los aspectos vitales del futuro de su alumnado.
Este post Homenaje a los Docentes (ver póster de la UNESCO) respondiendo a la convocatoria, instituida por la UNESCO desde 1994, de la Internacional de la Educación, UNESCO, UNICEF, PNUD y OIT convocan el 5 de octubre este día para celebrar y alabar el papel fundamental que el profesorado . Este año el lema es "La recuperación empieza con los maestros". Posts en nuestro blog de otras ediciones anteriores: 2009, 2008, 2007,..., 2003,...
A todos nos interesa el tiempo meteorológico, pero no es lo que más buscaríamos en una "bola de cristal" que adivinase el futuro con rigor. Existe otro "tiempo", el tiempo físico más "fundamental" (chiste para físicos o gente culta) que el tiempo atmosférico. Por ejemplo, hay algo que preocupa y que haría felices a todos los padres y madres: Vislumbrar el futuro de sus hijas e hijos. Para ello, ya existe un profeta científico que podríamos llamar el "Hombre del Futuro".
El prodigioso "Hombre del Futuro", que mayoritariamente es mujer, es accesible a casi todas las familias. Se puede hablar con él (o ella) y preguntarle cómo será del porvenir de nuestra prole, o más colectivamente de nuestra infancia o juventud contemporáneas. Todavía no son muy eficaces en adivinar con total seguridad cómo serán los años venideros de aquellos a quienes analizan. Algunos, los más optimistas (con el "síndrome de Pigmalión" y que creen en la ingenuidad del Emilio de Rousseau), son quienes más aciertan. Y no es casual, sino causal. Estos "Hombres del Futuro" son legión, casi una secta, y reciben el nombre colectivo de... profesorado. Confiad en ellas y en ellos, dejadles hacer, y con casi absoluta seguridad mejorarán significativamente todos los aspectos vitales del futuro de su alumnado.
Este post Homenaje a los Docentes (ver póster de la UNESCO) respondiendo a la convocatoria, instituida por la UNESCO desde 1994, de la Internacional de la Educación, UNESCO, UNICEF, PNUD y OIT convocan el 5 de octubre este día para celebrar y alabar el papel fundamental que el profesorado . Este año el lema es "La recuperación empieza con los maestros". Posts en nuestro blog de otras ediciones anteriores: 2009, 2008, 2007,..., 2003,...
Pasión Pigmalión
El milagroso “Efecto Pigmalión” en la convivencia cotidiana
Relata Ovidio en su obra “Metamorfosis” la historia de Pigmalión, un monarca chipriota que destacó por su sabiduría como regente. Su tiempo libre lo dedicaba a la escultura. Un día comenzó un ambicioso proyecto: crear una figura femenina de marfil tan perfecta como ninguna mujer real podría serlo. Trabajó incansablemente hasta lograr su objetivo. Cuando hubo acabado, la vistió con las mejores galas y le impuso el nombre Galatea.
Pigmalión comprendió que se había enamorado de la estatua, pidiendo a la diosa Afrodita que infundiese vida a Galatea para adorarla. La deidad se lo concedió diciendo: “Mereces la felicidad que tú mismo has moldeado. Ahí tienes a la compañera que has elegido”. Pigmalión advirtió que uno de los dedos marmóreos se movía y palpitaba. Ante sus atónitos ojos, Galatea adquirió los primeros rubores en sus mejillas e inició un grácil movimiento, bajando del pedestal para sonreír a su creador. Éste le rogó que se desposase como reina de Chipre. Ella indicó que le bastaba ser su amante esposa.
Las variantes de la leyenda griega de Pigmalión y Galatea son múltiples en la historia del arte y la cultura, naciendo con el precedente bíblico de Eva como costilla de Adán. Ha inspirado a pintores y músicos, a dramaturgos y psicólogos. Destaca la obra del Premio Nobel de Literatura George Bernard Shaw, “Pigmalión”, llevada al cine en dos oscarizadas ocasiones, la última por George Cukor como “My fair lady” (Mi bella dama). Allí una inolvidable Audrey Hepburn da vida a “Eliza”, descarada florista barriobajera a quien el lingüista profesor Rex Harrison convierte en aristocrática dama. Para no extendernos con derivaciones en obras pictóricas y partituras, citemos una sola oración cervantina como referencia concluyente: “El Quijote sí creyó y trató a Dulcinea... como a una reina”.
Filtrando los matices sexistas y paternalistas, los educadores hemos aprendido mucho del “síndrome Pigmalión” para el desarrollo pleno de todas las potencialidades del alumnado. Olivier Reboul condensa la tarea pedagógica, como la de redimir la preciada estatua ignota y presa en un bloque amorfo: "Educar no es fabricar adultos según un modelo, sino liberar en cada persona lo que le impide ser él mismo, permitirle realizarse en su 'genio' singular”. En la búsqueda del máximo desarrollo de las variadas capacidades de todo ser humano, se encontrará la irrepetible identidad personal y la elección singular del destino vital. Para ello conviene aplicar generosa y generalizadamente el patrón Pigmalión: creer en cada uno de los estudiantes, manteniendo docentes y progenitores altas expectativas en cuanto a las aptitudes de sus pupilos e hijos, sobre todo en el caso de los más desfavorecidos.
Los familiares y toda la comunidad educativa deben creer en los inconmensurables talentos de cada joven, especialmente en la etapa en la que la maduración evolutiva origina inseguridades. “Creer para crear” posibilidades ciertas en todos los escolares con independencia del recorrido anterior y de los fatalismos estadísticos. Afirmando sus formidables facultades se logra el prodigio de vencer el fatídico determinismo del “fracaso escolar” darwinista que una buena educación puede superar.
Está demostrado que cuando un padre, un tutor o un responsable creen y transmiten elevadas expectativas a sus hijos, discípulos o personal, logran de éstos el máximo rendimiento, al límite de sus inexploradas capacidades. Se configura así un círculo virtuoso que mejora esperanzas y resultados, creciendo eficazmente todos por la armónica interacción.
Moraleja: “Mantengamos las más altas ilusiones en aquellos con quienes convivimos; si sinceramente creemos en sus posibilidades, las veremos cumplidas”. Difundamos en nuestro entorno este optimista mensaje de fe en nuestros familiares y amistades, en colegas y convecinos. El éxito se construye en una atmósfera positiva que presupone bondad y capacidad en las personas. Las expectativas que proyectan nuestros personajes de referencia, a quienes queremos y en quienes confiamos, repercuten y determinan decisivamente nuestra vida. Si ellos creen en nosotros, su consideración se nos transmitirá y mejoraremos. Todos cumplimos las profecías que nos predicen porque las asumimos. La confianza obra prodigios: Si creemos en nuestra fortaleza, creamos nuestro poder. Ésta es la Poción Pigmalión o la Ley del Espejo: “Tratadme como alguien excepcional y lo seré”. Así funciona con cada uno de nosotros. Probadlo en los demás y veréis sus maravillosos efectos.
Versión para imprimir.
Relata Ovidio en su obra “Metamorfosis” la historia de Pigmalión, un monarca chipriota que destacó por su sabiduría como regente. Su tiempo libre lo dedicaba a la escultura. Un día comenzó un ambicioso proyecto: crear una figura femenina de marfil tan perfecta como ninguna mujer real podría serlo. Trabajó incansablemente hasta lograr su objetivo. Cuando hubo acabado, la vistió con las mejores galas y le impuso el nombre Galatea.
Pigmalión comprendió que se había enamorado de la estatua, pidiendo a la diosa Afrodita que infundiese vida a Galatea para adorarla. La deidad se lo concedió diciendo: “Mereces la felicidad que tú mismo has moldeado. Ahí tienes a la compañera que has elegido”. Pigmalión advirtió que uno de los dedos marmóreos se movía y palpitaba. Ante sus atónitos ojos, Galatea adquirió los primeros rubores en sus mejillas e inició un grácil movimiento, bajando del pedestal para sonreír a su creador. Éste le rogó que se desposase como reina de Chipre. Ella indicó que le bastaba ser su amante esposa.
Las variantes de la leyenda griega de Pigmalión y Galatea son múltiples en la historia del arte y la cultura, naciendo con el precedente bíblico de Eva como costilla de Adán. Ha inspirado a pintores y músicos, a dramaturgos y psicólogos. Destaca la obra del Premio Nobel de Literatura George Bernard Shaw, “Pigmalión”, llevada al cine en dos oscarizadas ocasiones, la última por George Cukor como “My fair lady” (Mi bella dama). Allí una inolvidable Audrey Hepburn da vida a “Eliza”, descarada florista barriobajera a quien el lingüista profesor Rex Harrison convierte en aristocrática dama. Para no extendernos con derivaciones en obras pictóricas y partituras, citemos una sola oración cervantina como referencia concluyente: “El Quijote sí creyó y trató a Dulcinea... como a una reina”.
Filtrando los matices sexistas y paternalistas, los educadores hemos aprendido mucho del “síndrome Pigmalión” para el desarrollo pleno de todas las potencialidades del alumnado. Olivier Reboul condensa la tarea pedagógica, como la de redimir la preciada estatua ignota y presa en un bloque amorfo: "Educar no es fabricar adultos según un modelo, sino liberar en cada persona lo que le impide ser él mismo, permitirle realizarse en su 'genio' singular”. En la búsqueda del máximo desarrollo de las variadas capacidades de todo ser humano, se encontrará la irrepetible identidad personal y la elección singular del destino vital. Para ello conviene aplicar generosa y generalizadamente el patrón Pigmalión: creer en cada uno de los estudiantes, manteniendo docentes y progenitores altas expectativas en cuanto a las aptitudes de sus pupilos e hijos, sobre todo en el caso de los más desfavorecidos.
Los familiares y toda la comunidad educativa deben creer en los inconmensurables talentos de cada joven, especialmente en la etapa en la que la maduración evolutiva origina inseguridades. “Creer para crear” posibilidades ciertas en todos los escolares con independencia del recorrido anterior y de los fatalismos estadísticos. Afirmando sus formidables facultades se logra el prodigio de vencer el fatídico determinismo del “fracaso escolar” darwinista que una buena educación puede superar.
Está demostrado que cuando un padre, un tutor o un responsable creen y transmiten elevadas expectativas a sus hijos, discípulos o personal, logran de éstos el máximo rendimiento, al límite de sus inexploradas capacidades. Se configura así un círculo virtuoso que mejora esperanzas y resultados, creciendo eficazmente todos por la armónica interacción.
Moraleja: “Mantengamos las más altas ilusiones en aquellos con quienes convivimos; si sinceramente creemos en sus posibilidades, las veremos cumplidas”. Difundamos en nuestro entorno este optimista mensaje de fe en nuestros familiares y amistades, en colegas y convecinos. El éxito se construye en una atmósfera positiva que presupone bondad y capacidad en las personas. Las expectativas que proyectan nuestros personajes de referencia, a quienes queremos y en quienes confiamos, repercuten y determinan decisivamente nuestra vida. Si ellos creen en nosotros, su consideración se nos transmitirá y mejoraremos. Todos cumplimos las profecías que nos predicen porque las asumimos. La confianza obra prodigios: Si creemos en nuestra fortaleza, creamos nuestro poder. Ésta es la Poción Pigmalión o la Ley del Espejo: “Tratadme como alguien excepcional y lo seré”. Así funciona con cada uno de nosotros. Probadlo en los demás y veréis sus maravillosos efectos.
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